La eficiencia, la inmediatez y la perfección corporal, los ideales tiranos de la época

El capitalismo no sólo produce mercancías sino también símbolos que organizan los deseos de las personas. Adriana Schapira analiza algunos padecimientos predominantes en la actualidad

Por Luz Saint-Phat  – [email protected]

Aprovechar al máximo los tiempos productivos, que las distintas situaciones que presenta la vida tengan una resolución rápida y que el aspecto corporal de cada uno sea lo más parecido a los modelos que protagonizan las publicidades son objetivos que hoy organizan los deseos de muchas personas. Es que la eficiencia, la inmediatez y la perfección corporal son actualmente los ideales tiranos de una época donde predomina el consumo sin límite.
Estas construcciones tienen efectos psíquicos que, en más de una ocasión, pueden convertirse en importantes padecimientos para los individuos que buscan permanentemente alcanzar tales metas irreales.
Adriana Marcela Schapira es especialista en el área de psicología clínica y delegada por Capital del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba (CPPC) y analizó algunos aspectos de esta problemática en su trabajo “Sobre los ideales actuales y sus efectos psíquicos”, el cual fue presentado hace algunos años en el XIII Congreso Argentino de Psicología “Compromiso Social frente a las Problemáticas Actuales”. El escrito aborda las causas que dan origen a estos ideales y cuál es la consecuencia que esto tiene a nivel subjetivo.

“A través de la historia de la humanidad, la producción de subjetividad ha sido regulada por los centros de poder que definen el tipo de individuo necesario para conservar al sistema y conservarse a sí mismo. El capitalismo no es sólo productor de mercancías sino también de símbolos que organizan los deseos y ensueños de una sociedad”, precisa la especialista en el documento al que accedió Comercio y Justicia.
La modernidad, dice Schapira, “se basó en el trípode constituido por la primacía del sujeto, el primado de la razón y la idea de un progreso ilimitado. La ciencia solucionaría todos los problemas del hombre. Los ideales iluministas estaban fundados en la confianza en el porvenir como realización de la razón”.
No obstante, “la razón se fue colocando al servicio de la barbarie en la sociedad occidental del siglo XX”, detalla y agrega que “sobrevino entonces el desencanto y con él la postmodernidad. Los grandes ideales iluministas fueron declinando y en este momento asistimos a su caída”.
“En lugar de esos grandes relatos, lo que se impuso fue la tecnociencia capitalista, que simula realizar el proyecto moderno pero que en el fondo lo destruye, ya que trajo aparejada pobreza y exclusión cada vez más creciente en vez de la libertad y el bienestar esperado”, analizó la psicóloga.
Ahora, asistimos a una nueva fase del capitalismo dominado por los avances de la informática y por el despliegue de los medios masivos de comunicación, lo cual tiene efectos de fragmentación y de “vertiginosidad”.
La cultura contemporánea, caracterizada por el hedonismo, el pragmatismo y el individualismo “propone la circulación de ideales que sustentan las nuevas subjetividades y padecimientos, constituyéndose a menudo en el sentido máximo de la vida de algunos sujetos. El tener prima sobre el ser”, dice Schapira.
“El vacío de algunos sujetos correspondería más a una suerte de saturación obturadora del deseo que el sistema provoca, pero hay otro vacío relacionado con el desaliento producto de una coartación del futuro, de la imposibilidad de construir y sostener proyectos”, precisa el artículo.

Definiciones
En torno a estas reflexiones, Schapira define tres ideales que hoy rigen en la sociedad contemporánea y que son causa de profundas dolencias subjetivas.
En primer lugar, existe el “ideal del eficientismo”. “Se refiere a las condiciones culturales que promueven el rendimiento y el triunfo competitivo como valor predominante en todas las prácticas sociales. Domina la relación tiempo de trabajo-tiempo de ocio sobre todo, entronizándose la realidad externa y el suministro informacional actualizado y permanente”, dice el documento. Quienes persiguen esta meta son personas que usualmente “desmienten las señales interiores de enojo, miedo y cansancio, en pos de la eficiencia”, se advierte.
En segundo lugar, el documento señala el “ideal de inmediatez”, que refiere a la promoción de resoluciones de problemas “en un presente, sin antecedente ni consecuente”. “En particular, este ideal domina los vínculos eróticos y sociales, manifestándose como una tolerancia a la incertidumbre y una impulsividad con el fin de reducir la tensión”, explica el documento y agrega que “el amplio campo de adicciones encuentra aquí su centro, siendo la sustancia química la que ejerce efecto inmediato de reducción de tensión con muy bajas posibilidades de transformación de la realidad”.

Finalmente, “el ideal de manipulación y cambio corporal” promueve la perfección corporal y la subversión de la biología, o sea el cambio sin límite del aspecto y funcionamiento del cuerpo en sus capacidades somáticas y sexuales. Domina el vínculo del sujeto consigo mismo en una permanente búsqueda de belleza, de potencia y de salud a través de la delgadez, el desarrollo de la musculatura y las manipulaciones quirúrgicas”, dice Schapira. “El eje es el campo de patologías como la anorexia, la bulimia, los trastornos difusos como la ortorexia, la vigorexia y las obsesiones vinculadas con la búsqueda de la juventud eterna”, precisa.

Discusiones
La reflexión sobre estas construcciones imaginarias que orientan a la sociedad actual sirve como guía para comprender algunos aspectos de los padecimientos contemporáneos. También, estas interpretaciones son útiles para advertir a los sujetos sobre los efectos que la búsquedas excesiva de estas metas pueden traer aparejados.
“Hoy, el desafío clínico consiste en escuchar, comprender e intervenir en el marco de una praxis que se ha ido complejizando y nos convoca a seguir construyendo ciencia, tomando los conceptos invariantes de la metapsicología ( inconsciente, represión, transferencia y psicosexualidad) sin perder de vista la fundamental comprensión de la cultura”, concluye Schapira.