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¿Cuáles son los desafíos para lograr una economía “más verde”?

¿QUÉ CAMINO TOMAR? La clave es hacia dónde orientar los esfuerzos de las naciones.
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Organismos internacionales advierten de la necesidad de una reconversión de los modelos productivos. El alerta por el cambio climático se profundizó ante la crisis de coronavirus. Especialistas indican límites para el crecimiento del actual sistema

Frente a la crisis económica derivada de la pandemia de coronavirus ¿está el mundo preparado para una transformación del sistema productivo, de manera de generar un impacto más positivo en materia ambiental y social?

Previamente a 2020, pero con más fuerza durante un año atravesado por el avance del covid-19 en todo el planeta, se han escuchado cada vez más voces que reclaman una modificación en la modalidades productivas y de consumo a escala global y especialistas han destacado la importancia de orientar el crecimiento pospandemia de una manera que se promueva la equidad y la sustentabilidad en la distribución de los recursos.
De hecho, tales metas ya se encuentran en gran parte precisadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por Naciones Unidas (ONU) y también fueron abordadas recientemente en el reporte “¿Nos estamos reconstruyendo mejor? Evidencia de 2020 para un gasto verde inclusivo”.

En este caso, el documento -elaborado conjuntamente por el Programa de Medioambiente de la ONU, la Universidad de Oxford y el Observatorio de Recuperación Global– precisa que la crisis sanitaria actual está “probablemente ligada” a pérdidas en los entornos y hábitats naturales y que se suma a la situación de contaminación y polución en todo el mundo. Frente a esto, dice la carta introductoria del documento firmada por la directora Ejecutiva del programa de la ONU, Inger Andersen, la respuesta de los distintos gobiernos a la pandemia “ha sido admirablemente rápida y ambiciosa en escala”, aunque el mundo “corre el riesgo de desperdiciar una oportunidad para corregir el rumbo y prestar atención a la advertencia de la naturaleza, de continuar asignando gasto fiscal a inversiones que degradan el medio ambiente”.

En este contexto, la respuesta a la pregunta que plantea el título del documento y señala el reporte es “aún no”. De hecho, las inversiones en proyectos destinadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que minimicen la contaminación del aire apenas, en términos globales, llega a 18% total del gasto de las naciones destinado a la recuperación poscovid-19, si se incluyen los fondos destinados por la Comisión Europea.

Por otro lado, también considerando el impacto del coronavirus en la economía de la región, los países de América Latina y el Caribe se comprometieron en el mes de marzo pasado a implementar  una agenda común, con el objetivo de “avanzar hacia un futuro mejor”.

El compromiso tuvo lugar al finalizar la Cuarta reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe para el Desarrollo Sostenible, que se desarrolló entre el 15 y el 18 de marzo de manera virtual, en el cual las naciones aprobaron un documento con 94 conclusiones y recomendaciones, entre las cuales se realiza un llamamiento a la comunidad internacional para que refuerce las medidas destinadas a hacer frente a los desafíos que impiden alcanzar los ODS. También se destaca en el texto la necesidad de la protección de la biodiversidad, la elaboración de estrategias de reducción del riesgo de desastres, el aumento de la disponibilidad de datos, la participación de los jóvenes y la transferencia de tecnología a los países en desarrollo.

“De igual forma, (las naciones) reafirman su compromiso renovado de poner fin a la pobreza en todas sus formas y dimensiones y al hambre en todo el mundo, de seguir promoviendo el desarrollo sostenible, incluido el crecimiento económico inclusivo, protegiendo el medio ambiente y promoviendo la inclusión social, de combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, así como de respetar y promover todos los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos”, agregó un comunicado emitido al finalizar el encuentro. 

Otro ejemplo de la búsqueda global de un camino “más ambientalista” en materia económica llegó recientemente con la noticia de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial evalúan implementar “swaps de deuda verde”, los cuales podrían estimular una acción contra el cambio climático en los países en desarrollo.

“Los swaps de deuda verde tienen el potencial de contribuir a la financiación del clima. Tienen el potencial de facilitar una acción acelerada en los países en desarrollo»,expresó a comienzos de abril la titular del FMI, Kristalina Georgieva.

Mientras, en el ámbito nacional, fue el propio ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Luis Basterra, quien indicó a principios de este mes que los países latinoamericanos tienen la oportunidad de “poder fijar objetivos” comunes en la región en base a la sostenibilidad ambiental de los sistemas productivos y la reducción de la pobreza, durante la apertura de los Agro-Encuentros Ministeriales Sudamericanos, de los que también participaron funcionarios de Uruguay, Brasil, Chile, Paraguay y Perú.

En esta línea, el funcionario nacional expresó que la región «está llamada a cumplir un rol central frente a los desafíos que presenta el contexto internacional, siendo uno de los principales proveedores mundiales de alimentos sanos, nutritivos y de calidad así como de servicios ecosistémicos».

En tal sentido, destacó la sostenibilidad de tales sistemas productivos y su alineamiento con los ODS, en particular,  respecto de la lucha contra la pobreza rural y la inseguridad alimentaria.

«América Latina tiene un capital natural que no tienen otros lugares del mundo, salvo África y algunos lugares de Asia, y somos los verdaderos acreedores ambientales. Desde la revolución industrial, los que nos invitan a avanzar en la sostenibilidad son los que generaron pasivos ambientales, producto de las relaciones desiguales entre los países», señaló Basterra.

En tanto, en Córdoba, días pasados, el Gobierno provincial anunció que apostará a la transformación de la matriz energética nacional, fomentando la producción y el uso del combustible diesel de origen 100% biológico, tal como lo informó en su momento este medio,

Si bien cada uno de los datos consignados hasta aquí y las iniciativas que se enumeran tienen sus particularidades en relación a la transformación de las matrices productivas con el objetivo de la sustentabilidad económica, ambiental y social, se puede vislumbrar el interés compartido de orientar el modelo actual hacia propuestas que contemplen un mayor cuidado de los recursos naturales y -en consecuencia- un desarrollo más “verde” de las naciones y jurisdicciones. 

Aun así, la pregunta permanece en el aire: ¿será posible en este escenario de extrema incertidumbre caminar en tal dirección? ¿Es justamente la pandemia una “oportunidad”?

Acciones posibles

Para poder abordar la cuestión de “lo verde”, tan presente en los discursos actuales, es preciso distinguir algunos términos que también se encuentran ligados a esto como sostenibilidad, sustentabilidad, triple impacto y economía circular.

Marina Alabí es licenciada en Comunicación y posee un MBA del ICDA, Escuela de Negocios de la Universidad Católica de Córdoba. Actualmente, se desempeña como responsable de Proética de tal unidad académica de la UCC. En diálogo con Comercio y Justicia, la especialista precisó que tanto sostenibilidad como sustentabilidad se utilizan como “sinónimos” en América Latina y en Argentina, considerando que “lo importante es el concepto al que quieren referir”.

“Se trata de que cuando se opera en una organización, en una institución, o como individuo, siempre se va a pensar en las generaciones futuras, en qué hacer para el después de mañana”, explicó y agregó  -en esta línea- que “también se trabaja con otros conceptos como triple impacto, que es cuando una acción puede ser considerada desde el resultado económico, social y ambiental de manera integrada. Cuando se da esta tríada, se dice que se está haciendo sustentabilidad o sostenibilidad”.

De manera articulada, también trabajan los ODS,  la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y las tres R relacionadas con la reducción, la reutilización y el reciclado. 

Por otro lado, en esta línea conceptual, también se define la “economía circular”, que consiste en operaciones dentro de una cadena de valor, en la cual se hace que algo (un material, un producto o un procesos) en vez de ser desechado reingrese a la cadena, convirtiéndose en un activo, explicó Alabí.

Desde su experiencia, la especialista detalla que existen “oportunidades” interesantes en este contexto de pandemia y que se pueden hacer “millones de cosas”, que contemplen el triple impacto y la economía circular, preservando recursos para las generaciones futuras.

En este sentido, las alianzas entre empresas y las acciones de las diferentes casas de estudio pueden ser claves.

“En mi caso, por ejemplo, también trabajo en el rubro de la gastronomía. Al aceite de los locales se los damos a una empresa de biocombustibles en forma de donaciones. Esa compañía produce el biocombustible a partir de lo que para nosotros puede ser un desecho y a la vez disminuimos la contaminación. Es decir, nuestro desperdicio pasa a ser un activo para otro”, explicó Alabí.

Otro ejemplo que comentó la magíster en Administración de Empresas se refiere a la UCC, en la que se implementó una acción con relación a la utilización del cartón y el papel. Además de trabajar la disposición final diferenciada para el reciclado, se desarrollaron distintas pautas de reutilización del material.

Por otro lado, vale señalar que existen empresas que dentro de sus procesos tienen el objetivo de implementar acciones que -de manera específica- garanticen un impacto positivo en materia social y ambiental y pueden obtener certificaciones internacionales.

Planteo de fondo

Por otro lado, más allá de las acciones específicas que puedan implementar Gobiernos y empresas con orientación a la “sustentabilidad” y el cuidado de los recursos naturales, ya sea mediante la reformulación o la maximización de los procesos, el debate de fondo sobre qué rumbo debe tomar la tan mentada transformación continúa presente entre especialistas de la economía. 

Roberto Domenech es doctor en Economía y profesor de la materia Economía Ecológica en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). En diálogo con este medio, precisó que “los límites del crecimiento, proclamando la necesidad de proveer bienes, están manifiestos”, sobre todo en esta crisis. 

En este sentido, el especialista advirtió que es necesario “dejar de hablar de crecimiento, sobre todo para algunas economías” y que, en este marco, la disciplina que enseña propone “estabilizar el flujo metabólico de la economía” y considerar  que, luego de esta disrupción producida por la coyuntura sanitaria, “no podemos volver al mundo de antes porque no hay cómo”.

En la misma línea se expresó Iván Iturralde, también docente de la FCE de la UNC en la materia Economía Ecológica e investigador del Instituto de Economía y Finanzas (IEF) de la misma unidad académica.

“Los problemas ambientales, tal como suceden en la actualidad, son a causa de un sistema o modelo de desarrollo que va en un determinado sentido. Este sistema busca formas de hacerse sostenible, pero sin cambiar de sentido. Entonces es como que buscas parches pero estos aportes son cucharaditas en un mar de té”, aunque el académico destacó ciertas acciones empresariales y públicas que se efectúan con seriedad ya que “son importantes a partir del momento en que las empresas y personas se involucran en los problemas y buscan alternativas para tratar de minimizar el impacto ambiental”.

No obstante, según lo investigado por esta rama de la economía, “en algún momento, va a  surgir con más fuerza la Teoría del Decrecimiento, ya que aún lo sostenible se basa en el consumo de recursos naturales”. “Toda la actividad humana genera un impacto, el problema es que lo hacemos ya a volúmenes qué es difícil volver o mantenernos en un estado estable”, advirtió en este sentido.

A la vez, el especialista aseguró que “la forma de solución que hasta ahora ha propuesto la economía es a través del análisis individual”, aunque esto resulta inútil porque el problema es “global” y enfatizó en que “el sistema tiene que cambiar”.

Aún así, resulta clave comprender -en palabras de Iturralde- que “la gente necesita comer y es evidente que también necesita trabajo”, por lo cual es fundamental que se pueda planificar “hacia dónde vamos”.

Con este objetivo, explicó, es necesario “investigar de qué forma se puede compatibilizar un camino hacia la sustentabilidad”, considerando que “de un día para el otro, en diez años, no se pueden cambiar patrones de producción o preferencias de la sociedad, sobre todo porque hay muchos intereses en juego”.

En la misma línea, el docente de la UNC precisó que el “problema de fondo está en el modelo de consumo y en el modelo productivo tal como está”, considerando que el impacto ambiental que tienen los países más desarrollados generalmente es transferido a los que se encuentran en proceso de desarrollo.

“Hay que saber entender que uno es parte del problema. Nosotros también somos responsables de un sistema productivo que va en un determinado sentido, estamos todos implicados. Éste es el debate que hay que dar: a qué modelo se quiere ir”, aseguró.


ALERTA 2021

Estiman un repunte de las emisiones de CO2 asociadas a la generación de energía

DESPUÉS DEL AISLAMIENTO. Luego del cierre de 2020, los niveles de contaminación retomarán la tendencia alcista.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) advirtió la semana pasada de que las emisiones de gases de efecto invernadero por la producción y el consumo de energía pueden volver a acercarse este año a su máximo anterior a la crisis a raíz del coronavirus, al reanudarse la demanda mundial de todos los combustibles fósiles, sobre todo el carbón.

Luego de un descenso histórico de 5,8% en 2020, debido a la pandemia y sus medidas de contención, las emisiones relacionadas con la energía (es decir, unas tres cuartas partes del total mundial, todos los sectores reunidos) deberían repuntar 4,8% este año (+1.500 millones de toneladas, hasta 33.000 millones), consignó la agencia de noticias AFP.

«Esto es una sombría advertencia de que la recuperación económica tras la crisis de covid no es hasta ahora sostenible para nuestro clima«, dijo el director de la AIE, Fatih Birol, en un comunicado.

Este sería el segundo aumento anual más alto jamás registrado para estas emisiones, que provocan el calentamiento global, después del repunte posterior a la crisis financiera de 2010.

En tanto, se prevé una suba de la demanda de todos los combustibles fósiles de forma significativa en 2021, y sobre todo el carbón, que es el mayor emisor de todos, en los países emergentes.

La demanda de carbón crecería 4,5%, superando su nivel de 2019 y acercándose a su máximo de 2014.

Además, impulsado por el sector eléctrico, este incremento será 60% superior al de las energías renovables que también crecen.

También se prevé que la demanda de gas supere su nivel de 2019.

Por otra parte, la demanda de petróleo está subiendo con fuerza, pero no se espera que alcance su máximo de 2019 debido a las incertidumbres en el sector de la aviación.

En cuanto a las energías renovables, se calcula que la producción de electricidad crezca 8% para proporcionar alrededor de 30% de la electricidad mundial (frente a menos de 27% en 2019). En tanto, la energía solar y la eólica, en particular, deberían experimentar un crecimiento anual récord.

«A menos que los gobiernos actúen rápidamente para empezar a reducir las emisiones, es probable que nos enfrentemos a una situación aún peor en 2022«, advirtió Birol.


CUMBRE DE LÍDERES 

Alberto Fernández presentó un plan de mitigación para Argentina y apoyó “canje por acción climática”

ALBERTO FERNÁNDEZ. El presidente argentino participó virtualmente de la discusión global.

En el marco de la Cumbre de Líderes sobre el Clima, convocada por el Presidente de Estados Unidos (EEUU), Joe Biden durante los pasados días 22 y 23, el jefe de Estado, Alberto Fernández, sostuvo que «la crisis ecológica y social son dos caras de la misma moneda» e insistió con la idea de una «renovación de la arquitectura financiera internacional» que posibilite un «canje de deuda por acción climática».

Al exponer en forma virtual, Fernández señaló -en línea con las ideas del papa Francisco- que el cuidado de la ecología y la situación social son fenómenos íntimamente relacionados.

Además, el Presidente convocó especialmente en su mensaje a sus pares más cercanos a coordinar «medidas regionales y solidarias» y, de la misma manera en que lo había hecho ayer en la Cumbre Iberoamericana, se mostró como impulsor de un «canje de deuda por acción climática».

«Nos miran las nuevas generaciones. El tiempo de la duda se terminó; nadie se salva solo. Transitemos unidos un tiempo distinto con justicia social, financiera y ambiental», postuló el mandatario argentino.

En tanto, el primer mandatario sostuvo también que el Gobierno puso «la acción climática y ambiental en el centro de sus convicciones» y citó a Juan Perón al afirmar que se debe «tomar conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medioambiente».

Señaló en ese sentido que el país no sólo honra las metas del Acuerdo de París sino que además postula mayores medidas y esfuerzos.

«He instruido a nuestro Gabinete Nacional de Cambio Climático para que elabore el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación, a presentarse en la COP 26 de Glasgow. En este sentido, me complace anunciar aquí los nuevos compromisos que orientarán nuestra acción: Elevamos nuestra Contribución Determinada Nacional un 27,7% respecto a la de 2016, Son dos puntos porcentuales adicionales, a la ya presentada en 2020″, destacó.

En esta línea, estimó que esos pasos son «consistentes con la meta de 1,5 grado centígrado, y con la neutralidad de carbono al 2050».

«Asumimos el compromiso de desarrollar el 30% de la matriz energética nacional con energías renovables. Diseñamos un plan de medidas de eficiencia para la industria, el transporte y la construcción. Promoveremos la adopción de tecnologías de punta para la reducción de emisiones de metano y contaminantes de vida corta», precisó.

Asimismo, anunció que Argentina impulsará «un complejo productor y exportador de hidrógeno como nuevo vector energético», que se adoptarán medidas «profundas para erradicar la deforestación ilegal, tipificándola como delito ambiental» y que se enviará al Congreso un proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos.

Entre las acciones económico-financieras, Fernández reiteró su pedido para que la «asignación de derechos especiales de giro» se haga «sin discriminar a los países de renta media» y se reconfiguren «los análisis de las aseguradoras de riesgo para no distorsionar» las realidades de los países emergentes.

Además, mientras el país discute la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), Fernández también criticó los «sobreendeudamientos irresponsables» adquiridos antes de la pandemia y pidió «mayor flexibilidad de plazos, tasas, y condiciones» para el pago de los compromisos.


GEOPOLÍTICA

Con Biden, Estados Unidos busca liderazgo en acciones de sustentabilidad

NUEVA ORIENTACIÓN. La plataforma de Biden contempla amplias acciones contra el cambio climático.

Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, indicó también durante la Cumbre de Líderes sobre el Clima que la lucha contra el cambio climático genera una oportunidad para crear «millones de empleos bien remunerados» en los sectores de innovación tecnológica para crear energía limpia, en su discurso de apertura de la última sesión de la cumbre climática virtual.

De esta manera el primer mandatario de la potencia mundial se ubicó al frente de la lucha contra el cambio climático, diferenciándose de la postura tomada por su antecesor, Donald Trump

«Cuando invertimos en infraestructura y resiliencia climática creamos oportunidades para todos», aseguró, al señalar que se crearán empleos que «todavía ni siquiera se nos ocurrieron».

En este sentido, Biden explicó que ese es el núcleo del plan de empleos que propuso para Estados Unidos al asumir su mandato, en enero pasado y que para ellos será necesario invertir en innovación.

«No hay una sola tecnología mágica, porque cada sector requiere que la innovación se ponga a la altura de este momento. Este esfuerzo crítico va a dar lugar a los descubrimientos que más impacten en los hogares del mundo y bajen el costo que estamos pagando ahora por contaminar el aire», prometió.

«Vamos a llegar a emisiones cero en todo los países y todos los países van a tener que invertir en tecnologías de energía limpia nuevas a medida que avancemos en este futuro con emisiones cero», expresó. 

Para alcanzar ese objetivo, destacó la tarea de organizaciones como Mission Innovation, una iniciativa global para acelerar la innovación pública y privada de energía limpia, anunciada por Bill Gates en la COP21 del 30 de noviembre de 2015.

“Estados Unidos una vez más tiene un puesto de liderazgo: vamos a sumarnos a los esfuerzos de descarbonizar los sectores críticos de la economía», lo que incluye al sector industrial, energético y agrícola, aseveró Biden.

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