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La inflación cultural aqueja a la República Argentina

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Para Claudio Pizzi, los aumentos de precios que azotan el país no son coyunturales sino culturales. Los primeros sí tienen solución en el campo de las ciencias económicas. Para revertir la situación hay que acudir a otras disciplinas.

Por definición, la inflación refleja la disminución del poder adquisitivo de la moneda: una pérdida del valor real del medio interno de intercambio y unidad de medida de una economía.
Argentina transita hace varios años un proceso inflacionario que parece no tener fin.
Para conocer más sobre uno de los grandes males de nuestro país y las razones por las cuales el país no puede terminar con ella, Factor dialogó sobre el tema con Claudio Pizzi -Licenciado en Administración de Empresas y Director de Consultoría & Capacitación www.dorbaires.com- quien con una mirada distinta expresó: “La respuesta al interrogante de por qué no se puede terminar con la inflación no es tan obvia. Años de historia económica lo demuestran”.

¿Cuándo comienza a experimentar Argentina el fenómeno inflacionario?
-La inflación como “fenómeno”,  se origina en 1946. Aunque en un período anterior, que va de 1810 hasta 1945, los precios experimentaron crecimientos. En aquella época, no existían los problemas relacionados con los déficits fiscales ni con la emisión monetaria. La inflación comienza su marcha en el siglo veinte.
Desde 1947 hasta 1951, la nación experimenta sus primeras consecuencias dado ciertas decisiones macroeconómicas y políticas como el plan quinquenal. El déficit fiscal que se produjo como consecuencia de aquel objetivo: desarrollar el sector industrial y agrícola,  fue financiado con medidas tales como la nacionalización de los depósitos bancarios, la estatización del Banco Central y elevadas emisiones monetarias. La inflación había llegado para quedarse y fue así como transcurrió medio siglo, prácticamente a 100% anual promedio hasta el año 1992. La inflación convertida en hiperinflación, arrojó tasas del orden de 200% a 3.000%.

¿Qué medidas tomaron los sucesivos gobiernos para luchar contra la inflación?
-A lo largo de la historia podemos mencionar diferentes intentos para neutralizar la inflación. Algunos de ellos quedaron inmortalizados en frases como: “Hay que pasar el invierno”, de 1959 y “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”, de 1989”, expresadas por los economistas de la época. Y por supuesto, en planes como el austral, el primavera, la convertibilidad y tantos otros.
En cuanto a las diferentes medidas adoptadas, podemos mencionar las siguientes: congelamiento de salarios, veda – racionalización de productos, controles de precios, establecimiento de precios máximos a productos de consumo, al tipo de cambio, alquileres, combustibles; facilidades a la importación para reducir precios, pactos sociales  (estado – empresarios – sindicatos) y devaluaciones de la moneda.

¿Cuáles son los efectos de la inflación en un país?
-Entre los nocivos efectos que trae aparejado este flagelo tenemos: tasas de interés negativas, licuación de los salarios y jubilaciones, especulación, desabastecimiento, mercados paralelos, desvalorización de los depósitos bancarios y, como consecuencia de ello, desaliento al ahorro. Indexaciones, bicicletas financieras, devaluaciones, deterioro de las relaciones de trabajo (empresa – trabajadores), evasión tributaria, concentración de la riqueza, desinversión y fuga de capitales, aumento de la pobreza, generación de medidas de corto plazo en las políticas económicas… y podríamos seguir sin parar.

¿Qué receta debería adoptar el actual Gobierno y el que viene para combatir este fenómeno?
-Buena parte de los economistas dicen que la solución se encuentra en la reducción de la cantidad de dinero en circulación, y el déficit fiscal. Lamentablemente, estas medidas son del tipo económico – financiero y, siento desilusionar al lector. El remedio a esta enfermedad no provendrá de las artes económicas, llegará de la mano de otras ciencias, concretamente, de la educación y el management.
Para entenderlo hay que comenzar por tipificar el problema. La inflación argentina no es del tipo coyuntural, sino cultural. Los problemas coyunturales, sí tienen solución en el campo de las ciencias económicas (recuerde que hablamos de Argentina, período de la democracia). Un ejemplo de ello es el impacto de una reducción de las cantidades de petróleo producidas en el mundo, y el alza de su precio internacional. Esta situación “aparece”, no se encuentra sujeta a decisiones preexistentes, por tal motivo, pueden ser combatidas con medidas económicas.
No pasa lo mismo con nuestra inflación, porque no es un fenómeno coyuntural. Las medidas para su contención desde la economía, durarán un tiempo hasta que algún político en el poder vuelva a interpretar aquellas frases tan nuestras que dicen: “Un poco de inflación es bueno para el crecimiento”, o  “un poco de inflación no es malo”.

Entonces, ¿qué solución de fondo hay que tomar para superar una economía inflacionaria?
-La solución de fondo provendrá de la mejora en la calidad del liderazgo (campo del management, campo de las decisiones del poder), y en la calidad de los niveles culturales y de educación (campo de las decisiones ciudadanas).
Un ejemplo sencillo, puede ilustrar la hipótesis que planteo originada en este tipo de preguntas:  ¿Por qué no hubieron marchas multitudinarias y sistemáticas pidiendo por su eliminación? ¿Quién aseguraría, estando las decisiones económicas subordinadas a las políticas, que no volverá en las próximas décadas a practicarse el “populismo”? ¿Acaso la disciplina fiscal y el control de los déficits no fueron practicados oportunamente? ¿Por qué volvimos a tener inflación? ¿Cuánto durarían las nuevas – viejas medidas antiinflacionarias? ¿Por qué las toleramos como sociedad siendo tan dañina para nuestro presente y futuro?
El problema de nosotros, los argentinos, es que pensamos la mayor parte del tiempo de manera lineal. “Para mejorar la educación, hay que aumentar el presupuesto”, “para mejorar la seguridad, hay que contratar más policías”, “para reducir los accidentes de tránsito, hay que aumentar las multas”. Más presupuesto no significa más calidad, más policías no significa más compromiso con el trabajo de servidor público, así como aumentar las multas no le cambia la cabeza a un inconsciente.

¿Cuál es su conclusión final?
-Muchos de los problemas que nos aquejan son de orden sistémico. Si hablamos en términos promedio, podemos decir que: a mejores líderes, mejor educación, a mejor educación, mejores líderes. A mejores líderes, mejores sociedades, a mejores sociedades, mejores líderes. A mejores líderes y mejores sociedades, en definitiva, mejores decisiones individuales y colectivas.
Los líderes positivos y transformacionales que creen en el bien común no podrían aceptar a la inflación como problema endémico. Igual actitud deberíamos tener nosotros como sociedad y no creer que un acuerdo salarial pueda resolverlo todo. La memoria y la conciencia social de un pueblo no se arregla con aspirinas producidas en las ciencias económicas por más que nos pese a todos los que nos hemos formado en ellas.

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