A Francisco Junyent Bas se le ilumina la voz cuando recuerda el trabajo periodístico y que realizó en su juventud en Comercio y Justicia. Su historia está fundida con la del diario y está escrita con letras de molde de plomo. Con detalles, Junyent Bas explica cómo vivía la adrenalina junto a los obreros gráficos al momento de armar las páginas del diario.
“El diario que nace en 1939 (relata) en rigor tuvo un antecedente que es Comercio y Tribunales, y los tres que lo fundaron, José M. Eguía Zanón, Francisco Junyent y Domingo Pronsatto, tenían clara la necesidad de que la comunidad jurídica y económica de Córdoba tuviera noticias del quehacer empresario y a la vez judicial de Córdoba.
Es un sello que caracterizó al diario desde entonces. Tan es así que aun hoy el periódico no ha dejado de publicar esas secciones, a pesar de que la empresa cuenta con una publicación específica como Semanario Jurídico y suplementos como Factor”.
-¿Cómo surgió su vínculo con Comercio y Justicia?
Yo comencé a trabajar en el diario cuando tenía 18 años, antes de 1970. Yo trabajaba como cronista. Íbamos a Tribunales, sacábamos los juicios entrados y volvíamos al diario (que en ese entonces funcionaba una casona de 27 de Abril, justo frente al Palacio de Justicia) y tipeábamos todo en una máquina de escribir Lexicon 80, que se rompía.
Después trabajé con los gráficos, con el tipógrafo Nicolás Heredia, con Juan Argentino Coria, con Enrique Urrea. Era la época en la que se armaban las páginas del diario con máquinas linotipo. Con el plomo fundido a un costado.
Yo terminé armando páginas al lado de Francisco Pereyra (secretario de Redacción), de José Antonio Junyent, que sabían muchísimo. Fueron quienes que me enseñaron muchas cosas. Alguna vez se hizo un congreso sobre cómo trabajaban los diarios especializados y ahí fui yo. Todavía trabajaba activamente en el diario.
Jorge Eguía Zanón, el director, era un tipo muy “jodido”. A los cronistas nos contaba los centímetros. Tomaba un diario, una regla y te decía (hace una pausa): “Che, esta semana no te he visto, ¿eh?. Tenés tantos centímetros… ¿Qué pasó?”. Era un control muy estricto. Con todos.
En un enfrentamiento que tuvo con un gobernador, Eguía Zanón parafraseó al escritor francés Emile Zolá y publicó en la portada: “Yo acuso a…” y nombraba al gobernador. Y ahí le pegaba con todo lo que tenía. Eguía Zanón era un tipo lanzado. Corajudo. Publicó varias columnas con el “Yo acuso a…” que planteaban otra relación de fuerzas.
-¿Qué recuerda de esos años en redacción, en el trabajo diario?
A mí siempre me encantó esa época. Descubrí un nuevo mundo. Tan es así que, años después, haciendo un encuentro de orientación vocacional, salió, en primer lugar, que debía hacer periodismo. Y ya era abogado y ejercía la abogacía. Lo que demuestra cómo cuando uno hace una cosa aprende a quererla.
-¿Francisco, usted se considera periodista?
Yo fui periodista profesional y tuve carnet de periodista profesional, así que si me consideraba periodista. Y tengo en mi recuerdo algunas entrevistas memorables pero que nunca salieron porque era una época en la que estaban prohibidas ciertas cosas. Yo le hice una entrevista al interventor militar en Córdoba, Raúl Lacabanne. Lacabanne me terminó echando de su despacho. En esa época yo era un chico de 21 o 22 años. Era un idealista. No sabés las cosas que me dijo.
A José Manuel de la Sota, cuando era presidente del Concejo Deliberante, también le hice una nota.
En esa época comprendí y terminé de aprender lo que para mi era una cosa teórica. Que todos somos iguales. Para mí, era teórico. Gracias a mi viejo, que me dijo “¡Yo no mantengo vagos. Vaya y labure!”, comencé a trabajar en Comercio y Justicia y me enamoré del trabajo de los gráficos. Y aprendí a respetar a los gráficos. Me enseñaron todo lo que podían, también bonhomía y calidad humana.
-¿Cuál cree que es el rol que le cabe a un diario como Comercio y Justicia?
El diario tiene que equilibrar. Reflotar algunas columnas críticas para reflejar noticias o hechos que puedan ser vistos desde otra perspectiva. Para ser un contrapeso y mostrar lo que a veces no se dice en ámbitos de la Justicia o la política. Creo que vienen épocas importantes para el país, ya han llegado, pero si no queremos ningún extremo en el mal sentido de la palabra tenemos que hacer que la prensa sea respetada. En ese sentido, Comercio y Justicia tiene una tradición de 80 años y nunca ha entregado sus principios ante nadie. Me consta que Eguía Zanón no le preguntaba a los poderosos cómo les gustaba que pensara.
Comercio y Justicia no sólo es un diario nacido en Córdoba sino que ha mantenido el corazón siempre en Córdoba. Y quienes hacen su voz, tanto editorial como en el trabajo gráfico, siempre se ha mantenido en Córdoba.
-¿Qué recuerda de la quiebra de Comercio y Justicia en 2001?
En el momento de la quiebra se resolvió la no continuidad de la explotación comercial. Eso era gravísimo. Gracias a la Ley de Quiebras, tan criticada en algunos aspectos, tiene una tercera alternativa, que un síndico muy viejo llamaba “la tercera vía” y no a se refiere a la tercera vía del concurso preventivo sino al proceso de la quiebra. Que es el alquiler de los activos. Y la gente de Comercio y Justicia, el grupo de trabajadores que quería salvar el diario utilizó esa vía. Habiendo resuelto la jueza Mansilla de Mosquera que no había viabilidad para continuar, flexibiliza su postura y decide otorgar a los trabajadores el alquiler de los activos.
-¿Por qué cree que tomó esa decisión?
Yo en ese momento seguía de cerca el proceso. Y escribí varios artículos en los cuales hacía hincapié en que en ese momento no nos podíamos dar el lujo de seguir cerrando empresas. Y que había una alternativa a esa que establecía la ley. La jueza cuando emitió su resolución, me citó. La jueza accedió a que se alquilaran los activos, permitió que se ampliaran los plazos de la liquidación y allí comenzó el enorme esfuerzo que continúa haciendo el grupo de trabajadores.