Publicar un video en redes sociales no autoriza su difusión televisiva

La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil ratificó la condena por daños dictada en contra de la firma demandada, que emitió imágenes de la despedida de soltero del accionante. Entendió que lo revictimizó

La Sala B de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil ratificó una condena por daños y perjuicios por la difusión en la televisión de imágenes de una despedida de soltero privada que se compartieron en redes sociales.

“No cabe interpretar que la eventual autorización para filmar la reunión conllevara la de difundir por las redes sociales y la televisión porque, en caso de duda, la interpretación ha de ser restrictiva”, planteó el tribunal.

En esa línea, indicó que el hecho de que el hombre supiera que la fiesta estaba siendo filmada, dado que era privada y la grabación se hizo para “el recuerdo de sus amigos”, no podía interpretarse como su consentimiento tácito e inequívoco y, menos, expreso, para su emisión. Al respecto, enfatizó que ello “dista mucho de la difusión pública realizada por dos canales de televisión”.

Sobre el argumento de los codemandados, que expusieron que se limitaron a reproducir algo que ya era público por estar en las redes sociales, la alzada estimó que no era atendible porque la repetición implicó, al igual que la primera difusión, un acto antijurídico que revictimizó al reclamante.

“No se alcanza a vislumbrar cuál podría ser el interés general de la sociedad que justificaba la intromisión en la intimidad del actor, quien, por lo demás, no es persona pública, para conocer los detalles de su despedida de soltero”.

“No se alcanza a vislumbrar cuál podría ser el interés general de la sociedad que justificaba la intromisión en la intimidad del actor, quien, por lo demás, no es persona pública, para conocer los detalles de su despedida de soltero”, resaltó.

Bajo esa premisa, señaló que nada le impedía al medio digital informar por la web el evento sin exhibir al hombre semidesnudo y tomando recaudos como cubrir su rostro y omitir los datos y el sonido que permitieron su identificación.

“El derecho a la privacidad se encuentra especialmente protegido (artículo 19, primera parte, de la Constitución Nacional), ya que no se puede interferir en el ámbito de las acciones privadas salvo que ofendan el orden y la moral pública o perjudiquen a terceros”, subrayó la cámara.

“Para la difusión de la imagen, si bien no se requiere una conformidad formal, no alcanza con una manifestación meramente tácita o hipotética, ni tampoco que sea el mero producto de una presunción legal”.

Recordó también que aquellos actos privados no sólo son ajenos a la autoridad de los magistrados sino que están protegidos de la intromisión de terceros; especialmente, cuando “no se hallan implicados asuntos institucionales o de interés público ni son atinentes a funcionarios o figuras públicas”.

Imagen

En cuanto al derecho a la imagen, precisó que, como regla, el legislador vedó la reproducción de la imagen en resguardo del correlativo derecho a ella, que sólo cede si se dan “específicas circunstancias que tengan en mira un interés general que aconseje hacerlas prevalecer por sobre aquel derecho”.

“Para la difusión de la imagen, si bien no se requiere una conformidad formal, no alcanza con una manifestación meramente tácita o hipotética, ni tampoco que sea el mero producto de una presunción legal”, aclaró.

En tanto, la Cámara puntualizó que en casos en los cuales el daño moral es consecuencia necesaria de la violación de uno de los derechos inherentes a la personalidad del sujeto, como lo es el relativo a la propia imagen, la sola demostración de la transgresión será en sí misma prueba de la existencia del perjucio, que consiste en “el disgusto propio” de sentir que aquella fue agredida.