La cuestión interpela los gobiernos locales y ya forma parte del menú de trabajo de organizaciones internacionales. Pero además son las propias entidades las que deben cambiar de actitud, advierten
Para que las empresas sean sostenibles en un mercado mundial cada vez más competitivo es necesario, en primer lugar, que sean viables. “Esto comprende garantizar y mantener altos niveles de productividad y ser capaces de adaptarse a los continuos progresos tecnológicos. Además, con el surgimiento de la importancia de las cadenas de valor, a nivel nacional y mundial, las empresas tendrán que desarrollar estrategias -y revisarlas continuamente- a fin de posicionarse como actores en este sistema de mercado en constante evolución”, afirma Vic van Vuuren, director del Departamento de Empresas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Igual importancia tendrá la capacidad de las empresas de gestionar tanto los recursos humanos como las cuestiones medioambientales, señala el experto en un reciente informe de esa organización. “Ya no es posible seguir considerando a las personas como mercancía”, dice: son seres humanos que “deben ser tratados con respeto y dignidad”; y que esto ya ha sido internalizado por los empresarios.
La identificación de las competencias que serán necesarias en el futuro, y la educación y formación de los empleados –los existentes y los nuevos– para satisfacer las demandas del mercado, serán cruciales. “En el trasfondo de todo esto, son cada vez más numerosos los cuestionamientos que se hacen a la manera como gestionamos el medio ambiente. Como se dice con frecuencia: ‘No hay un planeta B”, recuerda el funcionario de la OIT.
Pero si miramos el camino que tenemos por delante “de una manera holística”, debería reconocerse que “es necesario incluir los factores sociales en las estrategias empresariales”, ya que las empresas basadas en el valor serán, lo dicen muchos, “las empresas del futuro”, advierte el experto en su informe.
La economía social y solidaria cobra cada vez más importancia a la hora de abordar la reducción de la pobreza y la creación de empleos mediante empresas sostenibles y, por lo tanto, no sorprende que la innovación social sea necesaria para trazar nuestros caminos futuros. Es lo que vienen sosteniendo diferentes organizaciones internacionales tales como la FAO, la OIT y -por supuesto- la Alianza Cooperativa Internacional.
En ese camino, los gobiernos y los interlocutores sociales serán los actores clave, y deben participar conjuntamente a todos los niveles en la creación de un ambiente propicio para la creación de alternativas empresariales sociales, se subraya.
Existe una serie de factores clave que tiene un impacto sobre el desarrollo de las empresas sostenibles. Los futuros escenarios de las firmas exitosas precisarán de un enfoque amplio o “de acuerdo global” en lugar de concentrarse en uno o dos grandes principios empresariales.
Es enorme la distancia entre las economías desarrolladas y en desarrollo -en éstas las empresas son en su mayoría informales-. Esto precisa de un enfoque específico que favorezca una transición progresiva, pero sostenible, de la informalidad a la formalidad, de modo que haciéndolo se aborden los aspectos más importantes de aquel “acuerdo global” señalado por la Organización de las Naciones Unidas.
Para enfrentar mejor los desafíos y oportunidades del futuro del mundo del trabajo, ¿qué iniciativas pueden emprender los gobiernos en el ámbito de las empresas sostenibles, en particular en materia de innovación social y de soluciones comerciales creativas?
La respuesta del Departamento de Empresas de la OIT es que, mediante las normas o el diálogo, “se debe catalizar y facilitar la creación de un entorno propicio para la economía social y solidaria”; y los gobiernos nacionales apoyarse en la labor de organizaciones internacionales que promueven debates, cursos y difunden mejores prácticas sobre el desarrollo de un ambiente social y solidario favorable, con vistas a la reducción de la pobreza y la creación de empleo.
A nivel macro, tanto la OIT como otros organismos proporcionan orientación en materia de sensibilización y de políticas que influencian las estrategias nacionales y, al mismo tiempo, gestionan e implementan programas que fomentan mejores prácticas en el terreno. En ese camino, se refuerzan además las actividades de investigación para encontrar respuestas creativas a los nuevos desafíos mediante la innovación social.
“De todos modos, es clave que las empresas basadas en el valor, incluyendo las empresas sociales y solidarias como las cooperativas, tomen la iniciativa y comiencen a ‘mostrar’ sus logros a fin de estimular a otros a que se incorporen a la economía social y solidaria. En un primer momento, esto significa una relación más estrecha con los gobiernos para estimularlos a crear un entorno favorable, así como con los otros interlocutores sociales y líderes de la comunidad”, enfatiza Van Vuuren.
Hasta ahora, los actores de la economía social y solidaria se han centrado sobre todo en sus cuestiones internas. “Ha llegado el momento de dirigir la atención hacia el exterior y emprender un ritmo de crecimiento acelerado. Esto precisa de un liderazgo fuerte y visionario y de intervenciones activas que produzcan cambios en las políticas, a nivel nacional y regional, que estimulen las empresas sostenibles basadas en el valor”, es decir, una tarea del sector y de los gobiernos. Las cooperativas “están bien ubicadas para desempeñar un papel protagónico” en ese camino de cambio.