Caso Báez Sosa: “De nada sirven penas más duras si basamos la formación en estereotipos»

Por Luz Saint Phat / lsaintphat@comerciyjusticia.info

Una mirada reflexiva permite repensar algunos aspectos de este caso tan trágico. Los aportes de la especialista Andrea Queruz Chemes.

El pasado 2 de enero, los ocho jóvenes acusados del crimen de Fernando Báez Sosa llegaron a los Tribunales de Dolores (Buenos Aires). Ése mismo día comenzaron a ser juzgados por el asesinato del joven, ocurrido a la salida de un boliche en la localidad balnearia de Villa Gesell el 18 de enero de 2020.

El inicio del juicio por este terrible caso ha renovado el debate sobre la violencia entre jóvenes y en la sociedad en general.

Andrea Queruz Chemes es licenciada en Psicología (MN:68403 -MP:4119 – ME:589). especializada en psicología jurídica, perito de control y consultora de empresas en soft procesess (Nun Lab).

En diálogo con Comercio y Justicia , la profesional delineó algunas cuestiones de interés y relevancia.

- En el marco del juicio que ha comenzado por el homicidio de Fernando Báez Sosa, retomó fuerzas el debate sobre la violencia en la juventud y en la sociedad en general ¿Qué reflexiones se pueden realizar al respecto desde el campo de la psicología? ¿Es posible explicar algunas variables de lo sucedido, más allá de lo concerniente a la causa judicial?

- Sin dudas, existen muchas variables que influyen en este tipo de comportamientos tan desadaptados con agresividad explícita grupal -así se llama técnicamente-, cuyo desenlace fue la muerte del adolescente Báez Sosa. Sin embargo, a los fines de poder abrir un debate y que no redunde en esterilidad, es necesario poder reflexionar más allá de lo trascendido mediáticamente, más allá del pensamiento y el dolor de la familia de la víctima, de la condena social y del proceso jurídico . Hay que tener presente que sólo tenemos algunos fragmentos de una situación lamentable, pero sin conocer al detalle y de manera directa toda la causa.

Algunas preguntas que podemos hacernos con vistas a la reflexión son: ¿de qué manera aprendemos a relacionarnos social y humanamente? ¿Cuáles son los patrones de comportamientos que transmitimos sin darnos cuenta? ¿Qué tan permeables somos a aceptar las diferencias interpersonales? ¿Qué participación tuvo la víctima en toda esta situación? ¿ Cuáles son las particularidades que son atendibles en el desarrollo madurativo adolescente? ¿Hay alguna relación entre este tipo de comportamiento con el deporte? Entre muchas otras.

Así como la socialización es un proceso aprendido con otras personas desde que venimos al mundo, mientras vamos madurando biológicamente somos capaces de imitar, empatizar, internalizar límites, etcétera, pero siempre con particularidades intrapersonales y evolutivas . Es decir, por una parte es normal que las personas -sobre todo cuando pensamos en adolescentes- puedan congregarse en grupos y complementarse entre sí, porque se sienten más contenidas, menos ansiosas y pueden afrontar diferentes situaciones desconocidas de esta manera. Tal vez, sea más habitual en tempranos momentos de la adolescencia, cuando aún no disponen de los recursos madurativos neurocognitivos y psicológicos suficientes como el adulto. Sin ir más lejos, vemos en la práctica pericial muchos comportamientos disruptivos, desadaptativos y ocasionales en jóvenes que no tienen un “porqué” o un desencadenante o algo que lo explique. En algunos casos, se han sentido amenazados por algo o alguien, y en otros han asumido posiciones que pueden ser leídas como vengativas o temerarias para la justicia y para el joven ha sido un acto de justicia. O tal vez se han sentido frustrados, segregados, por algo. Tiene mucho que ver cómo entienden lo que les pasa y cómo procesan la información que reciben.

Por otro lado, mucho se habla de violencia y se ha transformado en un estereotipo más, lamentablemente, es decir, hemos reforzado más aquella que queremos erradicar. Hay una diferencia entre violencia como modo de relación totalmente aprendida y por ende se puede desaprender y transformar; y no necesariamente lleva agresión - ésta última presente en todos los humanos- explícita como en este caso, donde se ha externalizado sin control o como solemos decir sin frenos inhibitorios.

- ¿En qué medida las instituciones como la misma Justicia, los espacios formativos, las instituciones recreativas (como los clubes) pueden trabajar en la prevención de la violencia entre jóvenes? ¿Qué herramientas se pueden incorporar para trabajar con tiempo sobre estas problemáticas?

- Exacto. Así todas y cada una. Es decir, es común cuando una situación gravosa trasciende en los medios empezar a responsabilizar al “otro”, a la policía, al vecino, a tal institución como si cada uno de nosotros no tuviera nada que ver o no pudiera generar su aporte desde su propio rol social, desde su propia cotidianeidad. Pues de nada sirven penas más duras que sólo traen alivio emocional a través del castigo de los victimarios, si seguimos basando la formación ciudadana y familiar en estereotipos, en títulos, en formas, en apariencias.

Empezar por casa primero, me refiero por nuestro círculo de influencia. La “casa” puede ser uno mismo, no necesariamente el lugar de trabajo, o las instituciones con las cuáles participamos . Empezar a descubrir que podemos diferenciarnos por habilidades y/o cualidades positivas, no sólo por aquellas que no nos gustan o que son diferentes a nosotros . Desde las acciones simples, tomando conciencia de las palabras y de cómo afectamos a los demás a través de nuestros pensamientos, de nuestras creencias, de nuestras acciones, así llevamos también a un cambio de actitud, a un cambio de experiencia con las demás personas.

Por otro lado, creer que el deporte por sí mismo es saludable o contribuye al desarrollo sano de las personas es como pensar que la tecnología nos beneficia por el mero hecho de consumirla.

Lo que importa es aprender cómo nos relacionamos con el deporte y no sólo practicarlo. ¿Cómo nos relacionamos en el equipo y qué necesidades vamos a satisfacer en él? ¿Qué queremos lograr? ¿Cómo fusionar el comportamiento competitivo de un equipo de alto rendimiento con los valores compartidos en un grupo? ¿Qué habilidades estoy reforzando como profesor, coach o entrenador psicólogo? ¿Qué cultura, mentalidad, características de poder estamos construyendo? La fuerza, la agresividad -como factor biológico, me refiero- están siempre presentes y son significativas en el deporte, no sólo de alto rendimiento. Pero sin flexibilidad, sin tolerancia a la frustración, sin disciplina, no hay estrategia, no hay crecimiento, no hay un ganar sostenido, no hay éxito si se quiere.

Por otro lado, el papel de la conciencia (de la mente) es clave. Cómo afectamos nuestra realidad a partir de los propios pensamientos es la conciencia a la que me refiero . Tal vez, la dirección de nuestros pensamientos y palabras deban cambiar también . Es decir, seguir hablando de violencia produce más violencia, pero no relaciones interpersonales más sanas. Por otra parte, hay que recordar que una relación con otros reproduce casi siempre una relación con nosotros mismos.

Mientras tanto, el papel de la Justicia no es justamente preventivo o en todo caso, podría serlo si logra generar alguna acción correctora por medio de sus medidas , de la reparación del daño y sobre todo de recuperación del condenado y su resocialización. Sobre todo, podría mejorar la calidad de su función que empieza en el proceso judicial, en el respeto por los derechos de todas los partícipes, en la calidad de sus procesos de investigación y atendiendo a sus propios prejuicios y creencias corporativizadas que tienen consecuencias en todos los justiciables.

- Según los elementos de la causa que han trascendido a la prensa y algunas declaraciones de familiares de Fernando, en el ataque tuvieron incidencia componentes "clasistas" y segregativos. ¿Cómo sociedad, es posible desarrollar herramientas para trabajar estas cuestiones? ¿Cuáles?

- Primero que nada, hay que ser cautos y observar que son trascendidos y que la mayor parte del material no la tenemos.

Está claro que hubo comportamiento de grupo autodefensivo, rígido, en bloque con un sentido identitario muy fuerte, con códigos explícitos y tácitos compartidos, con roles auto percibidos bien marcados entre sí y que, muy probablemente, ya venían funcionando de igual modo en diferentes escenarios de participación social.

Así como se presenta y se da la criminodinamia de los hechos, en la causa de Báez Sisa es un comportamiento segregativo del endogrupo que rechaza cualquier comportamiento diferente que es asociado a una “categoría” o” generalización” diferente a la suya, o por lo menos percibida así, de la que se intenta mantener alejada o pretende ser controlada.(en apretada síntesis).

En cuanto a las herramientas, la idea es siempre mejorar, evolucionar, prevenir para un funcionamiento en sociedad más constructivo, más saludable y pleno.

Lo primero es justamente mentalizarse y creer que desde lo cotidiano podemos mejorar nuestras creencias -valga la redundancia- pensamientos y acciones. De esa manera podemos regular mejor los sentimientos y los arrebatos emocionales. Es decir, si llevamos más nuestra atención a los recursos intra e interpersonales positivos para construir, y menos al juzgamiento de lo negativo, del juicio, del etiquetamiento; estaremos más cerca de la evolución de los aspectos más sanos y fuertes para prosperar, y en menor medida en la repetición de comportamientos que rechazamos en otros, o destructivos como en lo sucedido en Villa Gesell. Es clave valorar competencias como la empatía, la flexibilidad cognitiva y analítica, no sólo en la regulación de impulsos sino como asociadas a todos los procesos de aprendizaje, de transformación, de liderazgo . Es una labor diaria de práctica transversal a todos los ámbitos.