El papa Francisco recibió en el Vaticano a Arturo Larrabure, hijo del coronel Argentino del Valle Larrabure, el militar secuestrado y asesinado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en 1975.
Larrabure aseguró que es la primera vez que un papa le concede una audiencia a familiares de víctimas del terrorismo. “No hay registros de una en nuestra historia: nunca un papa nos ha recibido y menos uno argentino. Tiene mucho valor simbólico”, aseguró en entrevista con el medio porteño Infobae.
Ademas, dijo que el Sumo Pontífice lo instó “a seguir trabajando”.
Larrabure hijo tenía 16 años cuando el ERP asesinó a su padre.
En mayo de este año, el Vaticano habilitó la investigación para la canonización del coronel.
Santiago Olivera -delegado episcopal argentino para la Causa de los Santos del Episcopado- comenzó la etapa de indagaciones preliminares para, eventualmente, elevar el pedido formal a la Santa Sede.
La iniciativa por la canonización de Larrabure surgió de un grupo de laicos argentinos, que envió el pedido al Obispado de Buenos Aires. Como se trata de un militar, la solicitud llegó al obispado castrense local.
Larrabure ocupó el cargo de subdirector de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos, en Villa María. La planta fue asaltada por el ERP el domingo 11 de agosto de 1974. El coronel fue secuestrado, estuvo cautivo 372 días y sufrió torturas antes de ser asesinado.
Durante ese período se acercó más a la fe. Registró todo en un diario que escribió y que luego un guerrillero le vendió a la Revista Gente, en 1977.
“Yo creo que puede ser un mártir por cómo plasmó la fe, justamente por ser coherente, por ser testigo valiente, por entregar su vida para no claudicar a sus valores. No se dejó tentar y vivió el perdón, no se llenó de odio e invitó a vivir el perdón y el amor. Es importante entenderlo”, enfatizó el monseñor Olivera sobre el calvario del militar.
“Su mensaje es la encarnación del evangelio y por vivir esa entrega sin límites, hasta el extremo, podría ser considerado. Eso lo definirá la iglesia, nosotros no nos adelantamos al juicio de la iglesia pero creemos que podría ser un modelo y un referente”, añadió.
Cuando el caso de su padre comenzó a ser evaluado, su hijo declaró: “Fueron 372 días de cautiverio en los que él comienza un acercamiento más fuerte con Dios. Se da cuenta que no va a salir vivo y que bajo ningún punto de vista va a aceptar el ofrecimiento de trabajar para la guerrilla y se da cuenta también de que no era moneda de cambio, porque los militares no eran canjeados”.