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Semana laboral reducida ¿sueño o posibilidad en Argentina?

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La prueba piloto, que está llevando a cabo España desde hace algunos meses en algunas compañías, reavivó el debate que ya fue superado por países más desarrollados como Australia, Noruega y Dinamarca. El Gobierno nacional admitió que el tema “está en la agenda de discusión que se viene”. ¿Podrán empresarios y sindicalistas llevar adelante un debate constructivo?

En Argentina, la ley 11544, sancionada en el año 1929, regula hasta el día de hoy la duración de la jornada laboral, y establece que ésta no puede superar 8 horas diarias o 48 horas semanales. La idea rectora detrás de esa norma era la “teoría de las tres ocho” que se le asigna a Robert Owen, empresario, filántropo y teórico socialista galés que también es considerado el padre del cooperativismo. Su teoría establecía ocho horas de trabajo, ocho de ocio y ocho de descanso. 

Esa misma idea fue la originaria del reclamo que llevaron a cabo en Estados Unidos 350.000 obreros que paralizaron más de cinco mil fábricas y salieron a las calles el primero de mayo de 1886 con la intención de acotar la jornada laboral, que en las industrias se extendía hasta 14 o 15 horas diarias. 

Los tiempos actuales -más ahora, atravesados por la pandemia de coronavirus que azota el mundo- han planteado la necesidad del debate sobre actividades no contempladas hasta ahora y, por lo tanto, no alcanzadas por ninguna legislación ni remuneradas, como las tareas de cuidado y las tareas del hogar, que terminan prolongando la jornada laboral y acortando el descanso y el ocio, dos derechos humanos indiscutidos.

Por ello, hace algunos años comenzó a debatirse en diferentes países lo que se conoce como jornada laboral reducida o semana laboral de cuatro días sustentada en dos modelos: uno que propone la reducción semanal de horas, y otro más nuevo en el que se mantienen las horas, pero se reparten en menos días a la semana.

Argentina, en tanto, tiene -a decir de los especialistas- una jornada de trabajo extensa, de 48 horas, cerca de países como Mongolia o Pakistán, donde la carga horaria semanal supera 50 horas, pero pegada a países de la región tales como Bolivia, Colombia, Costa Rica, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, en los que la semana laboral oscila entre 46 y 48 horas.

Mientras tanto, Ecuador es el país latino con la menor carga horaria semanal (40 horas), Chile junto a Brasil, El Salvador, Honduras y República Dominicana, que se encuentran entre los que tienen una jornada semanal de 41 a 45.

En el otro extremo del mundo, ya habiendo superado este debate, se encuentran países como Australia, Noruega, Dinamarca y Holanda, que cuentan con semanas laborales que van de 30 a 35 horas.

Quién reavivó el debate

Semanas atrás, el país que reavivó este debate fue España, cuyo gobierno acordó lanzar un proyecto piloto para empresas interesadas en probar la idea de la semana laboral de cuatro días o 32 horas.

Se trata de una iniciativa del Partido de izquierda Más País que lidera el diputado Iñigo Errejon, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Según la fundamentación que formó parte de su discurso en la Cámara de Diputados de su país, la reducción de la semana laboral a cuatro días es buena porque “es una medida democrática: No es libre quien no tiene tiempo. Hay que tener tiempo para poder participar en política y cuidar de los nuestros y poder conciliar ambas cosas, y en definitiva ser ciudadanos. Aristóteles decía que sólo quien tiene tiempo puede pensar políticamente. Y la democracia requiere de que la gente tenga tiempo. La vida no puede ser ir de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”.

“En segundo lugar, es una medida verde: al reducir los desplazamientos reducimos los gases de efecto invernadero. Las vidas más tranquilas son vidas menos contaminantes. En tercer lugar es una medida de salud: vivimos en sociedades que están enfermas de estrés. Sin tiempo para cuidar de lo que comemos, cuidar de los nuestros, teniendo muchas personas que tomar pastillas para aguantar el ritmo. Simplemente mucha gente a la que el ritmo de la vida los supera. Hay que ralentizar el ritmo para vivir mejor”, continuó.

Muertes prematuras. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo publicado el pasado lunes 17 de mayo asegura que, trabajar más de 55 horas semanales aumenta el riesgo de muerte por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. «Es hora de que todos, gobiernos, empleadores y trabajadores, finalmente reconozcamos que las largas horas de trabajo pueden causar muertes prematuras», aseguró la doctora María Neira, directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS. 

Y en último lugar, es una medida económica. Hay que abandonar una idea obsoleta que se fija sólo en el número de horas trabajadas. La clave para la generación de riquezas es la productividad”, aseguró.

Para indicar eso se basó en la propia historia de su país, que en 2017 redujo las horas de trabajo de 40 a 35 por semana, y verificó un crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB) de 1,5%, además de la generación de 560.000 nuevos empleos, según concluyó un estudio publicado este año por la revista Cambridge Journal of Economics.

Además, en España descartan que el “fin de semana largo” generará mayor gasto en esparcimiento, en turismo y en gastronomía, sectores traccionadores de la actividad económica. 

La nueva propuesta fue aprobada el año pasado y puesta en marcha en 200 empresas españolas a principios de este año.

En Argentina

En el país, en tanto, el tema no estaba en la agenda hasta que una funcionaria del Gobierno nacional deslizó esa posibilidad. Se trata de la secretaria de Gestión y Empleo Público de la Nación, Ana Castellani, quien dijo que está “en la agenda de discusión que se viene explorar semanas laborales más cortas”. 

“Creo que la pandemia nos está poniendo a prueba en muchas cosas vinculadas en cómo concebir el trabajo en el futuro y ésta es una más. El trabajo remoto y la posibilidad de explorar semanas laborales más cortas está en la agenda de lo que se viene y de la discusión respecto a los incrementos de la productividad que pueden generarse con medidas de esa naturaleza”, destacó.

Sin embargo, no dio mayores detalles ni tampoco hubo posicionamientos oficiales, salvo de la ministra de Trabajo de la provincia de Buenos Aires, Mara Ruiz Malec, quien en una disertación sobre “Empleo y reducción de la jornada laboral. Crisis y políticas laborales”, organizada por la Fundación Germán Abdala, consideró “necesaria la discusión”.

La funcionaria dijo que no tiene “una postura tomada” respecto a cuál forma de reducción es la mejor, ya que “en algunos lugares del mundo funcionó, en otros no, y hay varias alternativas”. Sin embargo, consideró que “en muchos casos depende del gran peso que tienen los empleadores en definir sobre esto. Debemos tener cierta correlación de fuerzas para poder avanzar en la cuestión”.

Si bien la pandemia y la crisis económica tienen la prioridad de los esfuerzos, los que no quieren dejar pasar la oportunidad son los gremios, que ven una posibilidad para poner en relieve temas como la apropiación de las ganancias y la caída del salario real, muy relacionadas con la discusión. 

Propuesta de los bancarios

Uno de los proyectos de ley presentados en la Cámara de Diputados es el que cuenta con el aval de la Asociación Bancaria.

El proyecto propone variar la duración de la jornada laboral como herramienta para la mejor distribución del trabajo existente y, al mismo tiempo, para incrementar la productividad por medio de “los beneficios que representa, a saber: disminución del ausentismo, disminución de la siniestralidad y la disminución de la cantidad de accidentes de trabajo”. 

“Para la OIT, la cuestión del tiempo de trabajo se ha convertido en un elemento clave del Programa de Trabajo Decente, en el marco más amplio de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y en particular del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), para promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”, refiere Claudia Ormachea, diputada nacional por Buenos Aires del Frente de todos (FdT) y dirigente sindical de La Asociación Bancaria.

Como impulsora del proyecto explica que la causa exhibe tres puntos originales de abordaje. En primer lugar, responder a la demanda desde una reducción que no supere las seis horas diarias o 36 semanales. En segundo lugar, canalizar la necesidad de poner en diálogo una petición con décadas de reclamos, el agotamiento tanto psíquico como físico produce aumentos de los riesgos de accidentes. y finalmente, que está comprobado que la reducción de la jornada disminuye el ausentismo e incrementa la productividad.

Asimismo, destaca: “Creo que la redistribución del trabajo es importante, hay mucha gente que no tiene trabajo. Si bien sabemos que esta reducción no va a habilitar a que se cubra la necesidad de todos aquellos que hoy no cuentan con un empleo, creemos que es una medida que en algunos sectores de la economía va a ayudar a que se generen otros puestos de trabajo”. 

“También estamos convencidos de que la producción no puede estar relacionada solamente con la cantidad de horas trabajadas. Por qué no pensar que esas horas que los trabajadores van a tener para su vida propia pueden ser utilizadas para otros emprendimientos, para estudiar, viajar, capacitarse, todo eso también mueve la economía”, refirió y aclaró que la propuesta implica la reducción horaria con el mismo salario. “Es una forma de revalorizar la hora de trabajo en el marco de toda la pérdida de poder adquisitivo”, indicó.

Para finalizar, se manifestó consciente de que el debate va a ofrecer discusión y resistencia, pero consideró que “aun hoy, en pandemia, tenemos que ser capaces de adelantarnos a lo que viene en el futuro, y adelantarnos significa haber aprendido algo de esta pandemia, y de lo que significa vivir la vida con dignidad, con salud y con un poco más de distribución de la riqueza”.

Proyecto de la CTA

La otra propuesta ingresada en septiembre del año pasado es la del diputado nacional por el Frente de Todos (FdT) y secretario de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), Hugo Yasky, quien propone reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales para “formalizar miles de empleos”.

Según indicó, “la iniciativa busca dar solución a la realidad del empleo informal en nuestro país”. Y explicó que se trata de un proyecto que “apunta a regularizar la situación laboral de cientos de miles de trabajadores y trabajadoras en este contexto de alta desocupación, que la pandemia no hizo más que profundizar”.

“El objetivo de esta iniciativa es reducir la carga de horas semanales para que más trabajadores que están en la informalidad y que superan el 30%, sean contratados y pasen a la esfera formal”, expresó en su cuenta de Twitter.

Los fundamentos de su proyecto de ley recuerdan que el convenio 47 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estableció la jornada laboral de 40 horas semanales. “Dicho convenio se adoptó durante la Gran Depresión de los años ‘30,  estimándose que la semana laboral de cuarenta horas sería una forma de repartir el trabajo existente y moderar de tal forma la crisis económica y social”, se menciona.

La mirada de los empresarios

La contracara de lo que sería el debate por la reducción horaria de la semana laboral es el empresariado. 

En la Unión Industrial de Córdoba (UIC), Leonardo Destéfano, presidente del Departamento de Relaciones Laborales indicó en diálogo con Comercio y Justicia que “conceptualmente las empresas deben atar estos proyectos a la productividad, es decir, que no se generen costos extra para las compañías, sobre todo con el contexto internacional en el que estamos insertos que nos obliga a ser competitivos”. 

Generar costos extra no sería el camino. Pero si esa reducción de la jornada laboral está atada a la productividad y a la innovación, lo veo viable, es lo que las empresas buscan todo el tiempo”, aseguró y agregó: “Si con la infraestructura del país se puede hacer en menos tiempo lo mismo que se hace ahora en cinco días laborales, atado a la productividad, sería impresionante”.

Trabajo en exceso. La OMS y la OIT estiman que en 2016 murieron 398.000 personas de un derrame cerebral y 347.000 de una enfermedad cardíaca por haber trabajado en exceso. El estudio concluye que trabajar 55 horas o más a la semana se asocia con un aumento de 35% del riesgo de un AVC y de 17% de morir de una cardiopatía isquémica, comparado con una persona que trabaja entre 35 a 40 horas semanales.

Sin embargo, consideró que no sería una medida que se pueda aplicar rápidamente. “Tenemos convenios colectivos de trabajo que datan de muchos años y que ven este tipo de cosas como una amenaza. Son contados con los dedos de una mano los convenios actualizados o nuevos que están alineados a las nuevas formas de trabajo”, refirió. 

Y concluyó: “Si estuviese atado a la productividad, lo vemos viable. Son discusiones que hay que plantearlas, sentarse a la mesa y tratarlas, porque es sin dudas hacia donde va el mundo”.


El beneficio de trabajar menos días

La consultora de Salud Laboral y Servicio de Prevención de Riesgos Acreditado Geseme, una de las más prestigiosas de España, enumeró las principales ventajas de que se ponga en práctica la semana laboral de cuatro días.

Para empezar, consideró que se reducen los costos asociados a la actividad. Sin embargo, marcó como elemento clave el de conseguir tener una plantilla de trabajadores más saludable, feliz y con más chances de quedarse en la empresa (retención de talento).

Según refirió, “un fin de semana de tres días permite desconectar y descansar mejor. Esto repercute positivamente en la disminución de los niveles de estrés y en una mayor motivación a la hora de ir a trabajar”, lo que redunda en “trabajadores felices”.

“Tener más tiempo para hacer las cosas que nos hacen felices aumenta la felicidad general y puede ayudar a aumentar el compromiso hacia  una empresa: es beneficioso para todos”, explicó.

Asimismo, destacó la menor cantidad de problemas de salud. “Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 59% de los españoles declaran sufrir algún tipo de estrés en su trabajo. El estrés es actualmente responsable de 30% de las bajas laborales. Tener un fin de semana más largo para disfrutar  conducirá a una mejora en el bienestar y reducción de los niveles de estrés”, aseguró Geseme.

Por otra parte, también se asoció a la semana laboral más corta el incremento de los niveles de productividad (esa teoría refiere que los empleados más felices y satisfechos están más centrados en su trabajo lo que repercute en mayores niveles de productividad), y el reclutamiento y retención de talento (ofrecer un trabajo más flexible es definitivamente una ventaja a la hora de reclutar trabajadores además de ser una excelente manera de atraer a los mejores talentos y mantenerlos comprometidos también).

Geseme también hizo hincapié en cuándo no aplicar la semana de cuatro días y al respecto mencionó que el primer paso es valorar si la empresa puede llevarlo a cabo. 

“Aquí es importante matizar que a menudo se espera que la mayoría de empleados en una semana de cuatro días trabajen las mismas semanas de 40 horas, pero en cuatro días en lugar de cinco. En este caso, las jornadas pueden extenderse a 10 horas. Jornadas de trabajo más largas podrían tener un efecto significativo en los niveles de estrés de sus empleados y, por lo tanto, en su bienestar y productividad generales omitiendo así los beneficios de la jornada de cuatro días”, remarcó.

Y finalizó: “Cambiar a una semana laboral de cuatro días requiere un ajuste radical y más igualitario en nuestra comprensión del trabajo en sí, no como trabajo como ‘deber’, estatus o trabajo agotador, sino como una contribución que cada individuo hace”.


Los derechos contemplados en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional

El artículo 14 bis fue uno de los dos únicos agregados que se hizo al texto de la Constitución Argentina de 1853 como resultado de la reforma constitucional de 1957 realizada durante la dictadura militar autodenominada Revolución Libertadora que, pese a ser discutida, fue convalidada por la Convención Constituyente de 1994.

Allí se establece que: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurará al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial”.

Así, explica que “queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo”.

Mientras, precisa que “el Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna».

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