En Argentina, 10 provincias ya sufren las consecuencias de lluvias e inundaciones. La economía peruana crecerá menos por el fenómeno “El Niño costero”, que cuesta más de 3 mil millones de dólares
Por Javier De Pascuale – [email protected]
Con motivo de celebrarse el pasado 23 de marzo el Día Mundial de la Meteorología, el Banco Mundial (BM) difundió un informe que revela que los riesgos hidrometeorológicos son responsables de 90% de las pérdidas totales causadas por los desastres naturales en todo el mundo. Entre 1970 y 2012, eso significó pérdidas económicas por 2.400 millones de dólares, sin contar el luctuoso saldo en vidas humanas, de dos millones de muertos. Y esto, teniendo pronósticos precisos del estado del tiempo y de las temperaturas.
Hoy, la persistencia de anomalías en las temperaturas del aire en el sur del océano Pacífico y en cercanías de la costa sudamericana, que causan un calentamiento inesperado para el promedio de temperaturas medido desde 1961 en esa vasta zona, es la responsable de los desvaríos del clima sobre la masa continental, en particular de las incesantes lluvias que azotan con virulencia las costas de Perú, Ecuador o Colombia, y también con impactos profundos el interior del continente y, en los últimos días, a 10 provincias argentinas.
Así, en nuestro país contabilizamos hoy 4.500 evacuados en cuatro provincias (dos del sur y dos del norte) más otros 5.000 autoevacuados estimados. Los costos en vidas humanas del desastre climático son rápidamente difundidos, aunque mucho menos conocidos por el público general son los impactos económicos de los riesgos climáticos y las catástrofes.
Menor crecimiento del PIB
No hay hasta el momento un cálculo aproximado del costo que las inundaciones, los deslaves y las lluvias dejaron en todo nuestro país. En Perú sí; se han conocido dos reportes en las últimas horas que nos pueden dar una idea del impacto de las grandes tormentas en las economías nacionales.
La consultora Macroconsult estimó que los daños causados hasta el momento por el fenómeno de “El Niño Costero” en ese país ascienden a 3.124 millones de dólares, equivalentes a 1,6% del Producto Interno Bruto (PBI) de ese país. Este cálculo se realizó valorando los daños reportados por el Instituto Nacional de Defensa Civil hasta el pasado 22 de marzo.
Las inundaciones derivadas de las fuertes lluvias causaron daños en rutas, viviendas, puentes, campos de cultivo, escuelas y otros edificios públicos, canales de riego y caminos rurales. Casi 80% de la pérdida de infraestructura que sufrió el país está centrada en rutas y viviendas.
Por su parte, el Ministerio de Economía y Finanzas peruano calculó que “El Niño Costero” hará que el crecimiento de esa economía se desacelere en medio punto del PBI, merma que se debe a bajas en la agricultura por la pérdida de hectáreas, en la minería producto de problemas de transporte, y a la incidencia en algunos sectores no primarios como manufactura, comercio, transporte y otros, por la interrupción temporal de sus actividades.
Con cambios climáticos que, fruto del calentamiento global, parecen haber llegado para quedarse, los técnicos en desarrollo del BM prestan ahora mayor atención a esta problemática, planteando programas de trabajo globales para que las sociedades puedan prepararse para enfrentar las catástrofes y, por tanto, reducir los daños y las lesiones de personas y animales.
“Las autoridades de salud, en colaboración con los servicios de meteorología, pueden predecir cuándo las temperaturas y las precipitaciones extremas podrían provocar brotes de enfermedades transmitidas por vectores, entre ellas el zika y el paludismo, y usar este conocimiento para impulsar los esfuerzos de mitigación”, apunta el reciente informe del organismo. “Los agricultores podrían cambiar sus cultivos para aumentar su productividad, y las previsiones de las inundaciones y sequías podrían ayudarles a proteger sus medios de subsistencia; los países pueden tener información más precisa para adaptarse a un clima cambiante, y el sector de energía puede anticipar los niveles de máxima demanda y, en consecuencia, ajustar la producción”, puntualiza el BM, especializado, desde 1945, en la reconstrucción de los países después de guerras y catástrofes.
“Poner fin a la pobreza extrema y aumentar la prosperidad compartida de manera sostenible” entre los países no se logra sin inversión fuerte en meteorología, en capital humano y en tecnología predictiva de los cambios climáticos, afirma ahora el banco.