Presentaron hábeas corpus por elefante cognitivamente complejo y autónomo

En Estados Unidos, el Proyecto de Derechos No Humanos (Nonhuman Rights Project) promovió una causa por Happy, de 45 años, que reside en el zoo del Bronx, en Nueva York. El grupo recordó que en 2005 se convirtió en el primer ejemplar de su especie que pasó una prueba de indicador de autoconciencia

En Estados Unidos, la organización Nonhuman Rights Project (Proyecto de Derechos No Humanos) promovió un hábeas corpus por la elefanta asiática Happy, de 45 años.

Alega que es un animal autónomo y cognitivamente complejo que debe ser declarado persona no humana y liberado de su cautiverio en la ciudad de Nueva York, en el Zoológico del Bronx, y reubicada en un santuario.

Ahora, la justicia -concretamente, la Corte de Apelaciones estatal- analiza los argumentos del grupo y los de los representantes del zoo, que alegan que Happy no está encarcelada sino que se trata de una “magnífica criatura” que es cuidada como tal.

Espejo

El grupo precisó que en 2005 Happy se convirtió en el primer elefante en pasar una prueba de indicador de autoconciencia, tocando repetidamente una “X” blanca en su frente mientras se miraba en un espejo.

La abogada del Proyecto de Derechos No Humanos (PDNH), Monica Miller, dijo que por su inteligencia tiene “interés” en decidir con quién quiere estar, a dónde ir, qué hacer y qué comer” y que las autoridades del zoológico le prohíben elegir.

Nueva era

El zoológico y sus partidarios indican que una victoria de PDNH podría alentar la presentación de más acciones legales en nombre de animales, incluidas las mascotas.

Además, Kenneth Manning, abogado del operador del zoológico, Wildlife Conservation Society, opinó que si los tribunales le otorgan personalidad a los animales, los zoológicos modernos tendrían que liberarlos o trasladarlos.

Cuando se conoció el fallo sobre la orangutana del zoo porteño Sandra, el constitucionalista Daniel Sabsay lamentó la ausencia de una fundamentación jurídica exhaustiva en el fallo de la Casación, que es breve y se basó en una obra doctrinaria del ex juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio Zaffaroni, que no se relaciona específicamente con la cuestión.

Happy, cuyo caso se enmarca en la nueva era de los procesos iniciados por los derechos de los animales, nació en la naturaleza asiática. Fue capturada y comprada por EEUU cuando tenía un año. Llegó al Bronx con Grumpy, su compañero, que murió en 2002, en un enfrentamiento con otros dos machos.

Según el abogado del zoológico, Happy pasa tiempo en el agua y nada, se alimenta bien y tiene “comportamientos naturales”. También dijo que el demandante busca sentar un precedente enfocándose en un individuo sin pensar en el bienestar del resto.

Por su parte, los letrados de PDNH aclararon que no importa cómo se trate a Happy: apuntan a que se está violando su derecho a la libertad corporal y piden que se reconozca su derecho a salir del zoo.

Los tribunales se vienen pronunciando en contra de los reclamos del PDNH: el grupo no tuvo éxito en casos similares, incluidos los que impulsó por chimpancés alojados en el norte del estado de Nueva York, en Gloversville.

En julio de 2017, por unanimidad, la Corte de Apelaciones del Estado negó la petición de la organización para que Tommy y Kiko fueran llevados a un santuario: sostuvo que no tienen derecho a estar libres porque no son personas.

La decisión fue un revés para el Proyecto de los Derechos de los No Humanos, que desde hacía años bregaba por los ejemplares, que viven encerrados en jaulas en una residencia privada, New York.

Habilidades avanzadas

En su reclamo, el abogado y activista Steven Wise aportó declaraciones juradas de expertos que estiman que los chimpancés tienen habilidades cognitivas y sociales avanzadas.

Los jueces -quienes anteriormente fallaron en contra de pedidos similares- opinaron que a los primates no se les pueden conceder derechos porque no están capacitados para afrontar “responsabilidades legales y obligaciones sociales”.

Wise estimó que ello es incorrecto y sostuvo que los recién nacidos y los individuos que están en coma, por ejemplo, tienen derechos aunque no pueden asumir responsabilidades.

Sin embargo, el punto de vista del letrado y de los expertos no convenció a la Corte neoyorquina. “La capacidad lingüística y cognitiva de los chimpancés no tiene que ver con la de asumir obligaciones y responsabilidades legales por sus actos”, escribió el magistrado Troy Webber.

Sobre el planteo relacionado con los bebés y a las personas en coma, opinó que “ignora el hecho de que son seres humanos y miembros de la comunidad humana”.

Argentina

En septiembre del año pasado, un fallo dictado en Argentina -cuya Justicia es pionera en decisorios novedosos sobre derechos de los animales- habilitó el traslado de dos elefantas del ecoparque de Mendoza a un santuario brasileño.

En esa oportunidad, la Cámara Federal de esa provincia confirmó el rechazo del pedido de suspensión de la medida.

Los magistrados avanzaron en conceptos de derecho animal y reafirmaron el carácter de persona no humana de los elefantes a cuyo favor se interpuso el hábeas corpus.

Para ello, citaron el estándar jurídico consagrado por la Cámara Federal de Casación Penal en el caso “Orangutana Sandra s/ Hábeas Corpus”, de 2014, entre otros precedentes.

Cuando se conoció el fallo sobre la orangutana del zoo porteño, de 30 años, oriunda de Sumatra, el constitucionalista Daniel Sabsay lamentó la ausencia de una fundamentación jurídica exhaustiva en el fallo de la Casación, que sólo tiene una carilla y se basó en una obra doctrinaria del ex juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Eugenio Zaffaroni, que no se relaciona específicamente con la cuestión.

En su momento, la Sala II del máximo tribunal en lo penal del país estimó que la situación de Sandra configuraba el “confinamiento injustificado de un animal con probada capacidad cognitiva”.

Los camaristas Alejandro Slokar, Ángela Ledesma y Pedro David enfatizaron que a partir de una interpretación jurídica dinámica era necesario reconocerle al animal el carácter de sujeto de derechos, pues los sujetos no humanos (es decir, los animales) son titulares de éstos.

Después del caso de Sandra -que fue trasladada al santuario Centre of Great Apes, en Florida, Estados Unidos-, otros fallos nacionales sentaron jurisprudencia en el mundo.

Uno de ellos data de 2015 e involucró la chimpancé Cecilia, del zoológico de Mendoza, que actualmente vive en Brasil, en el santuario para grandes primates de Sorocaba (estado de San Pablo).

Cecilia fue la primera primate del mundo en ser beneficiada como un ser humano con la figura jurídica del hábeas corpus en una sentencia que versó sobre privación ilegítima de la libertad.

Interpretación jurídica

A pesar de que a fines de 2014 el abogado que presentó el hábeas corpus por Sandra aclaró que la interpretación jurídica del caso no podía extenderse a otros animales que están en zoológicos, el reciente caso de las elefantas de Mendoza mostró que sí es viable.

A su turno, Andrés Gil Domínguez señaló que, aunque la sentencia que logró serviría como un antecedente importantísimo, no sería extensible a otro tipo de animales.

“Esto sólo se aplica al caso de ‘Sandra’ y de los grandes primates, que tienen 96% de identidad genética con los seres humanos”, explicó el constitucionalista hace ocho años.

A la fecha, el concepto de persona no humana no se aplica sólo a los grandes simios -los animales más cercanos de los seres humanos, con los que compartimos la inmensa mayoría de los genes- sino a otras criaturas que también se destacan por sus capacidades cognitivas, sociales, de comunicación, de aprendizaje y que pueden ser definidas como autónomas.

Polémica

La presentación del Proyecto de Derechos No Humanos tiene detractores y partidarios, y generó polémica.

La Asociación Nacional para la Investigación Biomédica afirma que autorizar peticiones en nombre de animales podría aumentar los costos de realizar investigaciones críticas.

En tanto, las instituciones estatales y nacionales que representan a los veterinarios presentaron un escrito en el que dijeron que la demanda promueve los derechos de la personalidad de los animales por encima de su bienestar.