Denuncian maltrato en el zoo y piden que dos animales sean declarados personas no humanas

Las ONG Sin Estribos y la Mesa de Proteccionistas acudieron a la Justicia. Apuntaron a las situaciones de alojamiento del oso pardo “Voldemort” y de un puma rescatado. Para obtener precisiones sobre la normativa vigente y otros temas, Comercio y Justicia consultó a la abogada María Celeste Rinaldoni

La Fundación Sin Estribo, encabezada por la abogada Andrea Heredia de Olazábal, y la Mesa de Proteccionistas de Animales, presidida por Silvia Sastre, presentaron una denuncia por la presunta comisión de los delitos de maltrato animal e incumplimiento de deberes de funcionario público en el denominado Bioparque de la Diversidad.

Las entidades apuntan a las malas condiciones de vida del oso pardo “Voldemort” y de un puma que está lesionado.

Piden que ambos animales sean declarados personas no humanas y, como tales, sujetos de derecho.

Sobre el oso, entre otras cosas, indicaron que no tiene espacio suficiente, que no recibe sol y que sufre por el ruido que generan las obras en el lugar. En cuanto al puma (que era doméstico y fue secuestrado y enviado al zoo) manifestaron que -como tiene una parálisis- no puede alimentarse correctamente.

Cabe recordar que tanto “Voldemort” como sus padres, “Rita” y “Kodak”, iban a ser trasladados a un santuario de Arizona, en Estados Unidos, pero la medida se frustró como consecuencia de la pandemia.

La nueva presentación se suma a otras formuladas durante los últimos años por la situación de los animales en el zoológico de la ciudad.

En diálogo con Comercio y Justicia, Heredia de Olazábal sostuvo que a la fecha “nadie da una solución viable para los animales” y que no hay “una política seria” sobre qué hacer con ellos.

Cabe recordar que, en julio de 2010, Sin Estribos, la Mesa de Proteccionistas, Natura, Atma, y Ventana de Luz promovieron un amparo con el fin de que se implementara un programa de enriquecimiento ambiental, con acciones como ampliación de las jaulas e incorporación de vegetación.

Las organizaciones también reclamaron que motorizaran traslados a reservas de recuperación dentro y fuera del país y que se prohibieran tanto la reproducción como la sustitución de ejemplares.

En suma, solicitaron que el zoo reasumiera su rol como un lugar de investigación, para el mejoramiento de los animales.

Especialista

Para obtener precisiones sobre la situación actual de los zoológicos y la normativa penal vigente, Comercio y Justicia consultó a la abogada María Celeste Rinaldoni , especialista en Derecho Penal, docente de la Facultad de Derecho (UNC) y coautora del libro Protección penal a los animales. Análisis de las leyes 14346 y 27330 , entre otras publicaciones.

¿Cuál es hoy la situación de los zoológicos en el país?

Actualmente se advierte la tendencia a abolir estos espacios, bajo el entendimiento de que ya no cumplen los objetivos para los que fueron creados: entretenimiento y educación. Por esto, muchos zoológicos de nuestro país cerraron sus puertas, en línea con la tendencia mundial de considerar los animales seres sintientes.

Los animales silvestres, al ser despojados de su hábitat natural, desarrollan patologías del comportamiento que, en ocasiones, los llevan a enfermar y morir. Esta realidad nos obliga a reflexionar acerca de los zoológicos, donde pueden apreciarse signos de que los animales cautivos están sufriendo profunda e innecesariamente.

En este sentido, las estereotipias constituyen indicadores de falta de bienestar animal. Son conductas repetitivas causadas por los intentos reiterados de adaptarse al ambiente en el que está cautivo. El estrés y la imposibilidad de llevar a cabo comportamientos importantes para la especie contribuyen al desarrollo de estereotipias.

Así, podemos ver felinos, osos y elefantes pasearse de un lado a otro repetidamente, lo que puede lastimar sus patas; acicalamiento excesivo, que puede causar alopecia y dermatitis; los chimpancés suelen arrancarse el pelo -en especial de sus antebrazos- como síntoma de estrés y aburrimiento, pudiendo llegar a la automutilación; o morder repetidamente un determinado objeto o los barrotes de las jaulas. Se observan desórdenes alimenticios y comportamientos maternales anormales, entre otros.

Debido a la degradación generalizada de los zoológicos en nuestro país y la presión de la sociedad, estas instalaciones comenzaron a cerrar o reutilizarse, siendo los animales trasladados a santuarios y reservas.

En caso de registrarse hechos de maltrato o crueldad animal en los zoológicos, ¿qué sanción penal podría aplicarse?

La ley penal 14346 (denominada “ley Benítez”) sanciona los actos de maltrato y crueldad animal con una pena de 15 días a un año de prisión. Concretamente, podría resultar aplicable el inciso 7 del artículo 3, en cuanto prevé como conducta delictiva el “causar sufrimientos innecesarios a un animal”.

De la palabra “sufrimiento”, que emplea el tipo objetivo, se desprende un argumento moral a favor de la protección penal de los animales: la capacidad de sufrir. Para la ley, “sufrimientos innecesarios” significa causarles, por cualquier medio, un padecimiento que no es imprescindible para la seguridad o bienestar del animal. Esta forma de crueldad animal comprende tanto el sufrimiento físico (privarlo de espacio suficiente y que esto le provoque heridas; exponerlo o no mantenerlo a resguardo de las intemperancias climáticas, etcétera) como el menoscabo psíquico (por ejemplo, mantenerlo enjaulado permanentemente). Si sufriese falta de agua, alimentación adecuada, o desnutrición, el supuesto podría encuadrar además en el inciso 1 del artículo 2 de la ley, entre otras figuras delictivas que podrían concurrir.

El hecho de someter a cautiverio animales salvajes, podría configurar esta forma de crueldad, si quien los tiene a cargo se representa -al menos- la posibilidad de que estén sufriendo en aquellas condiciones y los mantiene en ese estado. Por ello, se trata de un delito que admite dolo eventual. De hecho, la manifestación de las estereotipias, sería un indicador de importancia que permitiría al sujeto advertir la falta de bienestar en el animal y que está sufriendo.

A su criterio, ¿resulta suficiente la pena prevista en la ley 14346?

No, en absoluto. Se trata de una ley del año 1954 que requiere ser modificada. Al tiempo de su sanción, los animales eran (son aún) considerados “cosas muebles semovientes” por la legislación civil.

El legislador penal quiso entonces ser coherente con ello y con la sistemática del Código Penal, que tipifica el delito de daño sobre un animal como delito contra la propiedad en el artículo 183, estableciendo la misma escala penal en la ley 14346.

Desde entonces, a pesar de algunas lagunas normativas, axiológicas o defectos de técnica legislativa, la ley viene siendo aplicada e interpretada razonablemente por los distintos tribunales del país, dando lugar a importantes precedentes.

Actualmente, hay una creciente sensibilidad social y consideración de los animales como “seres sintientes” y en esa línea se viene expidiendo la jurisprudencia nacional que, indudablemente, avanza con mayor celeridad que el legislador. Un caso paradigmático es el de la orangutana “Sandra”, que fue declarada por la justicia como “persona no humana”. Jurídicamente ello significa que es un sujeto que siente y titular de elementales derechos. Se entendió que su cautiverio y exhibición violaban tales derechos, disponiéndose su reubicación en un santuario acorde a su especie.

Por ello, la escala penal de la ley 14346 debe ser actualizada conforme al nuevo paradigma y al bien jurídico que se intenta proteger. No se trata sólo de “endurecer las penas” sino de que sean proporcionadas a la gravedad de estos delitos, que no tienen como objeto de la acción punible “cosas” sino seres capaces de sentir angustia, ansiedad y dolor. Ello impone también la necesidad de que el status jurídico que aún tiene el animal en nuestra legislación civil sea modificado.

¿Se registró en nuestro país alguna condena por maltrato animal en zoológicos?

Entiendo que todavía no hubo condenas aunque sí imputaciones penales a directores de zoológicos -en Mendoza, Córdoba y Luján (Buenos Aires)-. La Justicia tampoco resulta ajena ante la percepción social de intolerabilidad que estos hechos de maltrato generan. Ocurre que a veces es difícil visibilizar estos delitos cuando involucran sufrimiento psíquico como acto de crueldad animal.

Estamos acostumbrados a asociar el delito con la existencia de lesiones físicas, cuando hay sangre o golpes. Y esto debe cambiar. Es lo mismo que sucede con relación a algunos ilícitos contra las personas, quienes pueden ser víctimas de otros tipos de violencias, no sólo física.