ESCUCHAR“Hoy tenemos que recomponer la relación de la economía con los valores.Ya sabemos que no es inmoral el producir más para lograr la prosperidad personal, porque en la suma de esa búsqueda está la prosperidad general, pero eso tiene límites: el de la moral y el del derecho. Es hora de -con un gran equilibrio- preservar esos valores, persistir en el esfuerzo por ordenar las economías y no perder de vista los objetivos sociales para que, pasada esta crisis, el enfrentamiento a los desafíos permanentes no sea frustrado”.
Con estas palabras, Julio María Sanguinetti, ex presidente del Uruguay, describió el panorama que plantea hoy un mundo en crisis. Invitado por la Universidad Siglo 21 y Fundación OSDE, disertó ayer en Córdoba en el marco del ciclo “Argentina 200 años de Historia”. Antes dialogó con la prensa.
“La crisis nos pone valores en riesgo y puso en riesgo los valores mismos del sistema. La democracia liberal y el sistema de las economías de mercado que triunfó, simbólicamente a partir del ‘89 con la caída del Muro de Berlín, han sido sacudidos”, graficó. Sin embargo, recalcó que el crack financiero logró algo que se había perdido: el valor de la política y del Estado.
Para Sanguinetti, mientras no se resuelva el tema financiero no habrá paz porque “en el enfrentamiento de la crisis lo primero es salir del pánico y regenerar la confianza y eso no se logra mientras no haya un liderazgo claro en la construcción y mientras no haya una estabilización del sistema financiero”.
En este sentido, se manifestó a favor de las decisiones del G20 en su intento por resolver el tema financiero y bancario. “Eso es un comienzo útil, aunque no es el más popular. A la gente le gustaría que el dinero siempre fuera a otras cosas”, dijo.
Al referirse a América Latina, advirtió que las mayores preocupaciones vienen de lo económico y social. “Aún tenemos déficits sociales importantes, desigualdades, zonas deprimidas que se han expandido, fenómenos muy fuertes de inseguridad pública, la aparición del fenómeno del delito internacional. Todos esos factores, en un momento de restricción económica, se agudizan porque además están los desafíos permanentes de Estados como los nuestros que -para mí- están fundamentalmente sintetizados y referidos al desarrollo educativo”.
Sanguinetti también tuvo un capítulo para el papel del presidente de Estados Unidos, Barak Obama, a quien le elogió su apertura al diálogo “que genera un clima de esperanza” y los guiños “positivos” brindados hacia Cuba, aunque lanzó una advertencia. “No podemos mirarlo desde esa mentalidad tan clásica latinoamericana de pensar que de ahí va a venir el milagro, que es el rey mago que trae en sus alforjas los regalitos para todos, porque es el presidente de Estados Unidos en crisis. Lo primero que deberíamos anhelar es que logre reestablecer su país, porque así habremos resuelto el cincuenta por ciento de la crisis”.
En otro orden, marcó dos críticas. Una, al gobierno argentino por la confiscación del capital de las AFJP y su afectación a la seguridad jurídica; y otra al gobierno venezolano, al que tildó de populista.
