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Centro de estudios da algunos consejos para no estresarse durante las vacaciones

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El Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad ofrece algunos tips para que las vacaciones no sean motivo de estrés y se las pueda disfrutar en todo su esplendor.

Como cada año, los profesionales del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (Ceeta) ofrecen algunos consejos para que las vacaciones no sean motivo de estrés y se las pueda disfrutar en todo su esplendor.

Éstos son algunos tips para que las vacaciones logren su objetivo: relajarnos.
– Lograr colocarse límites a uno mismo y a otros -no ceder frente a las demandas laborales que no respetan el tiempo vacacional-.

– Buscar actividades placenteras que generen satisfacción personal y puedan funcionar como “vehículo de descarga” tensional: físicas, sociales o hasta mentales, como juegos de ingenio.

– Mantener una alimentación balanceada, combinándola con el placer de ingerir alimentos diferentes y de sabor agradable, ya que tienden a disminuir los niveles de ansiedad.

– Delegar en otros, desestimando la falsa creencia de que “nadie lo hará mejor ni más rápido que yo”.

– No pretender generar cambios radicales en la personalidad: “a partir de ahora voy a dejar de ser una persona ansiosa y me transformaré en Buda”.

Un mal recurrente
Estos consejos surgen porque cada vez es mayor el número de personas que sufren de estrés, aun en el receso vacacional. Para ellos las vacaciones, en vez de ser un momento para relajarse y olvidarse de preocupaciones, pasan a ser todo lo contrario ya que no logran desconectarse de su actividad laboral cotidiana.

Según la especialista en el tema, la lienciada Gabriela Martínez Castro, directora del Ceeta, el estrés no se toma vacaciones ya que es común observar hoy en día a personas que se estresan más en el receso vacacional que en la abrumadora rutina laboral del año.

“Hoy día, es más que frecuente encontrar en nuestras consultas a pacientes que explican que su problema comenzó durante sus vacaciones, que están nerviosos, angustiados y sobresaltados, todo les preocupa, transpiran mucho, tienen taquicardia y problemas para dormir. En ciertos casos, acompañan el relato de una crisis de pánico, como corolario”, explica Martínez Castro.

Cuando estas personas son sometidas a factores que les producen mayor ansiedad o estrés -como puede ser el ocio-, están más predispuestas a padecer trastornos de ansiedad.

Según la licenciada, los casos más comunes son: trastorno de pánico (aparición temporal o aislada de miedo o malestar intensos acompañada de cuatro o más síntomas, como por ejemplo mareos, taquicardia, etcétera); trastorno por ansiedad generalizada; trastorno obsesivo-compulsivo, y trastornos por ansiedad social (un temor persistente a las situaciones sociales, y a que los síntomas sufridos se evidencien, como la ruborización, temblores, ataques de pánico y otros).

“El estrés que padece este tipo de pacientes, por no poder descargar la tensión, como normalmente lo hacen en la actividad laboral, aumenta, en muchos casos, el grado de ansiedad y, en consecuencia sufren una serie de síntomas, tanto psíquicos como biológicos”, continúa la directora del Ceeta.

“Estos síntomas pueden resumirse en irritabilidad, respuestas con sobresalto, inquietud, dificultad para la espera, insatisfacción, temores irracionales, enojos frecuentes, dificultades en la interacción con otros, dificultades en el tracto digestivo (colitis, dolores abdominales, flatulencias, indigestiones frecuentes), contracturas musculares, dolor precordial u opresión en el pecho, cefaleas, deseos frecuentes de orinar, temor irracional a padecer una enfermedad seria, pensamientos catastróficos y hasta una crisis de pánico, caracterizada por gran parte de la sintomatología anterior, además de ir acompañada por un intenso terror a morir o a volverse loco o descontrolarse”, amplía Martínez Castro.

Todo ello genera peleas y discusiones con el entorno social, generalmente el familiar, cuando se está de vacaciones, lo cual hace deponer rápidamente el merecido descanso, el que ha quedado transformado en “todo un trabajo para sobrellevar”.

El perfil característico de este tipo de personalidad es llamado workoholic o “trabajólicos”, definidos como “adictos al trabajo”.

Para Martínez Castro, “se trata de individuos ansiosos, hiperexigentes, a quienes les es más sencillo cumplir de forma permanente con obligaciones que dejar de hacerlo. Esto último, en más de una oportunidad, les genera más ansiedad, es decir, al vacacionar o “parar” con la actividad, quedan sin el vehículo de descarga habitual, que es trabajar, lo cual termina provocando más ansiedad y estrés que si continuaran con la vida cotidiana”.

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