La provincia de Córdoba es una de las pocas jurisdicciones del país que no regula la actividad de las farmacias. Luego del auge de la liberalización de los 90, la mayoría de los gobiernos aprobó normas que limitaron la apertura de locales, en especial cadenas. Esto incluye una ley nacional de 2009, que sigue vigente pese a los ataques recibidos.
Para salvar esto, muchos municipios cordobeses comenzaron a aprobar ordenanzas locales, que ponen una distancia mínima entre mostradores, y aplica el principio de densidad poblacional.
Jesús María comenzó esta semana este proceso, luego que se abriera un local de Farmacity en esa localidad, lo que amenaza al sector minorista. Según informaron medios locales, concejales de la oposición decidieron avanzar con un proyecto de este tipo, que limite el desembarco de las cadeneras.
En este municipio, el mayor inconveniente se registra en el centro de la localidad, donde en la misma calle y a lo largo de 300 metros, hay hasta cinco farmacias. Esto puso en alerta a las farmacias de la ciudad que hace muchos años vienen desarrollando la actividad y se ven amenazados por la irrupción de una gran cadena nacional.
El edil del bloque del justicialismo -y médico de profesión- Fabián García, señaló que no es una ordenanza prohibitiva, sino regulatoria la que se propone, dado que es necesario avanzar en una legislación que vaya en el mismo sentido que las normativas provinciales y nacionales. La idea es que la persona que quiera abrir una farmacia debe tener domicilio en Jesús María al menos por 2 años y ser profesional farmacéutico.
El proyecto de ordenanza establece, además, que la distancia mínima entre farmacias será de 300 metros, contados “de puerta a puerta” y en forma lineal. Esto no implica que aquellas que ya están instaladas y no cumplen con este punto, deban mudarse. Podrán permanecer donde estaban y seguir desarrollando la actividad.
El proyecto tiene una mirada enfocada en el futuro mediato. García destacó que el espíritu de la iniciativa es proteger y cuidar a las pequeñas farmacias, que tienen entre uno y dos empleados cada una. Por otra parte, el proyecto establece que las farmacias no podrán tener más de 100 metros cuadrados.
La ordenanza prohíbe la instalación de este tipo de comercios de expendio de medicamentos en centros comerciales o emprendimientos que no sean de acceso libre para la gente. Y sí otorga un beneficio de eximición de tasas municipales por el término que el Ejecutivo considere necesario para todas aquellas que se instalen en barrios alejados o zonas desfavorables.
La idea es que los vecinos tengan siempre una farmacia en las cercanías de sus hogares.
Finalmente, García mencionó que aquellos comercios de otros rubros que vendan ilegalmente medicamentos podrán ser procesados por “ejercicio ilegal de la farmacia”. El proyecto se presentó en la última sesión legislativa y permanecerá en análisis por parte del cuerpo legislativo. La llave de la aprobación depende del bloque de la mayoría, alineado con el intendente radical Federico Zárate.
La ordenanza se da en el momento que la falta de pago por parte de PAMI y la creciente deuda de este organismo con las farmacias hacen que haya una crisis en los mostradores comunicativos.
Marcelo Olmos, dueño de la farmacia Olmos, en barrio Alberdi, apunta a la falta de información por parte del PAMI como un agravante de la situación. “La primera problemática que tenemos es que los afiliados de PAMI no tienen información de los cambios en las coberturas, sobre todo de aquellos medicamentos que salieron del 100 por ciento. Eso te produce un problema en el mostrador”, describió el farmacéutico.
Olmos recordó un caso particularmente difícil: “Cuando comenzó esta situación, a una jubilada le llevé los medicamentos a la casa y le dije que eran $45.000. Hasta ese momento, no pagaba nada de nada porque la cobertura era total. Pero cuando le dije el monto a pagar, la mujer se largó a llorar y me dijo que no podía. Esa mujer cobraba la mínima, y vivía en una casa prestada de su hermana”. Juan José Pérez, dueño de una farmacia en Colonia Caroya, contó la historia de un cliente habitual que enfrenta problemas visuales y necesita gotas oftalmológicas para una operación. “Él tiene como la fantasía de que va a ir un día a la farmacia y le vamos a decir ‘hoy no pagas las gotas porque te las cubre PAMI”, relató.
Pérez también rememoró a otra clienta que solía recibir medicamentos sin costo alguno y que, al enterarse de que debía pagar 7 mil pesos para llevar lo que llevaba siempre, dijo: “No traje plata y no puedo pagarlo tampoco”.
Además del aspecto económico, los farmacéuticos asumen diariamente un papel de contención emocional y de asistencia a los jubilados. Cristina Yañez, dueña de una farmacia en barrio Vicor, explicó que tras el cambio en las coberturas muchos jubilados optaron por llevar solo los medicamentos cubiertos al 100 por ciento, dejando de lado otros tratamientos esenciales para su salud.