“Varón de verdad”, una construcción social que alienta conductas violentas y de riesgo

Los roles de género y sus atributos “tradicionales” tienen un impacto fundamental en la adolescencia, según observan entidades especializadas en el tema

El avance de los feminismos en todo el mundo y la lucha de las diversidades ha puesto sobre la mesa de debate los efectos del denominado “machismo”, no sólo para mujeres y disidencias sino también para quienes se identifican con el género masculino. [privado]

Particularmente, las organizaciones y las entidades especializadas en la temática han puesto especial énfasis en demostrar cómo los roles de género y los atributos “tradicionales” asignados pueden impactar decisivamente en las construcciones identitarias de adolescentes.

En este marco, recientemente, Casa Fusa junto a la Fundación Kaleidos presentaron la campaña #EsDeVarón para visibilizar cómo el “machismo” puede afectar la salud de los adolescentes, fomentando conductas temerarias y violentas.

“Si bien las mujeres y personas LGBT son quienes sufren las consecuencias más extremas del patriarcado (en Argentina se produce un femicidio cada 35 horas), los modelos tradicionales que enseñan cómo debe ser y actuar ‘un varón de verdad’ pueden afectar gravemente la salud de los varones y de quienes los rodean” indicaron las entidades al explicar la importancia de esta acción.

“La adolescencia es una etapa clave en la construcción de la masculinidad” , agregaron las entidades, al precisar que “la necesidad de probar que se es ‘todo un hombre’ puede provocar un incremento de las conductas temerarias y violentas asociadas al estereotipo del ‘varón de verdad”.

De hecho , la campaña informó que “la mayor proporción de muertes en adolescentes de entre 10 y 19 ocurre por causas evitables , asociadas a situaciones de violencia que provocan lesiones intencionales o no intencionales, autoinfligidas o infligidas por terceros”.

Ello si se considera que justamente son las nociones asociadas a la masculinidad hegemónica las que subyacen a que los varones adolescentes sufran tres veces más accidentes que las mujeres, cometan suicidios en mayor con más frecuencia, y registren cinco veces más lesiones por agresiones.

Estudios internacionales

La problemática vinculada a los factores que llevan a que niños y varones jóvenes desarrollen conductas de riesgo están siendo observadas no sólo por las organizaciones que promueven la igualdad de géneros sino también por investigadores de distintos países.

De hecho, la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) posee todo un departamento de estudios de este tipo denomina División 51.

Este espacio tiene como objetivos “reconocer y promover vías para que los niños y los hombres vivan vidas saludables y positivas, y también identificar y corregir los efectos de las masculinidades restrictivas”. “Hacemos esto a través de la ciencia psicológica, la educación, la promoción y la práctica clínica. Al hacerlo, nuestro objetivo es promover la igualdad para las personas de todos los géneros”, especifica el sitio web.

Recientemente, el espacio publicó online, en su espacio de noticias, una entrevista al doctor Christopher Reigeluth de la Universidad del Pacífico quien se refirió a una investigación reciente desarrollada en coautoría con el doctor Michael Addis de la Universida de Clark. El estudio se denomina “Escala de vigilancia de la masculinidad (POMS)” y refiere a la presión que experimentan los niños para demostrar y defender su hombría.

“Hay muchas formas de aprender a "ser un hombre". Una de las principales formas en que se socializa a los adolescentes sobre lo que constituye el comportamiento masculino ‘apropiado’ es mediante la vigilancia (es decir, cualquier acción que sirva para prevenir o castigar el comportamiento percibido como insuficientemente masculino). Un ejemplo clásico de esto en acción es cuando un niño se burla de otro por actuar como ‘femenino’”, explicó el especialista en este artículo, al referir a aquellas acciones que se naturalizan como formas de coerción para la adopción de ciertos comportamientos por parte de un individuo o un grupo.

Estos actos pueden ser verbales o físicos, por lo cual el cuestionario desarrollado en esta escala incluye preguntas cómo con qué frecuencia los jóvenes utilizan palabras como “gay”, “homosexual” al referirse a sus compañeros del momento o cuán molesto es cuando otros los desafían a demostrar su “rudeza” haciendo algo qu podría resultar doloroso. También cuestiona sobre la frecuencia con la cual amigos o compañeros se burlan de otro joven por “no ser bueno para los deportes”, entre otros puntos.

Región

En la misma línea de estas investigaciones, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó a fines de 2019 un informe titulado “Masculinidades y salud en la Región de las Américas”.

Según especifica el resumen del documento, “existe un diferencial de 5,8 años más de vida para las mujeres; una sobremortalidad de los hombres que comienza a acentuarse durante la adolescencia y llega a triplicarse en la edad adulta temprana”.

En este sentido, “ las causas principales de mortalidad en los hombres comprenden la violencia interpersonal, los traumatismos causados por el tránsito y la cirrosis hepática, todas ellas ligadas al ejercicio de la masculinidad hegemónica”, explica la OPS.

Así, la publicación detalla las implicaciones de las diversas masculinidades en la salud en los hombres y también precisa “de qué manera determinantes sociales como el género, la etnia, la edad o la educación exacerban las inequidades y barreras en salud que experimentan determinados grupos”.

“El análisis de la salud de los hombres desde la perspectiva de género sería impensable sin el antecedente del feminismo. Es momento de movilizar la voluntad política y los recursos necesarios para adoptar un planteamiento que abarque las necesidades de los hombres y las mujeres”, señaló la OPS.En este marco , la entidad recomienda elaborar políticas públicas y programas de salud de prevención integral y atención de los principales problemas que afectan a los hombres en el curso de su vida, poner en marcha iniciativas intersectoriales que mejoren la educación pública y que aborden la igualdad de género, desarrollar competencias específicas en los profesionales de salud, y generar sinergias amplias con entidades internacionales “de modo que la igualdad de género no sea un mero discurso, sino que se convierta en una práctica cotidiana para hombres y mujeres”. [/privado]