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“El profesional de Ciencias Económicas deberá adoptar un rol de consultor, un planificador preparado para lidiar con la incertidumbre”

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La frase pertenece al especialista Claudio Pizzi, quien advirtió que -además- deberá abrazar un tipo de “pensamiento global” para aggiornarse con respecto a los requisitos y las prácticas laborales internacionales

“La globalización extiende las fronteras y la tecnología vía el trabajo remoto lo hace posible. Dada esta condición, en el marco individual, sobre todo en nuestro país, el profesional de Ciencias Económicas tendrá que adaptarse a las normas internacionales de contabilidad, o de otros estándares, para estar a tono con el ritmo del cambio global” señaló a Factor Claudio Pizzi licenciado en administración y máster en Administración de Empresas con especialización en Finanzas, egresado de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad de Belgrano. 

Según el profesional, la ciencia dio sus primeros pasos con las antiguas civilizaciones. Se atribuye a los griegos el uso de la palabra “economía” por primera vez, para referirse a la administración del hogar. Platón y Aristóteles hicieron su aporte sobre el comercio y las teorías monetarias. Los estudiosos jesuitas de la escuela de Salamanca establecieron las primeras teorías económicas modernas, defendiendo los beneficios de la propiedad privada. Durante la época del renacimiento, Luca Pacioli fue la primera persona en publicar material detallado sobre el sistema de contabilidad de doble entrada. Los primeros sistemas económicos fueron el agrario, el feudal, el mercantilista y, por último, el capitalismo-comunismo. La riqueza como eje de discusión de la ciencia se la consideraba el producto del intercambio comercial; luego, el producto de la tierra y sus tareas; con posterioridad se incorporó el concepto de ventaja competitiva y la ley de los rendimientos decrecientes y, por último, la economía del conocimiento. Muchos estudiosos consideran la economía una ciencia a partir de la publicación del libro de Adam Smith La riqueza de las naciones, a fines del siglo XVIII.

Cada revolución industrial fue incorporando modelos y herramientas a los desafíos de la mecanización, la electricidad, la información y la digitalización. 

¿Cuál es el desafío de hoy con el advenimiento de la inteligencia artificial?

El desafío más grande que le presenta la humanidad en los tiempos que corren viene de la mano de la tecnología y la globalización. La inteligencia artificial (IA), conocida como la capacidad de las máquinas para razonar, aprender o llevar a cabo tareas asociadas a la inteligencia humana, reemplazará muchas actividades operativas y decisionales del presente.

Esta capacidad para simular el aprendizaje y el razonamiento humano, gracias al almacenamiento de datos, estudio de patrones y algoritmos, ha mejorado la recopilación de la información y de conexiones para la toma de decisiones. Los asistentes móviles, el ChatGPT, es la prueba más reciente y contundente del cambio. La posibilidad de pedirle respuestas a una máquina sobre cualquier tipo de cuestiones, y obtenerlas, es hoy una realidad indiscutible. Habrá que preguntarse ¿dónde quedarán parados los profesionales de ciencias económicas ante el avance tecnológico y cuál será el nuevo rol que le tocará desempeñar?

En las universidades, la oferta académica es amplia. La ciencia se conforma por contadores, administradores, economistas, actuarios, licenciados en sistemas de información, profesionales del marketing, las finanzas, la sociología, la psicología, la tecnología, etcétera. Si bien la globalización es una realidad, los efectos del fenómeno no son simétricos. Existen diferencias sustanciales entre los países desarrollados y los no desarrollados.

En el nuestro, todavía hay mucho campo fértil para esa red de profesionales interdependientes. El arte y la técnica están un escalón por debajo de la política.

Debemos convivir con decenas de miles de normas que cambian de forma constante y con más de cientos de impuestos, aunque tan sólo seis de ellos recaude 70% de los ingresos, y 11, 90%.

Menos de uno por ciento de los argentinos es dueño de una empresa y/o tiene educación financiera. En promedio, media persona de cada 10, invierte en el mercado de capitales mientras que en EEUU, lo hacen nueve de cada 10. La realidad es más compleja aún si observamos los panoramas regionales. 

¿Cuál es la realidad en un entorno regional?

Si bien toda unidad económica, requiere un profesional de la ciencia, las organizaciones familiares, de supervivencia, arraigadas en el interior profundo de nuestro país, no tienen la oportunidad de poder contratarlos por la falta de recursos económicos. Es aquí donde el Estado debe hacerse presente, articulando políticas para aplicar subsidios estratégicos al desarrollo. 

Si bien es cierto que la tecnología está cambiando las formas de trabajo del profesional actual, y cambiará los empleos del futuro automatizando aún más los procesos, los informes, y la gestión, también es cierto que en la actualidad existen necesidades insatisfechas como las mencionadas a las que se suman la reestructuración económica financiera del país, la amplitud en materia de asistencia, la promoción de emprendimientos sustentables, así como la especialización tanto en rubros como en tipo de organizaciones con y sin fines de lucro.

¿Qué reto tiene la ciencia en este contexto?

En el marco técnico, el desafío actual de la ciencia consiste en incorporar a los sistemas de evaluación, los efectos de la intangibilidad como el capital intelectual, el valor del posicionamiento, la productividad humana, las estrategias de marketing en el ecosistema digital y sus correspondientes costos de oportunidad, los que terminan influyendo de forma notoria en el valor de los proyectos.

En el aspecto universal, dado que los primigenios sistemas económicos como el agrario, el feudal, el mercantilista, el capitalista-comunista, se fueron agotando, el desafío de la ciencia económica consiste en encontrar un modelo integrador que tome en cuenta las necesidades presentes y futuras del ser humano y su contexto.

Un modelo de reciclaje, cooperación, equidad social, cuidado del medio ambiente y producción sustentable.

Un modelo con seguro de desempleo universal que no recorte la libertad, la creatividad y la innovación de los individuos, y que a su vez sea capaz de equilibrar los recursos de manera “racional” para que todos podamos tener acceso a ellos. 

¿Qué sucede con las microorganizaciones?

En el mundo, las microorganizaciones, las pequeñas y medianas, representan 90% del tejido empresarial, entre 60% y 70% del empleo y 50% del PIB total. Son la columna vertebral de las sociedades del planeta.

En Argentina, se hace difícil saber cuántas pymes hay dado que existen en la actualidad microemprendimientos que se manejan en la informalidad o semiinformalidad, aunque sí sabemos que tenemos la tasa de natalidad empresarial más baja y la tasa de mortalidad más alta de la región.

En los países subdesarrollados, los avances tecnológicos se solapan con la burocracia y el desapego a las buenas prácticas de gestión. 

La globalización extiende las fronteras y la tecnología vía el trabajo remoto lo hace posible. Dada esta condición, en el marco individual, y sobre todo en nuestro país, el profesional de ciencias económicas no tan sólo tendrá que adaptarse a las normas internacionales de contabilidad, o de otros estándares, para estar a tono con el ritmo del cambio global sino que también deberá adoptar un tipo de “pensamiento global” para aggiornarse a los requisitos y las prácticas laborales internacionales. 

Decisiones y nuevas formas

Según el profesional, tomar decisiones es “seleccionar”; una máquina puede hacerlo a partir de una serie de opciones, pero -por el momento- sólo puede realizar operaciones lógicas. La verdadera capacidad de sentir a partir de las emociones y de utilizar el instinto, todavía es propiedad del ser humano.

“La competencia diferencial y resiliente del profesional de ciencias económicas estará presente en su capacidad de apoyar y acompañar a emprendedores y empresarios, desde otro lugar. Adoptar un rol de consultor, un planificador preparado para lidiar con la incertidumbre”, señaló Pizzi. 

“Saber agregar valor a partir del buen uso de la información. Convertirse en el propulsor de la ética y la responsabilidad social. Tendrá que adaptarse a las nuevas formas de hacer negocios. Entender que las etapas de crecimiento y desarrollo de los proyectos organizacionales cada vez son más cortas producto de la aceleración de los marcos competitivos mundiales en donde cohabitan el cambio y la complejidad”, concluyó. 

“En Argentina, los empresarios tendrán que aprender que la administración ‘no es un gasto sino una inversión’; los profesionales, que dos más dos es cuatro y que la respuesta debe dejar de ser: ¿cuánto querés que te dé?

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