Admiten solicitud de adopción plena de la hija de la cónyuge

El tribunal valoró que la figura simple del instituto no responde adecuadamente a los fundamentales intereses de la menor involucrada, ya que no crea parentesco alguno con la familia del adoptante, lo cual desconocía los lazos afectivos existentes en el caso. [privado] La Cámara de Familia de 1ª Nominación declaró la inconstitucionalidad de los artículos 313, segundo párrafo, 323, 329 y 332 del Código Civil (CC)y, por consiguiente, hizo lugar al pedido de adopción plena de la hija de su cónyuge, presentado por F. N. Al solicitar la adopción plena de la hija de su esposa, el actor planteó la inconstitucionalidad de la norma en cuanto dispone que la adopción del hijo del cónyuge sólo puede ser de carácter simple, y de los efectos previstos por los artículos 329 y 332 del CC, detallando que la nena está bajo su cuidado desde el año de vida, que ha ejercido el rol de padre y que existe entre ellos un fuerte vínculo afectivo. También señaló que M. U. carece de filiación paterna y que no mantiene relación alguna con su padre ni con la familia de éste. Derechos A su turno, el tribunal plasmó que el análisis de la eficacia constitucional de la normativa vigente, en cuanto involucra derechos fundamentales que se ejercen en la órbita familiar, se inserta en el marco que surge de los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos incorporados a la Constitución Nacional. En tanto, detalló que con la adopción simple se persigue que el adoptado conserve sus vínculos con la familia de origen, por lo que se conservan derechos alimentarios y sucesorios, precisando que la figura plena, en cambio, determina la desaparición de toda vinculación con los parientes de sangre. Además, subrayó que en el caso no podía desvincularse la realidad de la niña con las hipótesis previstas por el artículo 325 del CC, que se refiere a los menores en situaciones de orfandad, abandono o sin filiación acreditada, y autoriza su adopción plena. “En el supuesto bajo estudio no existe vinculación fáctica ni jurídica entre la niña y un progenitor biológico no reconociente, cuyo rol y lugar es ocupado por el adoptante”, reseñó la Cámara, enfatizando que admitir la razonabilidad del planteo de éste y asumir la invalidación de la estrictez de las previsiones de la adopción simple no suponía quebrar los lazos de consanguinidad y jurídicos consecuentes con la madre, ya que se trata de la adopción de una hija extramatrimonial sólo reconocida por ésta. Así, concluyó que las normas específicas aplicables a la adopción del hijo del cónyuge no responden adecuadamente a los fundamentales intereses de la menor, ya que con la figura simple sólo se establecen vínculos jurídicos entre adoptado y adoptante, pero no se crea parentesco alguno con la familia de este último, lo cual desconocía los lazos afectivos existentes. Por otro lado, resaltó que se afectaría la igualdad de los hermanos, en cuanto se encontraría en una posición diferente al del hijo recién nacido de la nueva unión. “Toda restricción legal tiene un límite sustancial que se deriva de los principios de razonabilidad y proporcionalidad”, expresó, considerando que, por ello, no podía desconocerse la identidad dinámica que el accionante y la niña han construido recíprocamente, además de la relación paterno filial, los vínculos de integración familiar con ascendientes del adoptante. “Asimismo, tampoco podría entenderse excluida, por aplicación rigurosa de la ley, a la progenitora de la niña cuya adopción se pretende, quien también introduce la cuestión constitucional como representante de la menor”, acotó. Identidad Finalmente, las juezas María de los Ángeles Bonzano de Saiz, María Virginia Bertoldi de Fourcade y Graciela Melania Moreno de Ugarte consignaron que la identidad responde a una situación jurídica subjetiva por la cual “el sujeto tiene derecho a ser representado fielmente en su proyección social”; es decir, a que “se le conozca y defina en su ‘verdad personal’ tal cual es, sin alteraciones, desfiguraciones, falseamientos, distorsiones o desnaturalizaciones de sus atributos, tanto estáticos como dinámicos, que lo distinguen de los demás en cuanto lo hacen ser ‘el mismo’ y no ‘otro”. Y puntualizaron las vocales: “Ante el derecho de la persona, se yergue el deber de los demás de respetar la 'verdad’ que cada cual proyecta, de modo objetivo, en su vida de relación social”. [/privado]

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