La especialista Patricia Altamirano explica el impacto que las crisis económicas tienen en la subjetividad de los argentinos. También realiza algunas recomendaciones para enfrentar un contexto incierto
Por Luz Saint-Phat – [email protected]
La decisión que tomó esta semana el Gobierno nacional respecto de iniciar conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir asistencia financiera con el objetivo de frenar la suba del dólar y la fuga de divisas no sólo incide en el comportamiento de los mercados sino que también tiene un impacto en la vida cotidiana de la personas, tanto a nivel económico como subjetivo.
Sobre este tema dialogó con Comercio y Justicia Patricia Altamirano, quien es psicóloga, magíster en Administración de Empresas y profesional a cargo del Área de Psicología Económica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
“Hoy, Macri dice: ‘No se preocupen que ahora nos vamos a seguir endeudando’ y la verdad es que creo que se trata de una mala estrategia de contención psicológica, porque si algo sabemos los argentinos -y por algo estamos tan adheridos al dólar como patrón- es que la explicación de todos nuestros males es a partir de la deuda externa. Tenemos esa explicación de 1983 en adelante. La pesada herencia de la deuda externa marcó las economías domésticas”, dijo Altamirano, refiriéndose específicamente al anuncio realizado esta semana por el Presidente.
En este marco, la especialista precisó que , en contextos de crisis como éstos, se presentan en las personas principalmente comportamientos vinculados a la irritabilidad. “También surgen las angustias provenientes de no saber si se van a poder solventar o hacer frente las deudas pasadas. Sin duda, también ingresan en un marco de incertidumbre los proyectos a futuro que cualquier individuo tiene vinculado a la economía”, indicó. “Cuando se viene una crisis, los individuos sentimos mucha inestabilidad y tenemos sensaciones de frustración frente al futuro y de angustia frente al pasado”, puntualizó.
Aun así, Altamirano señaló que estos sentimientos y percepciones que se vivencian de manera individual tienen una explicación de época y se enmarcan en el imperativo actual de consumo.
“En general, las estrategias para vender la crisis que tienen los Estados y los gobiernos es centrarse en una explicación individual. Es decir, parece que los sujetos somos los culpables porque gastamos mucha luz o nos compramos muchas cosas. Pero son los mismos Estados y corporaciones los que tienen una política de hacernos consumir. No obstante, si consumimos mucho somos culpables y, si no, nos sentimos insatisfechos”, dijo Altamirano.
“Hoy, mucho de lo que nos sucede excede la decisión que los consumidores tenemos, porque cuando el ser del sujeto se sostiene en el consumo de cualquier cosa, entonces, cuando hay una crisis, uno se siente irritable e intranquilo. Aunque la explicación que se nos da es que nosotros somos los culpables, en realidad no lo somos”, precisó.
Presupuesto familiar
En su análisis, Altamirano también indicó las diferencias que existen entre el comportamiento y los axiomas que guían las decisiones de los actores económicos “consolidados” y los razonamientos que orientan las conductas de las familias, en un escenario de crisis económica.
“Puntualmente, respecto del dólar, lo que describe la bibliografía es bastante interesante. Cuando empieza a subir la cotización ¿cuándo la gente se da cuenta de que eso afecta su economía hogareña? Sin dudas, no es en el primer momento. Los grandes actores económicos pueden detectar varios meses antes que estos movimientos se van a producir. Entonces, ellos se acomodan racionalmente frente a los contextos que van cambiando. Por ejemplo, en el caso de la suba de tasas que se ha registrado por la escalada de la divisa estadounidense, el sistema financiero hace ya varios meses que está operando con axiomas bien claros. Pero ¿cuándo nos dimos cuenta nosotros? Pasaron muchos meses hasta que eso impactó directamente en la percepción que teníamos de la economía”, comentó la magíster.
“Los ciudadanos comunes que no somos actores económicos consolidados, los que tenemos un plazo fijo, una casa, o no tenemos nada, o queremos comprarnos un televisor para el Mundial, nos enteramos de que la crisis existe cuando ya está desatada y cuando ya no podemos siquiera cuidar nuestro poco patrimonio tomando decisiones racionales”.
En este punto, Altamirano recomendó que aunque “uno no se puede comportar como si fuera un banco” informarse sobre la situación con previsión puede ser una estrategia para implementar.
“Uno puede sentarse a leer el diario y ver los suplementos económicos y observar algunos indicadores que, aunque parezcan extraños, van mostrando el impacto en la economía doméstica. En ese sentido, es importante hacer alguna lectura como ésta, sobre todo si se tiene algún proyecto de compra importante a futuro. Si uno es capaz de mirar y tener un poco de cultura financiera, puede tomar esas decisiones mejor”, sugirió.
Por otro lado, la académica destacó la importancia del ahorro y de la compra en efectivo, aunque reconoció que uno de los problemas más importantes del país es que aunque “el ahorro doméstico -en cualquier lugar del mundo estable- es la mejor manera de enfrentar una compra patrimonial grande, en Argentina no siempre es tan sencillo porque el dinero pierde valor”.
“Si uno va a hacer una compra grande, tener el dinero en efectivo y resguardado en divisas es la mejor indicación. El ahorro es funcional a conseguir los mejores precios y a no estar metidos en tarjetas de crédito que cobran una fortuna porque las tasas han subido de una manera increíble. Entonces, en ese punto, yo diría que en los momentos de crisis hay que ser bastante conservador en los gastos y tratar de mantener en resguardo el dinero en efectivo”, recomendó.
Por otro lado, para las adquisiciones habituales que realizan los hogares, Altamirano sugirió “la compra de productos de calidad pero que son a granel es central. La diferencia de precios -en artículos como azúcar, harina o arroz- es muy importante entre un supermercado minorista y otro donde se pueden adquirir muchos paquetes. Las compras se pueden hacer con muchas familias. Esto, en algún momento como el de la hiperinflación, se llamaba compras comunitarias. Si uno es planificador, puede saber cuánto consume y puede comprarlo todo de una sola vez. Y, en ese punto, la diferencia de precios es mucha”, indicó.