Lo señaló Belén Ardiles, licenciada en psicología de la UNC y docente de la misma casa de altos estudios. Además, indica la importancia de fomentar la participación ciudadana de este grupo poblacional en las decisiones que le conciernen
¿Qué está sucediendo con las juventudes hoy, en este contexto de pandemia, aislamiento y educación virtual? ¿Cómo pensar las necesidades y requerimientos de este grupo poblacional diverso y heterogéneo?
Estos interrogantes son claves en estos tiempos, más aún luego del trágico asesinato de Valentino Blas Correas en Córdoba, pero también considerando la situación que atraviesan los y las jóvenes en todo el territorio nacional, según las circunstancias que a cada cual le ha tocado vivir este tiempo de coronavirus.
Belén Ardiles es licenciada en Psicología por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Además, es docente del seminario electivo no permanente “Juventudes y conocimiento situado” de la Facultad de Psicología de la misma casa de altos estudios. También es integrante del Núcleo de Estudios Psicosociales y Comunitarios de la Casa de Trejo.
En diálogo con Comercio y Justicia, la especialista precisó que para abordar estos temas es fundamental entender que “las juventudes es un concepto amplio y plural que representa las múltiples maneras de transitar ese momento vital y que están determinadas por lo histórico, social, política, económico”, entre otros factores.
En este sentido, la licenciada en psicología explicó que “la pandemia y la cuarentena han puesto a las juventudes en una situación de convivencia obligatoria en las familias que en general tienen dinámicas muy diferentes a esto y han surgido/resurgido/aparecido muchas conflictivas familiares”.
“Además -indicó- la concreta restricción de la circulación por un cordón sanitario y policías (real y simbólico) ha modificado las prácticas y repertorios juveniles, que están siempre bajo las lupa”, debido al prejuicio de que se trata de un sector que -expuesto al peligro y a la irracionalidad- no va “a cuidarse de la propagación del virus”.
En este sentido, Ardiles indicó que “al no ser las juventudes un grupo de riesgo en términos sanitarios no se ha puesto la mirada en ellas y no hubo políticas públicas específicas para este sector (por fuera de la virtualización educacional)”, aunque debe considerarse que este grupo poblacional en realidad sí se encuentra en riesgo “en relación a la vulneración de sus derechos en este contexto, más aún cuando sabemos que se registra que durante la cuarentena aumentó el consumo problemático de sustancias y la violencia policial”.
“Las políticas públicas de las infancias y juventudes quedan subrogadas a la lógica adulta nuevamente”, enfatizó.
En este sentido, la especialista destacó la importancia de fomentar la participación ciudadana de estos grupos en las decisiones que le conciernen, explicando que “la estrategia fundamental”, es considerar las juventudes desde una perspectiva que abone sus derechos, brindando una “escucha activa a sus deseos y necesidades” y dando “relevancia a la organización juvenil que ya existe (centros de estudiantes, consejos locales, grupos barriales, etcétera), que su participación tenga algún correlato en la organización ciudadana en general”
BLAS CORREAS
“Vuelven a ponerse en debate las prácticas policiales violentas”
“Creo que vuelven a ponerse en debate las prácticas policiales violentas, no sólo el hostigamiento, en las que la muerte de jóvenes está incorporada como una más”, dijo Ardiles al referirse al asesinato de Blas Correas.
“Por otro lado, este acontecimiento de Blas, toma relevancia por ser una muerte joven pero también por su condición de clase, por el impacto mediático hegemónico y político (inmediatamente se removió la cúpula policial cordobesa). Considerando eso, para pensar el impacto subjetivo de este acontecimiento es necesario remarcar esta pluralidad de las juventudes”, advirtió.
En este sentido, precisó que aunque para algunos sectores “la muerte en manos de la policía es una posibilidad constante”, en otros casos constituye “un horror que sucede alrededor”, pero que ahora con el caso de Blas, también se convierten en posibles víctimas.” “La ubicación céntrica del hecho, que en general sucede en la periferia de la ciudad, es un dato relevante para pensar cómo se amplían los repertorios mortíferos juveniles”, reflexionó.
Unicef Argentina
Adolescentes manifestaron que el aislamiento protege del contagio
La población adolescente es la que más se ha sentido protegida por las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio, ya que 95% considera que evitará el contagio en su hogar, según la “Encuesta Covid-19. Segunda Ola”, representativa de los hogares con niños en el país, realizada por Unicef Argentina, cuyos resultados fueron difundidos a principios de agosto.
A la vez, 26,8% de los chicos y las chicas dijo sentirse angustiado (+70% que en la encuesta anterior, realizada en abril), casi 25% está asustado (valores similares entre abril y julio) y 11% manifestó estar deprimido (+78%).
Consultados sobre lo que más les cuesta de la cuarentena, siete de cada 10 respondieron “no ver a los amigos”, 51% “no salir”, 38% “no poder ir a la escuela” y 38% “estar encerrado/a”.
En tanto, más de 7 de cada 10 adolescentes, además, reconocieron estar más tiempo frente a una pantalla y 17% admitió haber estado frente a situaciones de ciberacoso, discriminación, maltrato, publicaciones que incitan a la violencia o pornografía.
Consultados sobre sus emociones respecto a la posibilidad de retornar a las clases cuando se termine el aislamiento; 43% expresó el miedo a contagiarse; 27%, a no recuperar el ritmo de las clases presenciales, y 25%, la incertidumbre sobre cómo será encontrarse con amigos/as.
Entre quienes tuvieron la opción de salida durante la cuarentena, 61% mostró “agrado” y disfrutó mientras que 38% “reaccionó con mucha atención, asombro, observación”.
Esta segunda encuesta también midió efectos sobre la primera infancia (cero a seis años): 48% muestra alteraciones de la alimentación; 46%, del sueño, y 16%, de la comunicación.