Según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y Ayuda en Acción, siete de cada 10 jóvenes latinoamericanos se dedicarán al sector de los servicios para 2030, lo que supondría un aumento de más del 10% de las cifras actuales y una tendencia que impactará en el sector agrícola y en el de manufactura.
El documento resaltó que las transformaciones tecnológicas, demográficas y medioambientales tienen mucho que ver con los datos.
Precisó que, si bien aquel traslado de sectores podría ofrecer mayores oportunidades de empleo a la población joven en el corto plazo, hay riesgo de que, a mediano plazo, ante la falta de políticas públicas, suba la precariedad laboral y el hacinamiento en los grandes centros urbanos.
Según el informe, en un lustro solo uno de cada 10 jóvenes se dedicará al campo. En 16 países de la región, más de 1,2 millones de jóvenes dejarán el sector agrícola, cerca de 640.000 abandonarán el manufacturero y más de 1,8 millones ingresarán al de servicios, caracterizado por bajos niveles de cualificación y, en ocasiones, la temporalidad.
Cifras
Andrés Espejo, consultor de la división de desarrollo social de Cepal, explicó que las cifras podrían aumentar debido a la intensificación de la migración interna producto del cambio climático y a la reconfiguración de la migración intrarregional.
Sostuvo que los eventos climáticos adversos están expulsando a las personas con mayor virulencia y rapidez de las zonas rurales; es decir, los jóvenes migran cada vez más y no vuelven a los territorios. “Aunque a los Estados les preocupa, no están yendo tan rápido como el problema. Las ciudades se van a saturar mucho más”, dijo.
Espejo recordó que en 2001, los jóvenes en la agricultura rondaban el 16% y que actualmente no superan el 10%, un porcentaje que se reducirá hasta el 8,2%, según sus cálculos. “Para que vuelvan al territorio o no se vayan tiene que haber ahí una oferta atractiva. Y no la hay”, sentenció.
En ese marco, planteó que lo que puede precarizar el ecosistema laboral de los jóvenes en el futuro no es necesariamente el sector servicios, sino la ausencia de políticas públicas para el nuevo panorama. “El turismo a priori no tiene un acento de precariedad. Exige pocas credenciales para entrar y por eso crece. Pero lo precario es la informalidad de quien vive del turismo por ejemplo en venta ambulante, no empleado en un hotel”, señaló.
Según los datos recopilados en 2022, el salario de más del 20% de los trabajadores de entre 15 y 29 años está por debajo de la línea de la pobreza, y el 37% tiene ingresos menores al salario mínimo nacional.
Matías Figueroa, director de programas de Europa y gestión del conocimiento de Ayuda en Acción, alertó que el cambio de modelo puede exacerbar la desigualdad en la región. “Tenemos que empezar a mirar al mundo rural con una mirada inclusiva y establecer de una vez la inclusión digital. Este es un factor trascendente incluso para acceder a ofertas remotas que les permitan quedarse en los territorios, además de un acceso a una mayor oferta educativa”, afirmó.
Para el experto, una forma de evitar el colapso de las metrópolis pasa por reforzar y garantizar los servicios básicos en la ruralidad, como la salud y el transporte.