Unicef alertó sobre que los “prejuicios y los estereotipos de género” las mantienen alejadas del mundo científico. Advierten falta de oportunidades para quebrar la brecha. Menos de 30% de los investigadores científicos y tecnológicos en el mundo es mujer
Por Carolina Klepp – [email protected]
La científica y premio Nobel Marie Curie dejó una frase-legado: “No hay nada en la vida que debamos temer, sólo debemos entender”. Referente de las mujeres “hacedoras”, su cita es una invitación a adentrarse al mundo de las ciencias, sin miedos, con curiosidad, una vía para comprender el mundo.
Ayer, en el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora de ONU Mujeres, y Audrey Azoulay, directora General de la Unesco, destacaron la importancia de alentar a una nueva generación de mujeres y niñas científicas para abordar los retos de nuestro tiempo.
Por su parte, Unicef alertó sobre que los “prejuicios y los estereotipos de género que se arrastran desde hace mucho tiempo” mantienen a las niñas y mujeres “alejadas” de la ciencia. El organismo pidió invertir en la participación femenina en este campo para alcanzar la igualdad de género, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia indicó que la baja asistencia de mujeres en áreas como tecnología, ingeniería y matemáticas persiste desde hace años en todo el mundo, a pesar de que la presencia de las mujeres en los estudios superiores ha aumentado “enormemente”.
Estas tendencias – sostiene Unicef – pueden revertirse “descifrando los mitos de que a las niñas no les gustan las ciencias y otros estereotipos de género, junto con la inversión en la capacitación de maestros, la tecnología sensible al género y la innovación”.
El crecimiento de las mujeres en la ciencia debería ser acompañado con inclusión, infraestructura y presupuesto; sin embargo, en la actualidad, sólo 1,7% del PIB mundial está dedicado a la investigación y el desarrollo experimental, según datos difundidos por Unicef.
Ayer se volvió a recordar que menos de 30% de los investigadores científicos y tecnológicos en el mundo es mujer.
Cuando comienza la cuarta revolución industrial, las mujeres aún tienen menos de dos tercios de la oportunidad económica que tienen los hombres. Los empleos del futuro serán impulsados por la tecnología y la innovación, y si la brecha de género en Ciencia, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) no se soluciona pronto, es probable que la brecha de género se amplíe.
Las estadísticas también indican que las investigadoras se concentran en las ciencias sociales y en las ciencias médicas y de la salud y permanecen subrepresentadas en las ingenierías y tecnologías y en las ciencias naturales y exactas.
Además, la presencia de ellas en las posiciones jerárquicas disminuye notablemente, reflejando desigualdades en los mecanismos que regulan la entrada y promoción organizacional en la ciencia y en el reconocimiento laboral de los talentos femeninos, lo que se traduce en el denominado “techo de cristal” para las mujeres.
Uno de los datos sobre el panorama en el país es el que aportó el Proyecto SAGA (STEM and Gender Advancement) de la Unesco, que realizó un sondeo piloto en el país. Detectó que las mujeres argentinas en ciencia y tecnología dirigen 26,7% menos proyectos de investigación y desarrollo. En promedio, solicitan y reciben la mitad del financiamiento con respecto a los varones. Además, publican siete por ciento menos en revistas de mayor impacto y visibilidad y acceden en menor medida a los altos cargos en la carrera de investigador.
Esto demuestra que aún quedan materias pendientes; sin embargo, hay muestras de que hay un camino recorrido. Ejemplo de esto es el reconocimiento mundial que ayer recayó sobre una científica de Conicet, Karen Hallberg (ver La física argentina…).
Inspiradoras de vocaciones científicas
La Agencia CyTA-Fundación Leloir, de noticias científicas del país, informó que una encuesta nacional sobre 816 investigadores de la Argentina reveló que los docentes y la lectura de libros son los principales impulsores de la vocación científica.
En primera persona, la bioquímica y farmacéutica Andrea Llera, investigadora del Conicet y directora de la unidad “Genocan” (genómica en cáncer) de la Fundación Instituto Leloir, contó que su vocación científica más definida apareció alrededor de los 12 años, cuando se empezó a hacer preguntas que define como “filosóficas”. “Me interesaba todo lo que tenía que ver con cómo pensamos y cómo sentimos. Me acuerdo de que, en esa época, me compré un libro de la revista Scientific American con un compilado de artículos sobre neurociencias que me resultó muy difícil. Pero lo leía y lo volvía a leer para ver si entendía mejor”, dice.
En tanto, las migrañas intensas y cotidianas del padre dispararon las inquietudes científicas de la bioquímica Mariela Trinchero, una becaria posdoctoral de la FIL que investiga la generación de nuevas neuronas en el envejecimiento. “Siempre me llamó la atención que le hicieran tantos estudios y que nunca pudieran descifrar por qué le ocurrían ni cómo tratarlas. Me di cuenta de que el cerebro era una estructura compleja y fascinante. Y que, hasta que no lográramos entender cómo funciona, no íbamos a poder curar las enfermedades que lo afectan”, concluyó.
Desarrolló técnicas computacionales para entender la física de la materia cuántica: La física argentina Karen Hallberg, distinguida con el premio L’Oreal-Unesco
El prestigioso premio internacional L’Oréal-Unesco “Por las Mujeres en la Ciencia” quedó ayer para una argentina. Karen Hallberg, investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en el Centro Atómico Bariloche, fue elegida por su aporte al desarrollo de técnicas computacionales para entender la física de la materia cuántica. Las aplicaciones creativas e innovadoras de estos métodos constituyen una contribución fundamental al entendimiento de sistemas nanoscópicos y de nuevos materiales. La ceremonia de premiación, en la que será destacada junto con otras cuatro científicas del mundo, será el 15 de marzo.
“Éste es un reconocimiento al trabajo de mucha gente, a mi equipo de trabajo, a mis estudiantes, a mis colegas, y a mis profesores. Pero más que nada es el resultado de la educación pública que recibí y del apoyo de las instituciones científico tecnológicas de nuestro país, del Conicet, de la Comisión Nacional de Energía Atómica, del Instituto Balseiro, de la Universidad de Cuyo y de las agencias financiadoras como la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica”, señaló Hallberg.
Y agrega: “Este premio nos permite visibilizar a nivel internacional el trabajo que hacemos en Argentina y en particular, el trabajo de las mujeres en ciencia y tecnología. ¡Espero que incentive a más niñas y jóvenes a estudiar física, matemática, computación, química e ingenierías que son carreras fascinantes!”.
Hallberg investiga las propiedades cuánticas de la materia condensada usando métodos numéricos basados en la información cuántica. “Quiero entender cómo es el comportamiento electrónico en materiales y, por ejemplo, cuál es el mecanismo de la superconductividad de alta temperatura crítica. Lo que hago es ciencia básica, busco avanzar el conocimiento, que forma parte del bagaje cultural del país y de la humanidad. Las aplicaciones pueden venir y ojalá surjan en algún momento, como pasó, por ejemplo, después del descubrimiento de los semiconductores que dieron lugar al transistor y a los circuitos integrados a mediados del siglo pasado y que son la base de la electrónica moderna”, explicó la investigadora.