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El cardenal argentino, de 76 años, resultó elegido papa. Es el primer latinoamericano y jesuita que ocupa el cargo. Fue el segundo religioso más votado en el cónclave de 2005. La misa de inicio del pontificado de Francisco será el próximo día 19.
Por primera vez en casi 1.300 años un pontífice no europeo dirigirá la Iglesia Católica, y será el argentino Jorge Mario Bergoglio.
Ayer, la fumata blanca que salió de la capilla Sixtina del Vaticano anunció que los fieles de todo el mundo tenían un nuevo líder.
En ese momento, se puso en marcha el ritual que culminó con la bendición urbi et orbi que realizó el sucesor de Benedicto XVI, Francisco.
Al llegar el anuncio del cardenal que había sido elegido papa también llegó la sorpresa, ya que el nombre de Bergoglio no aparecía entre los favoritos de la prensa y, por lo tanto, tampoco era conocido por los feligreses. «Me vinieron a buscar al fin del mundo», afirmó el argentino en su primera aparición.
“Queridos hermanos y hermanas, les agradezco muchísimo recibirme de esta forma», dijo en italiano y notablemente emocionado ante una multitud, desde el balcón de la basílica de San Pedro.
La noticia sobre el resultado de la elección del 266º pontífice de la historia la dio el primer cardenal de los diáconos, el francés Jean Louis Tauran.
Bergoglio -quien había sido el segundo más votado en el cónclave de 2005, en el que fue elegido el alemán Joseph Ratzinger, miembro de la poderosa Congregación de la Doctrina de la Fe- es el primer papa americano de la historia y el primero no europeo desde Gregorio III, que nació en Siria y ocupó el cargo entre los años 731 y 741.
El vocero del Vaticano, Federico Lombardi, informó que la misa de inicio del pontificado de Francisco será el próximo día 19, día de San José, el patrón de la Iglesia.
Hoy, el flamante líder de los católicos visitará la basílica de Santa María la Mayor para rezarle a la Virgen.
Su agenda continuará mañana, cuando saludará a los miembros del Colegio Cardenalicio, en la Sala Clementina de la Santa Sede.
El domingo recitará el primer angelus de su pontificado.
El cónclave que eligió al argentino había comenzado sin un favorito excluyente, y marcado por la renuncia de Benedicto XVI y por el escándalo de robo y publicación por medio de la prensa de documentos papales que revelaron internas y desmanejos en la Santa Sede.
El nombre
Cuando Jorge Bergoglio eligió el nombre con el que se lo reconocerá como papa, los especialistas apuntaron a que lo adoptó en homenaje a uno de los santos más célebres de la Iglesia, San Francisco de Asís, nacido durante la Edad Media.
Fue el fundador de la orden de los Franciscanos y de la orden femenina de las Clarisas, caracterizadas por su voto de pobreza y austeridad.
Hijo de un comerciante rico, se destacó por ser un joven de cierto renombre en su ciudad. Luego decidió entregarse al apostolado y servir a los pobres.
San Francisco renunció a los bienes heredados de su padre y predicó el apostolado y la vida sencilla.
El papa Inocencio III aprobó su predicación y así se fundó la orden.
Muchos piensan que Bergoglio quedó marcado por la vida del santo, algo que tendría su reflejo en el hecho de que, cuando fue cardenal en Buenos Aires, haya sido reconocido por sus palabras y propuestas de lucha contra la pobreza.
Además, respalda esa opinión su austeridad y su existencia alejada de los lujos.
“Recen y hagan rezar por mí”
Bergoglio nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, en el seno de un matrimonio de italianos.
Cursó el secundario en una escuela técnica y a los 21 años decidió convertirse en sacerdote. Ingresó en el seminario del barrio Villa Devoto como novicio de la orden jesuita, y fue ordenado sacerdote en la Compañía de Jesús en diciembre de 1969.
En 1992 fue ordenado obispo de Buenos Aires.Presidente por dos períodos de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), es desde 1998 arzobispo de Buenos Aires, cargo para el cual había presentado su renuncia en diciembre del año pasado, al haber alcanzado 75 años, el límite de edad establecido.
«Recen y hagan rezar por mí», es la frase-latiguillo con la que suele despedir, desde hace años, a cada fiel que se acerca a saludarlo.
