No sólo preocupa la suba de los productos como consecuencia de la devaluación sino también las restricciones en las condiciones de pago. Proveedores no aceptan cheques diferidos y comerciantes cesan sus planes de financiación propios.
Por Laura Pantoja [email protected]
La incertidumbre en el escenario económico golpea a todos los sectores industriales, que en mayor o menor medida, deberán acomodar sus estrategias de venta y precios.
Para los fabricantes de pinturas, 60% de sus insumos son importados, con lo cual la devaluación del peso les afectará de manera directa. “Las fábricas ya están remarcando sus listas con nuevos precios cuyos aumentos van desde 12% a 15%”, le dijo a Comercio y Justicia Gonzalo Ragazzini, gerente comercial de la fábrica cordobesa Quimex, con 55 pinturerías en el país.
Este incremento refleja sólo una parte de la suba del dólar, que desde enero hasta hoy ha trepado más de 25%, según aclaró el directivo, quien no descartó que si los precios se llegaran a estabilizar pueda ocurrir un nuevo reacomodamiento de las listas.
Si bien la suba de los precios impactará de lleno al consumidor final, y según entendió el directivo también resentirá en alguna medida las ventas, lo más preocupante será el debilitamiento en los planes de financiación.
“Es que se modifican las condiciones de pago de los proveedores. En estas condiciones no aceptan cheques de pago diferido a 60 ó 90 días como antes, piden pagos de contado o, a lo sumo, con diferimiento de siete días”, explicó.
Tales exigencias se trasladarán al comerciante y al consumidor final, quienes también deberán acortar los plazos de financiación para hacerse del efectivo y pagar sus obligaciones en tiempo y forma.
Así, el vaticinio es poco alentador para quien desee efectuar tareas de pintura, salvo que las tarjetas de crédito se hagan eco y refuercen sus ingenierías financieras. Pero Ragazzini puso en duda esta alternativa: “Nadie asegura que haya acomodamiento de valores”, indicó.
Tras analizar el escenario junto con sus pares del sector fabricante, el empresario evitó dramatizar ante la situación, entendiendo que este tipo de sucesos son cíclicos: “Esto lo vivimos cada diez años y la fórmula es más o menos siempre la misma: pago de contado y achicamiento de la deuda en la calle. Estamos algo entrenados”, graficó.
Este contexto puede ser bien aprovechado por los ahorristas, que a falta de financiación y de posibilidades de inversión seguras, puede encontrar en la construcción algún refugio de valor. “Hay casos de inversores que van con la plata en mano y deciden hacer compras de materiales para la construcción. Los corralones los reciben y congelan los valores por un plazo corto de dos meses”, concluyó.
Mirar al exterior
– La devaluación trae la ventaja de que mejora la competitividad. En el caso de que las medidas se mantengan estables en un plazo determinado y los aumentos por inflación, salarios o impuestos no superen la diferencia por el cambio, el negocio de la exportación aparece como favorable.
– Quimex analiza reforzar sus canales de distribución en Uruguay y abrir nuevas redes en Perú y Paraguay. “Entre la inflación y el aumento del dólar, la suba de los costos en general trepó a 50%. Si los sueldos aumentaran más que ese porcentaje, la diferencia del cambio no sirve. Todo depende de que se pueda poner un tope a la inflación”, concluyó el ejecutivo.