ESCUCHARLa mirada asqueada de los ciudadanos inseguros apunta contra los delincuentes callejeros, generalmente pobres. Perdona a los criminales mayores, a los ricos organizados del delito que no andan en moto, andan en limusina. No se trepan en medianeras, suben a jumbos privados. No apuntan con un arma en una esquina. Son los jefes de la muerte.
Por Inecip
Los argumentos masivos contra la inseguridad incitan tratos discriminatorios basados en la raza, el color, la posición económica o el aspecto físico. Apuntan contra el delincuente, muchas veces también asesino, más débil: el pobre. Porque el mayor criminal del mundo no anda en las calles ni sale por TV. Se llama crimen organizado.
¿Qué es el crimen organizado? “Es la criminalidad compleja donde intervienen ciertas organizaciones, grandes cantidades de dinero para la financiación y varias unidades de negocios; algunos legales y otros ilegales”, sintetiza el especialista en seguridad Martín Angerosa (1).
Son las bandas que trafican drogas ilegales; que venden personas; los falsificadores de obras de arte y de billetes; los lavadores de dinero en casinos, discotecas, hoteles y el turismo. Los secuestradores de grandes poderosos.
Criminales que, a diferencia del ladronzuelo de barrio que también puede convertirse en un asesino, tienen poder económico para comprar el silencio de policías, jueces y fiscales inescrupulosos. Sobre todo en tiempos en que el mercado de la droga esté estable, las bandas rivales hayan alcanzado acuerdos territoriales justos y la población, en general, esté suficientemente intimidada por ellos.
De acuerdo con el informe de la Organización de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Crimen de 2011 (con datos registrados en 2010), la región con mayor tasa de homicidios del mundo es África, donde se comete 36 por ciento de los asesinatos del mundo. Y América, el segundo, con el 31 por ciento.
La misma fuente informa también que en América habría hasta 25 por ciento más asesinatos cometidos por el crimen organizado y las pandillas que en Europa y en Asia. Pero también advierte una salvedad destacable: “Estos resultados no deberían interpretarse como un indicador de que el crimen organizado esté más extendido en América que en otras regiones del mundo. (…) Algunas de las áreas más afectadas por el crimen organizado registran bajos niveles de violencia. Típicamente, mientras mejor esté organizado el crimen, menores tasas de violencia serán asociadas a éste, en tanto los grupos criminales hayan saldado sus deudas con funcionarios, hayan resuelto las tensiones extra e intergrupales e intimidado a la población con el grado de violencia que les resulte favorable”.
Esto es, el crimen organizado se mueve como un fantasma en la neblina debido a que necesita mantener un perfil bajo para hacer mejores negocios. Sobre todo en tiempos en que pueden cometer delitos millonarios sin asesinar a sus rivales porque la distribución territorial de la droga o de la venta de personas fue cerrada equitativamente. Y porque el flujo del mercado de cocaína está estable y no es necesario asesinar para quedarse con el negocio de otros.
Como explica Martín Angerosa, también miembro del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia de Argentina: “La muerte ocurre durante el robo de un auto; pero ese auto forma parte de un delito de la delincuencia organizada para la venta ilegal de drogas. Los que matan y mueren son los vendedores de los barrios. La plata de la venta de la droga termina en un banco en Las Bahamas”.
(1) Coordinador Sede Córdoba ILSED
Fuente: Acceso Global. Periodismo sin presiones. Primer Medio de comunicación digital con financiamiento colectivo de América Latina
