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Sin colaboración y creatividad no hay desarrollo y crecimiento

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Las sociedades cambiaron y siguen haciéndolo. Y con ellas, la economía y los negocios. Innovar no es una opción, subraya Gerardo Neugovsen y arriesga las condiciones del “ecosistema” a crear para tener éxito. Por Javier De Pascuale – [email protected]

“¿Qué pasaría si modifico lo que hay?” y “¿por qué no hacerlo?” son las dos preguntas que dispararon una reciente conferencia sobre los desafíos de la innovación en las empresas y en la economía, que dictó en la ciudad de Panamá Gerardo Neugovsen, director del programa de especialización en Business Innovation de ADEN, la red educativa internacional que sostiene la famosa Escuela de Negocios de Panamá, con presencia en una veintena de ciudades de Latinoamérica, varias de ellas argentinas, aunque inexplicablemente ausente en Córdoba. Estamos hablando de un centro de formación focalizado en el desarrollo profesional de directivos y gerentes de empresas, para todo el continente.
Básicamente, las preguntas que lanzó al juego el editor del blog “Es la economía creativa” (http://economia-creativa.com/) en la conferencia del pasado día 17, plantean que para que haya innovación debe haber cambio de escenario. Y para que éste ocurra, deben crearse espacios de debate e intercambio donde las ideas, sobre todo las nuevas, puedan crearse y fluir.
“Innovar ya no es una opción”, postuló. No lo es para las empresas, mucho menos para los profesionales que se desempeñan en ella, como tampoco lo es para los gobiernos o los hacedores de la política económica. “La innovación es el nuevo motor de la economía”, es otra de las frases escuchadas en la ocasión y que todos hemos escuchado en más de una oportunidad.
Tras citar casos de empresas exitosas como Blockbuster y Kodak que cayeron de su pedestal por dormirse en sus laureles y no hacer los cambios necesarios en el momento debido, aclaró: “De estos casos hemos visto muchos”. Sin embargo, hoy en día “hay grandes oportunidades para las startups, para obtener resultados diferentes en compañías ya establecidas y ser más competitivos como país”; por supuesto, si a la tecnología se le complementa la innovación.
Neugovsen precisa que, en el mundo actual, el uso de los recursos intangibles –el conocimiento– para generar riquezas permite dos logros a la vez: extraer el máximo potencial de las personas y, al mismo tiempo, “humanizar” las empresas.

Con frecuencia se tiende a pensar en innovación en términos exclusivamente tecnológicos, así como la creación de empresas sólo se concibe en función de los negocios. Lo cierto es que “en la sociedad del siglo XXI hay que contemplar que la ciencia y la tecnología, las empresas, la economía, el desarrollo cultural y social están relacionados”, subraya el experto. “Somos como nodos en una red tecnológica y social y nos conectamos como redes con los demás”, plantea Neugovsen, por lo cual “lo importante, como sociedad y como país, es lograr articular estos elementos, más allá de las oportunidades, los recursos y el capital humano”.
El mundo de los negocios ha cambiado mucho: los horarios comerciales son 24 horas, siete días a la semana; empleados se convierten en emprendedores; las relaciones jerárquicas se vuelven colaborativas; los consumidores se vuelven productores o “prosumidores” y ante este nuevo ecosistema socio-económico se impone a las empresas replantear las relaciones con los clientes, con los gobiernos y con las otras empresas. Cambiar la visión que tienen hacia abajo, hacia arriba y hacia los costados. asumiendo que ese cambio será necesariamente innovador y echará mano de recursos tecnológicos. Desde la tecnología digital, la de los negocios, la asociatividad, el marketing hasta la tecnología social.

“Si lo miramos desde un modelo organizacional más tradicional y obsoleto de configuraciones jerárquicas, donde cada uno está en su cubículo y no hay interacciones, la innovación no puede surgir, porque lo que alimenta la innovación es la creatividad y esta requiere canales de flujo. Si la creatividad no fluye, no puede haber innovación”, explicó el experto que hoy titula esa ponencia desde su portal web con un concepto enlazado que merece que le prestemos atención: crear “ecosistemas de ideas, colaboración y desarrollo”.
En términos simples, la crisis económica global y que se expresa en último término en la pérdida de empleos, con su consecuente pérdida de ingresos estatales y subsecuente aumento de la presión fiscal, se resuelve creando cientos, miles de pequeñas empresas de intensivo uso de mano de obra, en el sector servicios, que brinden soluciones creativas a los nuevos problemas de las nuevas sociedades.

Volviendo al principio, un movimiento que comienza en el cambio del escenario. Creando espacios de encuentro interdisciplinarios e intersectoriales, donde se puedan combinar ideas y, con metodologías y técnicas de trabajo que fomenten la creatividad y la resguarden. “Hay que canalizar ese flujo de ideas y generar mejoras para la sociedad y para los negocios”, nos aconseja el experto.
Una ecuación hacia el desarrollo que de este modo subraya el papel de un factor tantas veces señalado pero pocas veces pensado: la educación, actor clave para lograr transformaciones reales. “Una educación que deje de estar orientada a procesos repetitivos, y en cambio dé a las nuevas generaciones las herramientas, prácticas, experiencias e interacción necesarias que favorezcan la innovación y el emprendimiento”.

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