Los equipos de salud que enfrentan la pandemia en Argentina y el mundo son recursos de alta vulnerabilidad y exposición al riesgo
Un esquema de cinco fases permite comprender las reacciones psicoconductuales del personal sanitario de Córdoba, así como del país y del mundo, al momento de afrontar la pandemia de coronavirus.
La propuesta se encuentra desarrollada en un artículo del Foro de Opinión de la última edición de la Revista de Salud Pública de la de la Escuela de Salud Pública y Ambiente de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), una publicación temática trimestral que está destinada a la publicación de la producción tecnológica científica relacionada al área de la salud y en especial de la salud pública.
El documento – titulado “Reacciones psico-conductuales de los profesionales de salud ante una catástrofe: Una aproximación a los efectos del SARS cov2 en los equipos de salud de Córdoba”– fue escrito por el psiquiatra, emergentólogo y médico general y de familia Gustavo Álvarez Anderson, quien también se desempeña como docente de la Universidad Católica de Córdoba y es adscripto a la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario de Maternidad y Neonatología (HUMN) de la FCM-UNC. El documento también es autoría del médico psiquiatra y profesor responsable de la Unidad de Salud mental HUMN/FCN/UNC Leandro Donisio.
“Es indudable que las medidas tomadas mundialmente al respecto de la pandemia del Covid-19, producida por el virus denominado SARS CoV2, acercan a la idea de un desastre o catástrofe a escala mundial. Tanto a nivel de la interpretación
social, como al juego de las emociones individuales que desencadena”, especificaron los especialistas en la introducción al texto.
“La ONU precisa que una catástrofe es un evento extremo de origen natural o humano que al afectar, en un tiempo y un lugar dados, puede causar tal intensidad de daños y perturbaciones, que desencadenan un escenario de desastre”, agregaron los médicos, advirtiendo de que “se puede inferir entonces que, un desastre se presenta a consecuencia de una catástrofe”.
Considerando que en la situación de catástrofe que impone la pandemia, el personal sanitario es uno de los sectores más vulnerables y expuesto al riesgo, los autores consideran que se hace preciso conocer cuáles pueden ser las reacciones psico-conductuales de estos equipos, en tanto esto posibilita implementar recomendaciones o sugerencias para el autocuidado, abordaje y contención de los trabajadores.
Así, “comprendiendo que, en la catástrofe se distinguen tres períodos, se ha desarrollado un cuadro explicativo según fases, de las conductas reactivas probables del personal de salud y los mecanismos de contención que se sugieren”, precisaron los médicos adaptando los consejos realizados por la doctora Julie Highfield (Estados Unidos) y la estrategia de intervención desarrollada por el experto doctor argentino radicado en Israel, Mordecai Benyakar.
Momentos y acciones
Según el cuadro detallado por Anderson y Donisio, las fases por las que atraviesan los equipos de salud son precrisis, en la cual no hay contacto con casos emblemáticos; inicial, donde se registran los primeros casos de enfermos; el momento de escalada de casos; la fase final; y la situación de largo plazo.
En la primera, los problemas que pueden aparecer en el personal de salud son ansiedad anticipatoria, incapacidad para pensar imparcialmente y planificar, distorsiones en la comunicación, tensión en las relaciones laborales intra institucionales, y agotamiento para preparar estrategias de prevención. En este caso, las recomendaciones se orientan a fortalecer la confianza y el control en los equipos, promover la planificación, fomentar la rigurosidad en la consulta de fuentes de información y el apoyo a las jefaturas y directivos de los equipos.
En la etapa de surgimiento de casos,”se genera más ansiedad, ante las dudas, errores, pérdida de tiempo, repetición innecesaria de eslabones del protocolo/s de respuesta preparados, que llevan a la frustración”, precisaron los especialistas. Mientras, en la cuarta fase, ante el aumento del riesgo, puede presentar temor entre los agentes de salud, activación del “piloto automático”, cansancio, angustia, y percepción de discriminación por sectores de la población.
Para estas dos etapas, las sugerencias contemplan la conformación de comisiones para la elaboración de respuestas centralizadas, la promoción de las relaciones interpersonales laborales y la contención entre compañeros, la rotación de puestos de alta demanda/baja demanda, y la conservación de ritmos cronobiológicos sanos para el personal.
En las fases subsiguientes, se puede presentar un ciclo de agotamiento y recuperación, una elevada posibilidad de Burnout, hipertimia, hiperprosexia, desinterés, abulia e insomnio. Además, puede presentarse un período de fidelización de los grupos de trabajo y “sesgos paranoides”.
Para estas instancias, se recomienda que el personal esté atento a los fenómenos de distress, mayor organización e instancias de agradecimiento.
Además, como medidas de autocuidado del personal, se plantea la necesidad de profundizar la capacidad de adaptación de los trabajadores; prestar atención a los sesgos de omnipotencia, negación e impotencia; generar espacios de recreación intelectual y emocional; evitar la estrategias de confrontación; entre otras.