Vladimir Putin admitió que la situación es “extremadamente difícil” en zonas ucranianas que Rusia pretende anexar, en las regiones de Kherson y Zaporizhzhia.
Sostuvo que la situación es “extremadamente difícil” y que por eso ordenó a los servicios de seguridad que intensifiquen la vigilancia en las fronteras y sobre la sociedad, para combatir la “aparición de nuevas amenazas”, tanto del exterior y como de “traidores en el interior”.
En ese sentido, dijo que necesitaba “la máxima compostura y concentración de fuerzas” en las operaciones de contrainteligencia.
El inusitado reconocimiento de Putin de que la invasión de Ucrania no va sobre ruedas se dio mientras Kiev renovaba sus peticiones de más armamento, después de que drones rusos alcanzaran objetivos energéticos, y en pleno clima de zozobra por temor a que Bielorrusia, aliada de Moscú, pueda abrir un nuevo frente de invasión.