Aunque la disciplina está en desarrollo, posee un papel fundamental en el cambio de paradigma en salud mental. En el ámbito local, el sector espera la sanción de una normativa y la apertura de una tecnicatura en la Universidad Nacional de Córdoba.
Por Luz Saint-Phat – [email protected]
Aunque el acompañamiento terapéutico como disciplina todavía está en desarrollo, posee un papel fundamental en el cambio de paradigma de salud mental que proponen las nuevas leyes en los ámbitos nacional y provincial.
Pablo Dragotto es licenciado en Psicología y presidente de la fundación Sistere. En diálogo con Comercio y Justicia, el especialista explica el rol y las funciones de los profesionales que realizan esta actividad.
– ¿Qué es el acompañamiento terapéutico?
– El acompañamiento terapéutico es una disciplina y profesión relativamente nueva, que surgió en Argentina a principio de los años 70. Los acompañantes terapéuticos se capacitan para, precisamente, integrarse a equipos interdisciplinarios, asistiendo de manera domiciliaria a pacientes en la vida cotidiana, siguiendo las directivas de un profesional a cargo que puede ser un psicólogo o un médico.
– ¿Qué tareas específicamente desarrolla el acompañante terapéutico en el domicilio y cuáles son las diferencias con el trabajo de un psiquiatra o psicólogo?
– Las tareas son variadas porque dependen de la problemática que padezca el paciente y de la estrategia terapéutica. Entonces, va a ser muy distinta la tarea que se realice con una persona anciana que necesita estimulación cognitiva, de la que se emprende con un paciente adicto o con un paciente que padece de una psicosis. Si bien el acompañante terapéutico posee capacitaciones específicas en salud mental -tiene conocimientos rudimentarios en psicología- su quehacer es muy diferente de aquel del psicólogo o psiquiatra porque no realiza interpretaciones ni tampoco tiene la facultad de medicar. Lo que hace es supervisar, por ejemplo, si el paciente toma adecuadamente la medicación o lo acompaña al momento de realizar distintas tareas que son indicadas desde el equipo interdisciplinario. Estamos hablando de pacientes graves, pacientes que no son autoválidos -al menos temporariamente-. Por ejemplo, un paciente depresivo puede estar en tratamiento psicológico y psiquiátrico pero a veces no encuentra la voluntad para ir a las entrevistas o sesiones. Y podría ser un trabajo del acompañante ir a la casa del paciente, ayudarlo a despertarse, a que desayune, a que se higienice y vaya a la terapia.
– ¿Cuál es la importancia o el aporte de incorporar en los procesos terapéuticos a un acompañante con estas características?
– Precisamente, no decimos que el acompañamiento terapéutico es necesario para todos los casos sino para casos severos, para casos graves que antiguamente se los trataba solamente por medio de la internación. Hoy en día, el paradigma de salud mental ha cambiado mucho y existen nuevas normativas para el sector en los órdenes nacional y local que fomentan precisamente los abordajes ambulatorios, es decir que las personas tienen derecho a ser tratadas sin ser desarraigadas de su ámbito y su comunidad. Entonces, el rol del acompañante terapéutico es específico para esta función, posibilita que personas que en otras épocas estaban confinadas a internaciones prolongadas, hoy puedan realizar tratamientos ambulatorios.
– Hace poco se presentó un proyecto en el ámbito provincial que intenta delimitar y regular la actividad. ¿Cuáles son las principales demandas del sector hoy en cuestión de normativas?
– Son muchas las necesidades y por suerte estamos en un proceso que va a culminar en la plena oficialización de la carrera de acompañante terapéutico en la Universidad Nacional de Córdoba y con un marco regulatorio específico en la provincia. Nosotros pertenecemos a la Asociación de Acompañantes Terapéuticos de Argentina (ATRA), que viene trabajando en pos de estos objetivos desde hace más de 10 años en todo el país. Como decíamos antes, es una profesión nueva que ha ganado espacio más de hecho que de derecho. Entonces hay una necesidad de un marco regulatorio específico porque hoy los acompañantes se forman en distintas instituciones que dan cursos. Hay algunos que se dan adecuadamente y hay otros cursos que son improvisados, muy cortos, no respetan los consensos que se han logrado en todo el país respecto da la formación. Entonces, existe una necesidad de ordenar el campo para que los acompañantes puedan tener reconocida plenamente su profesión -y de esa manera se vean facilitados los trámites con las obras sociales y se establezcan las condiciones de trabajo- y, al mismo tiempo, para que la población tenga la garantía de una formación oficial de las personas que se presentan como acompañantes terapéuticos.