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El rezago en la aplicación de las herramientas de management

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En el ámbito del management -léase gestión de empresas- el acrónimo “MBA” no requiere traducción ni explicación de significado.

Por Daniel Scandizzo (*) – Exclusivo para Factor

Podríamos decir que las tres letras conforman un “monosílabo”, aunque seguramente esta explicación sería objeto de aplazo en cualquier clase de lenguas. Digámoslo sin aditamentos: el “MBA” se ha transformado en el certificado de buena conducta para acceder a posiciones gerenciales. No ser parte del club claramente conforma una desventaja en la maratón corporativa.

Hasta aquí podríamos coincidir con el lector en que no se visualiza nada negativo en esta “autoproclamada” exigencia; en definitiva, el “MBA” no es un invento del capitalismo reciente. Para descubrir su primer antecedente debemos trasladarnos a los albores del siglo, pero no de la centuria que actualmente transitamos sino del siglo XIX y localizarnos en la Amos Tuck School of Business Administration de la Universidad de Dartmouth en el Estado de New Hampshire (Estados Unidos). Más de 100 años de historia de esta inmersión en management puro hablan claramente de su protagonismo y referencia en el mundo de los negocios.

El MBA -programa de formación para gerentes por excelencia- está plagado de buenos intentos e ilusiones. Sin embargo, quienes hemos dirigido escuelas de negocios y, particularmente, un MBA no podemos responder con convicción a un permanente desafío: trasladar la experiencia áulica a la organización.

Los contenidos: de la chimenea a la sociedad del conocimiento
Peter Drucker acuñó este concepto: la sociedad del conocimiento. La riqueza ya no reside en los activos plantados al piso o en los depósitos desbordantes de productos sino en las personas. El capital habita en nosotros y lo llevamos adonde vamos, la riqueza es el conocimiento y no se compra con dinero.

Vivimos una revolución de conceptos; el dinamismo del mundo de los negocios hace que se desarrollen prácticas sin teorías que las sustentan. El acceso a la información es la clave de la competitividad. Las empresas ya no se desarrollan hacia adentro aspirando sólo a ser más fuertes y veloces que la competencia, se desarrollan y crecen junto con la competencia, con los otros. Los cambios son cada vez más pronunciados, los ciclos de vida de productos y servicios más breves, los liderazgos efímeros. El cliente ya no es la persona que compra, es un actor que contribuye a construir la empresa de la misma forma que el resto de los recursos.

La revolución de conceptos derriba paradigmas y establece las bases de nuevos modelos que no tardan en dar lugar a otros. Blockbuster no cerró su última tienda porque irrumpió un nuevo competidor; el problema fue que le cambiaron los paradigmas y no supo o no pudo adaptarse. Fue edificada para una dimensión que estaba quedando atrás. Del mensaje de texto a WhatsApp no hay más que una década. Dos modelos para lo mismo: comunicarnos.

Pregunta 1: ¿El aula se percató de la revolución de conceptos?

Un happy hour de interrogantes
Carreras, programas, módulos, capítulos, metodologías, cronogramas y evaluación. De esta manera se enuncian los contenidos de un programa de formación en gestión (comenzando por el mentado MBA) y no es objetable, simplemente propongo que, en el marco de la sociedad del conocimiento y de la revolución de conceptos decretemos un happy hour de preguntas, de interrogantes. Animémonos a innovar no sólo en contenidos sino en métodos de enseñanza, apelando de manera más seguida a la expresión “¿qué pasaría si…?”

El cuadro del docente exponiendo marcos teóricos, de manera retórica apelando a la literatura tradicional debe ser complementado con un marco intenso de debate de ideas, de nuevos conceptos, de análisis de situaciones, de integración, de reflexión y de interrelación de variables.

Pregunta 2: Ante una situación de conflicto en una organización que debe ser resuelta de manera inmediata, ¿se imagina al líder apelando a un libro de texto para encontrar la solución?

La globalización ha impactado de manera sustancial en conceptos, prácticas y métodos de negocios. Nuevas herramientas en todos los campos del management son aplicadas actualmente para procurar generar valor en las organizaciones. No se innova sólo en el producto, también se innova en las formas.

Organizaciones formativas y empresas deben trabajar en conjunto para garantizar la conectividad (nunca tan vigente) entre el aula y el puesto de trabajo. De lo contrario, seguiremos haciendo realidad el pensamiento del investigador suizo Alexander Laszlo (London School of Economics), quien afirma: “Somos una especie global. Sin embargo, preservamos y funcionamos con costumbres provinciales, persiguiendo nuestros propios intereses, sin considerar su impacto en el conjunto».

(*) Contador Público (UNC)
Magíster en Dirección de
Empresas (UCC). Director de AxiaBiz Consulting. 
Axiabiz.com

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