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La protesta se sintió a fuerza de cortes y piquetes

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Para Moyano y Micheli, fue “un éxito”. Anticiparon la continuidad del plan de lucha. Cristina les atribuyó “aprietes” y “amenazas”.

El primer paro nacional contra el gobierno de Cristina Fernández, en reclamo centralmente por la suba del mínimo no imponible de Ganancias y la universalización de las asignaciones familiares -que impactan sobre los trabajadores de mayores ingresos- se sintió con fuerza sobre todo en Capital Federal y el conurbano bonaerense. Más que la adhesión a la huelga -cuyos pilares fueron los camioneros, los bancarios y algunos sectores del transporte urbano-, la protesta se hizo sentir a partir de los piquetes y los cortes de calles realizados por organizaciones sindicales, sociales y partidos de izquierda, que evitaron el traslado de los ciudadanos a través de las arterias más importantes y propiciaron que el principal conglomerado urbano del país apareciera vacío y con escaso movimiento. Los organizadores consideraron “un éxito” la jornada de protesta, pidieron a la Presidenta que “escuche el silencio de las calles” y anticiparon la continuidad del plan de lucha. Fuentes del Gobierno buscaron subestimar la huelga, le atribuyeron un carácter político y acusaron a los manifestantes de llevar a cabo “aprietes” y “amenazas”.

Desde la madrugada se inició el cese de actividades en diversas ramas sindicales enroladas en la CGT Azopardo -que conduce el camionero Hugo Moyano-, la CTA opositora -que encabeza Pablo Micheli- y la CGT Azul y Blanca -que comanda el gastronómico Luis Barrionuevo-. La protesta también estuvo motorizada por la Corriente Clasista y Combativa (CCC), Barrios de Pie, MST Teresa Vive, la Federación Universitaria (FUA), la Organización de Trabajadores Radicales (OTR), la Federación Agraria Argentina (FAA) y la Sociedad Rural Argentina.

En Capital Federal y el conurbano bonaerense la huelga afectó de forma total a los bancos -en algunas entidades privadas se trabajó sin atención al público-, la recolección de residuos y el transporte de combustible, y de manera parcial a la actividad aeronáutica y algunas líneas de trenes y subtes.

En el sector ferroviario, uno de los pilares para garantizar el éxito de la protesta, las líneas de trenes no funcionaron por la adhesión de los señaleros o por cortes de vías por parte de los manifestantes. El transporte de colectivos funcionó con normalidad, aunque algunas líneas pararon porque sufrieron agresiones. Los subtes circularon con demoras, a excepción de la línea B, que no se puso en marcha.

Actores clave

La clave de la protesta estuvo menos en la huelga -cuyo impacto fue acotado, incluso se desactivó la marcha a Plaza de Mayo-, que en los cortes de calles y piquetes que llevaron adelante algunos gremios y, sobre todo, las organizaciones sociales y partidos de izquierda que se plegaron a la protesta convocada por las CGT y la CTA. Esto impidió desde temprano el desenvolvimiento normal del transporte público y el ingreso de los automovilistas a la ciudad, lo que generó una Buenos Aires tan vacía como en un feriado.

De esa forma, la CGT de Hugo Moyano -que se desligó de los cortes-, sacó rédito de una alianza impensada algunos meses atrás, con organizaciones que nacieron siendo de trabajadores desocupados -a quien la CGT moyanista nunca aceptó dentro de su entidad, a diferencia de la CTA-; con la CGT Azul y Blanca -que lo acusó de “corrupción” en connivencia con Néstor Kirchner-; y con partidos de izquierda y entidades de productores agropecuarios -a los que enfrentó en el conflicto de 2008-. Otra alianza impensada para el camionero fue la de los principales grupos mediáticos, que hasta hace poco lo demonizaban por su alianza con el oficialismo.

Otra característica de la primera huelga general contra un gobierno de Cristina Fernández es que tuvo como reclamos principales la suba del mínimo no imponible de Ganancias -un trabajador soltero sin hijos que gana más de $5.700 mensuales debe tributar-, un pago extra de $4.000 a fin de año y la universalización de las asignaciones familiares, medidas que impactan sobre los trabajadores de mejores ingresos, en una economía que aún cuenta con un tercio de su fuerza de trabajo en la informalidad.

Acusaciones cruzadas

En una foto histórica que reunió a dirigentes sindicales históricamente distanciados -Hugo Moyano; Pablo Micheli; el titular de la FAA, Eduardo Buzzi; y el dirigente ferroviario Rubén “Pollo” Sobrero; entre otros- concluyeron ayer por la tarde la jornada de protesta desde la sede de la CGT Azopardo.

Según comentó Moyano, “el paro tuvo una adhesión mucho mayor” que la imaginada por los organizadores. “El silencio de las calles es la mejor voz que el Gobierno debe escuchar. Los dirigentes no nos dan respuesta, por eso los trabajadores se han despertado en silencio”, indicó el camionero.

Moyano lanzó también una crítica a los dirigentes de la CGT más cercana al Gobierno. “Sentimos la satisfacción porque estamos representando el mandato de los trabajadores. Seguramente otros no sienten esa satisfacción”, dijo.

Por su parte, Pablo Micheli, de la CTA opositora, consideró que “se demostró que el Gobierno no controla las organizaciones sociales ni el gremialismo argentino”. Con respecto al acercamiento con Moyano, explicó: “Tenemos diferencias, pero eso no nos impidió que nos agrupáramos para reclamar ante las políticas del Gobierno”.

La propia presidenta Cristina Fernández encabezó las críticas oficiales al paro general. “No hablemos de piquetes, hablemos de aprietes y amenazas”, acusó la mandataria.

“Los argentinos tenemos que tener la oportunidad de elegir. No se nos puede someter a la extorsión y las amenazas”, agregó.

De esa manera, el Ejecutivo buscó deslegitimar la protesta, para lo cual consideró que se trató “de un fenómeno circunscripto” a algunos gremios de servicios y a la Capital Federal. “Estoy con el derecho a huelga, pero no con los cortes, los bloqueos, las amenazas”, indicó Cristina Fernández

La jefa de Estado criticó a la dirigencia que convocó al paro. “No me imagino a Kosteki y Santillán viajando a Miami con su familia”, dijo, en alusión al viaje de Pablo Micheli.

“Los que atacaron el Tortoni fueron los mismos que quemaron las urnas en Catamarca”, agregó, en referencia a los gastronómicos conducidos por Barrionuevo.

Por último, reafirmó el rumbo de sus políticas, pese a la huelga. “Me voy a bancar lo que tenga que bancarme. A mí no me corre nadie y menos con amenazas, patoteadas y matones”, cerró.

Pablo Micheli

– Según interpretó el titular de la CTA opositora, la protesta de ayer “demuestra que el Gobierno ha perdido el control de los gremios”. Y agregó: “Ojalá el Gobierno tuviera esta madurez política y se sentara con quienes no pensamos igual. Todos los problemas que nos llevaron a este paro son absolutamente justos”.

– Por último, se refirió a la protesta del 8N: “No voy a cuestionar la marcha de la clase media, del 8N, pero la acción de los trabajadores se vio hoy”, interpretó.

Hugo Moyano

–  El camionero criticó con dureza a los funcionarios que ayer se refirieron a la protesta. “Desde la época de los milicos se ha buscado desvirtuar la protesta. Han aparecido funcionarios de cuarta categoría diciendo disparates y estupideces, los bocones, los jetones, los que hablan por hablar”. dijo el camionero.

– Anticipó además que continuará con el plan de lucha. “Este reclamo sobre el impuesto al trabajo lo seguiremos haciendo y la medida de lucha será más profunda si no hay respuesta”, indicó.

Cristina Fernández

– La presidenta Cristina Fernández consideró ayer que la medida de fuerza de la CGT y la CTA opositoras “no fue una huelga, ni un paro, ni siquiera un piquete” sino “un apriete y una amenaza”.

– “Yo estoy de acuerdo con el derecho a huelga, pero no con el corte, el bloqueo o la amenazas”, agregó la jefa de Estado luego de recordar que en la Constitución de 1949 no estaba contemplado el derecho a huelga. Sobre la dirigencia que convocó al paro, señaló: “Ésos no son los dirigentes que querían Perón y Eva”.

Juan Manuel Abal Medina

–  Para el jefe de Gabinete de la Nación “un paro es cuando los obreros y los empleados deciden no acudir a sus lugares de trabajo. Esto es un piquetazo extorsivo, en el que los que logran ir a trabajar son apedreados, como estamos viendo en el centro porteño”.

–  También criticó el “carácter político” de la huelga. Y se quejó, además, de que los gremios que pararon ayer “reclamen por el impuesto a las Ganancias” y los acusó de buscar “conseguir algún hecho de represión para montarse sobre eso”.

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