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La metamorfosis del dinero – 75 Aniversario

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Por Alcides Pablo Frencia*
Exclusivo para Comercio y Justicia

Al decir de la teoría económica, el dinero posee al menos tres funciones: medida de intercambio, unidad de valor y reserva de valor. Ante procesos inflacionarios significativos y persistentes se alteran estas funcionalidades, restringiendo su capacidad de acción como medio de intercambio (pérdida de confianza en la unidad de moneda local) y particularmente como reserva de valor (significando que un mismo stock  acumulado de dinero – ahorro – enfrentará en el futuro, para una misma canasta de bienes y servicios, un costo más elevado). Por otro lado, el trabajador básicamente percibe un salario por su oferta de fuerza laboral, el que es abonado periódicamente en tiempo y montos determinados con anterioridad. Este conjunto de situaciones: inflación, pérdida de valor del dinero e ingresos determinados con anterioridad al momento de la percepción, determina la pérdida del poder adquisitivo del salario en el margen que las variables lo establezcan.

En los primeros meses del año, la devaluación del peso respecto del dólar americano agregó una desventaja adicional para los salarios. Los haberes se deterioraron en etapas sucesivas: en forma inmediata frente a los artículos importados o fijados en moneda extranjera, en  segundo término debido al incremento de costos de muchos artículos locales que utilizan insumos importados y, en una tercera etapa, por el incremento general del precio de los bienes por cuestiones especulativas, especialmente de los formadores de precios, quienes en numerosos casos incrementaron el precio de sus productos sin justificación alguna y bajo el lema “por las dudas”, logrando una ganancia extraordinaria.
Durante lo que va de 2014, los salarios debieron soportar la pérdida del poder adquisitivo -producto de los importantes aumentos de precios acumulados en noviembre y diciembre de 2013-, la devaluación producida en enero seguida de un primer trimestre con importantes incrementos de los valores de la Canasta Familiar, los sostenidos aumentos de precios en los dos trimestres contiguos y, en forma adicional, la disminución por aplicación del impuesto a las Ganancias, consecuencia del retraso en la actualización de los mínimos no imponibles. Todo esto transcurrió en un período en el que, en general, los salarios estaban determinados en negociaciones paritarias realizadas a mediados del año pasado y acordadas bajo supuestos de inflaciones futuras sensiblemente inferiores a la que efectivamente ocurrieron.

En este escenario, la ronda de paritarias de 2014 se inició en desventaja de haber sufrido una erosión del poder de compra adicional sobre los salarios, imposible de haber sido considerada en la negociación anterior. Así, resultaron apenas en equiparar la pérdida del poder adquisitivo y, en general, una disminución del salario real para muchas actividades que no lograron los aumentos esperados.
Lo descripto no es ajeno a la historia económica argentina, como tampoco lo son las soluciones propuestas con base en el ajuste salarial y aumentos de competitividad basado sobre el esfuerzo de los trabajadores.
Parte del proceso de reconstrucción de la economía argentina a partir de 2003 se fundó sobre las bases de un tipo de cambio alto –en términos relativos– que favoreció las exportaciones, la sustitución de importaciones, la consolidación de las reservas y el sostenimiento de los superávit fiscal y comercial. A posteriori surgieron desequilibrios micro y macroeconómicos que la conducción sorteó en un juego de soluciones coyunturales, discrecionales y parciales.

Es cierto que la economía argentina requiere volver a encontrar equilibrios y reestructurar sus precios relativos. Lo que no es cierto es que estemos frente a una situación tan débil como en 2001 y que la única perspectiva sea el ajuste salvaje que siempre encuentra su presa en los asalariados.
Frente a las dificultades están operando poderosos grupos económicos que presentan una situación insostenible e inviable. Ésta es la verdadera especulación, más allá de coyunturales posicionamientos de mercado. Los sectores más conservadores pretenden retomar la iniciativa política e intentar mantener sus excesivos márgenes de ganancia obtenidas mediante el esfuerzo de las mayorías populares.
Los salarios de los trabajadores están sufriendo la pérdida de su poder adquisitivo en forma permanente. Frente a esta situación es necesario sostener el esquema de negociaciones paritarias por sector de actividad y, en forma conjunta, incorporar mecanismos macroeconómicos para frenar la inflación. No resulta justo que sean los trabajadores quienes sufran un nuevo ajuste cuando no han participado de las condiciones que dieron origen a la alta suba de los precios.

Con inflación generalizada se puede batir récord en recaudación tributaria, enmascarar ganancias extraordinarias, transferir recompensas entre sectores productivos, subsidiar o castigar, lo que no puede evitarse es que el dinero se transforme en un bien distinto para el cual fue creado.
En necesario consolidar los logros obtenidos en los últimos tiempos y desandar los errores cometidos, encontrar nuevos equilibrios con base en la producción y el trabajo que permita continuar en la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y equitativa n

* Asesor del Sindicato de Trabajadores en las Industrias de la Alimentación (STIA). 

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