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“Es básico generar climas positivos en el aula para favorecer el aprendizaje”

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 El especialista Jesús Guillén explica la relación que existe entre las emociones y la adquisición de los conocimientos. La Universidad Nacional de Villa María (UNVM) brindará una diplomatura en el campo de la neuroeducación.

Por Luz Saint-Phat [email protected]

Conducir la enseñanza en el aula y lograr buenos resultados no es una tarea sencilla. Sobre todo en los tiempos actuales, se requiere que los docentes desarrollen distintas competencias que hacen a su rol de educadores y no necesariamente al campo disciplinario específico al que se dedican.
Según estudios internacionales, una de las habilidades necesarias para lograr mejores resultados académicos en los estudiantes es que los profesores se formen y la vez enseñen a sus alumnos educación emocional, fomentando la cooperación y los ambientes positivos.
Estas cuestiones son abordadas por la neuroeducación, un enfoque transdisciplinario en el cual confluyen la neurociencia, la psicología y la pedagogía. El objetivo es poner en práctica los conocimientos científicos sobre el funcionamiento del cerebro para aplicarlos al aprendizaje.
Jesús Guillén es Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Barcelona y autor del blog sobre Neuroeducación “Escuela con Cerebro”. Además, es docente de la Diplomatura en Neuroeducación de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM).
En diálogo con Comercio y Justicia, explicó la relación entre las emociones y la adquisición de los conocimientos. También reflexionó sobre cómo la escuela puede incorporar los descubrimientos recientes de la neurociencia.

– ¿Cómo influyen las emociones en los procesos de aprendizaje?
– Es uno de los grandes descubrimientos de la neurociencia. No podemos separar lo cognitivo de lo emocional porque las emociones son imprescindibles en la toma de decisiones, en el aprendizaje, en el rendimiento académico del alumnado y en el bienestar personal del individuo. Sobre esto existen diferentes evidencias empíricas que lo corroboran. Por ejemplo, se han desarrollado estudios en los que se llevan los participantes a un laboratorio y allí se les muestran imágenes que corresponden a contextos emocionales positivos o negativos, se les pide recordar una información y se analizan sus cerebros. Se ha observado que -ante contextos emocionales negativos- se activa la amígdala, que es un sensor del miedo; sin embargo, ante contextos emocionales positivos se activan regiones vinculadas al hipocampo, un área que interviene directamente en procesos de consolidación de las memorias y del aprendizaje. Este tipo de investigaciones sugieren que es básico generar climas positivos en el aula para favorecer el aprendizaje. Por eso es importante desde el primer día ir más allá de las cuestiones meramente académicas y hacer participar al alumnado de manera activa, cooperando y generando un entorno donde las expectativas sean positivas. Lo importante es -en definitiva- fomentar un buen vínculo entre los compañeros y los profesores.

– ¿Qué estrategias específicas se pueden incorporar hoy en el aula para poder facilitar las emociones positivas?
– Se ha observado que cuando se utilizan en el aula programas de educación emocional bien planificados y sistematizados de los que participa toda la comunidad educativa, estas iniciativas sirven para trabajar una serie de competencias emocionales imprescindibles en los tiempos actuales, vinculadas al autoconcepto, la autorregulación, la resiliencia y -claro- el rendimiento académico. Este formación siempre parte del profesorado pero también es importante que participen las familias. Otro de los aspectos importantes es la cooperación entre los mismos docentes, pero difícilmente los adultos podemos cooperar si realmente no tenemos asumida toda una serie de competencias. Cooperar es más que trabajar en equipo: hay un componente empático que es necesario tener asumido y también hay que poder superar la opinión discrepante, ser solidario y respetuoso. Sin educación emocional no puede haber cooperación.

– ¿Cuáles son los desafíos que se imponen a la escuela tradicional para poder incorporar estos descubrimientos?
– Básicamente, se trata de asumir que el proceso de transformación parte de uno mismo. Difícilmente voy a poder enseñar a los estudiantes lo que es el autocontrol, si no puedo aprender a controlarme en mi vida cotidiana. La neurociencia ha visto que estas funciones que nos permiten planificar y tomar decisiones adecuadas -que se llaman funciones ejecutivas del cerebro- son básicas para el rendimiento académico del alumnado y el éxito en la vida. Pero es importante asumir que sin cooperación entre los adultos y sin la participación de la comunidad no va a ser posible generar procesos de innovación y transformación educativa. También es muy importante tener en cuenta que en tiempos de incertidumbre como los actuales debemos preguntarnos para qué educamos. Y nosotros lo tenemos claro: tiene que ser desde, en y para la vida. Si realmente lo que se está estudiando no tiene sentido para el alumno, si no va a construir cimiento sobre lo que ya sabe, si no está vinculado a cuestiones de la vida cotidiana y real, difícilmente vamos a poder captar su atención y despertar sus emociones.

La Universidad Nacional de Villa María (UNVM) abrió las inscripciones para su diplomatura virtual en “Neuroeducación: neurociencias y emociones en el aprendizaje”.

El cursado comienza el 21 de septiembre y la modalidad es online.

Para mayor información ingresar en www.aulaabierta.info o escribir
a [email protected]

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