Cada día, se conocen nuevas estimaciones con perspectivas de contracción para la actividad mundial ¿Es posible desarrollar resiliencia ante esta situación?
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indicó en un documento difundido esta semana y titulado “El desafío social en tiempos del Covid-19” que, cada vez más, se confirman las perspectivas económicas negativas de este año para toda la región.
En lo que respecta específicamente a Argentina, la entidad aseguró que se profundizarán los índices de pobreza e indigencia al finalizar 2020, creciendo en alrededor de 9 puntos porcentuales promedio las tasas actuales, siendo éste uno de los países más afectados.
Por otro lado, también en estos días, un informe realizado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) bajo el título “Políticas públicas para pensar el sendero laboral hacia la nueva normalidad post Covid-19”, precisó que alrededor de 5,3 millones de trabajadores -sobre un total de poco más de 11,5 millones personas con empleo según la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) – se encuentran en la actualidad expuestos a diferentes niveles de vulnerabilidad económica frente a la pandemia de coronavirus, debido a que no se encuentran exceptuados por las medidas de aislamiento que dispuso el Gobierno nacional ni pueden realizar tareas desde el hogar.
Ante esta situación de excepcionalidad que se vive, no sólo en el país sino en todo el mundo, psicólogos advirtieron de que será fuerte el impacto que tendrá en la salud mental esta nueva crisis sanitaria y financiera global.
En este sentido, un conjunto de investigaciones reseñadas por la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) aportaron reflexiones y datos para pensar cómo puede incidir subjetivamente esta coyuntura más que desfavorable.
Por ejemplo, un estudio correlaciona variables de lo que le sucedió en términos subjetivos a la población de Estados Unidos (EEUU), luego de la denominada “Gran Recesión”, que tuvo lugar en 2008.
El artículo de referencia fue publicado por Rober F. Krueger y Miriam K. Forbes en la revista Clinical Psychological Science en julio del año pasado.
Según indicaron los autores, algunas de las conclusiones que se pueden derivar de la investigación indican que luego de la crisis financiera de aquél momento, “la tendencia a nivel poblacional fue hacia mejoras en la salud mental con el paso del tiempo”, no obstante resulta fundamental considerar que “para los individuos, cada impacto de recesión experimentado se asoció con disminuciones duraderas y transdiagnósticas en la salud mental”, detallando que “estas relaciones fueron más fuertes para algunos grupos sociodemográficos, lo que sugiere la necesidad de apoyo adicional para las personas que sufren pérdidas marcadas durante las recesiones y para aquellos sin una red de seguridad sólida”.
Sobre la base de estos datos y en relación al escenario actual, Forbes aseguró que “la pandemia de Covid-19 está teniendo efectos rápidos en la economía, con indicios de que estamos entrando en otra recesión global” por lo cual “muchas personas están perdiendo sus empleos, experimentando tensiones financieras e inseguridad de vivienda en el clima actual”.
En este sentido, la académica aseveró que la investigación realizada el año pasado “sugiere que todas estas experiencias aumentan el riesgo de disminuciones duraderas en la salud mental“.
Por otro lado, es preciso tener en cuenta que -como en estos contextos críticos tienden a profundizarse las desigualdades socioeconómicas- los impactos en el bienestar psicológico también son desiguales, según el grupo sociodemográfico al que se pertenezca. Basándose en los resultados de los datos obtenidos posteriormente a la recesión de 2011, en otra investigación se evidenció que “los estadounidenses blancos en el percentil 75 o superior en el estado socioeconómico casi no mostraron disminuciones, e incluso algunas mejoras modestas, en la satisfacción con la vida, el bienestar, el afecto positivo y negativo y la depresión mayo”, mientras que “cuanto más bajo es el nivel socioeconómico de una persona, más probable será una caída en estas medidas”. De hecho, en este estudio liderado por Noreen Goldman, Dana A. Glei y Maxine Weinstein, en el segmento poblacional más vulnerable, se observaron “los mayores aumentos en el afecto negativo y las mayores disminuciones en el afecto positivo, la satisfacción con la vida y el bienestar psicológico”.
Estrategias posibles
Sin embargo, aún ante un panorama tan desalentador, la psicología puede brindar conceptos y herramientas que posibiliten el desarrollo de una resiliencia individual y colectiva.
Tener un “propósito en la vida puede combatir las miserias financieras”, señala el artículo de APA, aunque advierte de que “combatir los efectos sobre la salud mental de una crisis financiera inducida por una pandemia no es un desafío menor”.
Aún así, basándose en algunos estudios sobre resiliencia, la entidad que agrupa a los psicólogos de Estados Unidos (EEUU) destacó en su revisión bibliográfica el concepto de “eudaimonic well-being”, el cual hace referencia al “compromiso con un propósito en la vida y con el crecimiento personal”, y puede funcionar como “amortiguador” o “protector”.
El concepto proviene de otras investigaciones no relacionadas estrictamente con la cuestión financiera, sino con padecimientos físicos vinculados a la alteración de la Interleucina-6 y los procesos inflamatorios.
En tal estudio, que realizaron Jennifer A. Morozink, Elliot M. Friedman, Christopher L. Coe, y Carol D. Ryff, se buscaba correlacionar los factores socioeconómicos y psicosociales que trabajan sinérgicamente para predecir el riesgo general de la salud.
El desarrollo del “bienestar eudaimónico”, una categoría desarrollada por Ryff, incluye seis escalas a tener en cuenta: autonomía, dominio ambiental, crecimiento personal, relaciones positivas con los demás, propósito en la vida y autoaceptación.
“La crisis del coronavirus, paradójicamente, puede ser una oportunidad para encontrar nuevas fuentes de significado”, dijo Ryff al ser consultada por la APA.