viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

“Hoy la vida nos pone de cabeza, ya no podemos seguir caminando igual aunque el norte sea el mismo”

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La abogada y magíster en Gestión, Carolina Granja, destacó la necesidad de los operadores judiciales de “repensarse” y de adecuar sus competencias en una realidad que ha vuelto a cambiar

 

Silvina Bazterrechea [email protected]

La irrupción del coronavirus modificó las prácticas laborales en el mundo entero. El Día del Trabajador nos encuentra en un escenario impensado, de profunda transformación y de gran incertidumbre. Las instituciones han tenido que modificar sus prácticas y adaptarse a un nuevo panorama de emergencia. Habrá un antes y un después del coronavirus. También para el Poder Judicial, asegura Carolina Granja, abogada, especialista en derecho judicial y directora del Instituto de Gestión en Sistemas de Justicia, de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Córdoba.

Reinventarse desde la interdisciplina, pensar con creatividad y desarrollar nuevas competencias son algunas de las claves para sobrevivir al nuevo ecosistema, explica Granja en esta entrevista exclusiva con Comercio y Justicia.

-¿La irrupción del coronavirus cambia especialmente el mundo del trabajo en la Justicia?

-La dinámica de la vida social en este mundo globalizado nos encuentra atravesando un nuevo hito que la historia que, como hasta ahora es segmentado en “a.C”. y “d.C.”, esta vez se sintetizará en si fue antes o después del coronavirus. El trabajo en general y la labor judicial en particular no son ajenos al impacto global, por lo que, en esa nueva realidad que nos espera tras el umbral de cada puerta, deberemos hacernos una pregunta central: ¿qué desafíos, traducidos en objetivos a alcanzar y necesidades a satisfacer, deberán guiar cada uno de nuestros trabajos?

Específicamente, cómo aceitar el engranaje de cada espacio laboral en el sistema judicial: dónde están juzgados, asesorías, cámaras, fiscalías y oficinas judiciales administrativas, como también cuerpos legislativos y ejecutivos que, junto a los colegios profesionales -particularmente, de abogados-, son engranajes centrales en este sistema de justicia en el que no está ni debe estar solo el Poder Judicial.

El proceso natural de globalización en que hace rato estamos inmersos implica compartir, no fragmentarnos. Hoy está claro que China tose y muere un cordobés; pero asimismo puede un mendocino diseñar una alternativa para que no tosa un chino más. Ésa es la buena noticia: que también se comparten y multiplican las acciones positivas en este contexto de incertidumbre, en el que decidir con acierto y agilidad también se torna difícil. De hecho, la Justicia de Córdoba generó el Banco de Buenas Prácticas en Gestión Judicial frente al Covid, que fue difundido en Inglaterra a través del sitio Remote Courts como un aporte al intercambio de experiencias judiciales en el mundo ante la pandemia.

-¿Hacia dónde podría direccionarse el trabajo judicial?

-No es sencillo identificar escenarios futuros en medio de la incertidumbre reinante y diseñar estrategias para transitarlos con relativa tranquilidad. Pero primero lo primero: la Justicia de aquí y del mundo debe colocar sobre la mesa objetivos a cumplir, resultados deseados en todos los niveles. Luego cabrá acordar mediante qué indicadores o evidencias les podremos hacer un seguimiento o, incluso, un ajuste y volver sobre nuestros pasos.

Para ello necesitamos decir con claridad dónde estamos parados hoy. Porque a veces se antepone la herramienta al trabajador y éste al objetivo, cuando es justamente a la inversa. No podemos hablar de recursos y medios tecnológicos necesarios cuando no sabemos si los trabajadores tienen la habilidad para hacerlos funcionar, y menos aún sin antes definir para qué objetivos se necesitan resultados de unos y de otros.

Mirando sólo el horizonte a veces desconocemos que el próximo paso a dar nos llevará directo al abismo, por lo que resulta clave saber dónde estamos parados aquí y ahora. Equivocarse nunca será el problema, lo será no saber qué hacer una vez caídos al pozo, no tener alternativas, un mínimo plan para salir de ahí.

– ¿Cuáles cree que son los desafíos a los que se enfrenta el Poder Judicial por el coronavirus?

Los grandes desafíos para la Justicia no son de hoy. Ellos no han cambiado sino que entiendo que este contexto los ha resignificado. Sigue intacta la misión y razón de ser de la Justicia en un Estado de derecho, su norte sigue siendo brindar una tutela judicial efectiva. La pregunta en el contexto “a.C.” y “d.C.” seguirá siendo de qué modo podemos alcanzar ese objetivo desde cada organismo judicial y desde la labor concreta de cada artífice del sistema.

– ¿Será necesario cambiar la cultura judicial para cumplir con su misión?

Antes de pensar en cambiarla, primero necesitamos problematizarla junto a los arraigados paradigmas laborales que tenemos los abogados, ubicados de un lado y del otro de la mesa de atención.

Hoy la vida nos pone de cabeza, ya no podemos seguir caminando igual aunque el norte sea el mismo. Esa “nueva normalidad” que nos espera allá afuera no permite ser sostenida por los hilos de culturas organizacionales y ritos laborales que no pueden, no quieren o no saben adaptarse al contexto social.

En Latinoamérica y el mundo los abogados, como artífices principales de la Justicia, necesitamos repensarnos no sólo para reinventarnos sino también para legitimar nuestro rol. La Justicia sostiene la vida armónica en sociedad pero es la confianza depositada en el sistema la que permite sostener su voz dentro del Estado. No se confía en lo desconocido o temido sino en quién comunica y rinde cuentas claras y concretas de los resultados de su labor.

Aplaudimos como novedad cuando en la Justicia hablamos en un “lenguaje claro” o cuando somos capaces de darles a nuestras decisiones judiciales la posibilidad de una “lectura fácil” a quien tiene alguna dificultad de comprensión lectora. Triste novedad que habla de la necesaria empatía que debimos construir siempre con los destinatarios de nuestros mensajes. Podrá parecernos de avanzada pero al mundo le escandaliza. Debemos correr con mayor agilidad para alcanzar la realidad que pasa por allí afuera y que ahora, además, ha vuelto a cambiar.

– ¿Qué herramientas y habilidades requiere, en este contexto, el ejercicio de la profesión del abogado y cuáles puertas adentro de los tribunales?

-Debemos adaptarnos a un nuevo ecosistema social, para lo cual los abogados necesitamos desarrollar nuevas competencias que no se vinculan únicamente con lo que aprendimos en la facultad, con ese saber jurídico o normativo. Para sobrevivir en este nuevo ecosistema desde la estructura laboral existente, mínimamente debemos adecuar las competencias. ¿Qué significa eso? Permítame la metáfora: o desarrollamos alas y aprendemos a volar o nos absorbe la tierra.

Necesitamos más valientes que obsecuentes, más praxis, más gestión estratégica que erudición. Frente a un hecho concreto, necesitamos más respuestas céleres que doctrina dividida en bibliotecas. Necesitamos mirar más desde la perspectiva de nuestros usuarios, calzarnos con más frecuencia los zapatos de cada uno de nuestros destinatarios. El camino está trazado por los grandes principios del derecho y la justicia, no se trata de inventar uno nuevo sino de entender cabalmente cómo poder andarlo mejor para llegar a los objetivos sin tantas frenadas, sin tantas barreras formales, sin tanta disputa innecesaria, sin tanto desgaste institucional y, consecuentemente, humano.

Los hábiles abogados procesalistas, que en Córdoba orgullosamente contamos con más de un puñado, tienen que movilizar las reformas legales necesarias para darle vida al derecho, así como herramientas a los decisores y gestores; aceitar el canal para que fluya la justicia sin obstáculos.

Hoy resultaría tragicómico algún debate del año pasado que ponía en duda la conveniencia o no de -por ejemplo- la digitalización del expediente o la oralización de una audiencia. Necesitamos que este contexto nos cacheteara para entender que no debíamos poner el foco en el canal por sobre el contenido a transmitir junto al tiempo necesario para hacerlo. La lentitud de una prolija forma no puede dar rigidez al sistema o a lo que debe dirimirse judicialmente.

Dicho de otro modo, tener una pelota profesional y un arco reglamentario no nos hará excelsos jugadores de fútbol. Contar con la última innovación tecnológica no es ni será bueno en sí mismo sino en cuanto sea capaz de ser el mejor canal para lograr los resultados buscados en el menor tiempo y a un menor costo. Será por donde fluya la justicia sólo si se modifican arraigados paradigmas de labor. Nunca tendrá sentido informatizar el caos y la burocracia. Cabe aquí el subrayado de Nietzsche: “Quien tiene un para qué, tiene un cómo”. Es decir, primero definimos el objetivo, luego vemos por dónde canalizarlo mejor.

Este ecosistema necesita de creatividad; desarrollar esa capacidad nos permitirá evolucionar como especie trabajadora. También comprender el agregado de valor que desde otros saberes pueden aportar a lo jurídico y favorecer la interdisciplina, pues tras la pandemia vimos que las soluciones no vienen desde una única perspectiva para observar. Los territorios son más vastos y complejos que nunca.

Cuando pase esta pandemia quedaremos reconociendo cuáles competencias, destrezas y valores pusimos en juego; pero fundamentalmente cuáles son todos aquellos que aún nos faltan desarrollar, tanto en el ámbito organizacional como también en el individual.

 

Comentarios 3

  1. Jorge Cornejo says:

    Los nuevos paradigmas q se replantea la sociedad, requiere de un mayor esfuerzo por parte de la justicia y un acuerdo sensato de los operadores judiciales, funcionarios y abogados q conforme el principio de quién se encuentra en mejor posición, debe hacer el mayor esfuerzo y no hay dudas q la balanza, está del lado de tribunales, y no entienden el esfuerzo del litigante y del justiciable, q debemos soportar, la burocracia, los caprichos de cada secretaria y juez, según nuestro gran maestro Arbones, dónde lo simple hay w hacerlo complicado. El litigante, debe remar en el dulce de leche, mientras el personal judicial, disfruta del postre a fin de mes, con su sueldo asegurado y sin aportar, ni una idea facilitadora, todo lo contrario

  2. Gustavo Eduardo Nuñez says:

    Jamás vi un discurso tan rebuscado y vacío. Carente de contenidos, exámenes de la realidad y de propuestas. Realmente es un esfuerzo titánico para no decir nada. Pregunto si habrá litigado alguna vez en los Tribunales, sabes en las condiciones que trabajan los empleados y nosotros los operadores del derecho. Creo que no tiene idea por más de que Vite a Nietzsche.

    • Stella Campos says:

      Con todo respeto mi querido….creo que no fundamentas nada….hay que sostener lo que se refuta…..y tener mucha espalda para hacer frente a tan buena explicación….saludos cordiales…

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