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Ladrillos de Quinua para equilibrar desigualdad

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El Estudio Quinua Arquitectura utiliza el conocimiento y las herramientas de la disciplina para aportar valores, trabajo e identidad en distintos fragmentos marginales de la sociedad. Como parte de una responsabilidad profesional, que no es sólo un área de “Responsabilidad Social Empresarial” sino su “razón de ser”, promueve y participa en la construcción de viviendas solidarias y ecológicas. Es uno de los pocos actores profesionales de Córdoba que encuadran su actividad en lo que se conoce mundialmente como arquitectura altruista. Insiste en que el concepto no debe ser una “tendencia” o un “movimiento arquitectónico” sino que debe formar parte de la currícula en todas las universidades. No construyen “ciudades”, construyen “sociedad”.

Por Laura Pantoja – [email protected]

No construyen rascacielos ni se rasgan las vestiduras anunciando megacomplejos habitacionales, pero tampoco son inocentes arquitectos recién egresados, que sueñan con cambiar el mundo. Ellos forman parte de Quinua Arquitectura, un estudio de Córdoba, que -permeable a la realidad social desigual-, se desprende del legado tecnocrático y del negocio inmobiliario del que la mayoría de los profesionales se hacen eco, para humanizar la arquitectura y reconstruir la noción de responsabilidad del profesional, algo que va más allá de una acción “socialmente responsable”.

Suena en todo el mundo el concepto de “arquitectura altruista”, ellos insisten en que no debe ser una tendencia o movimiento arquitectónico, sino que debe formar parte de la currícula en todas las universidades del país. Ellos son Pablo Capitanelli y Florencia Orellana, sus mentores, con quienes El Inversor y la Construcción mantuvo diálogo.

– ¿Qué es la arquitectura altruista?
– Frente a las circunstancias mundiales de desigualdad social, los problemas ambientales y la desvalorización de las características particulares de cada cultura, muchos arquitectos han asumido la responsabilidad de intervenir para mejorar tales condiciones; una decisión contraria a lo que enseñan las carreras de arquitectura, que preparan al profesional para ingresar en un mercado de trabajo regido por el negocio inmobiliario, que acentúa la individualidad y la competencia.

-¿Cómo y cuándo nace tal responsabilidad?
– Esta responsabilidad no es algo nuevo, es algo inherente a las profesiones, que en algunas se ve más claramente como por ejemplo el juramento hipocrático de los médicos, y que se fue perdiendo por el avance de la sociedad de mercado. El nivel de individualismo es tal alto que algo que debería ser intrínseco al devenir profesional se transforma en una excepción, al extremo de constituir un nombre particular como el de arquitectura altruista. Hace muchos años que gran cantidad de profesionales decidieron asumir estas responsabilidades en forma anónima, buscando relacionarse con otros que comparten las mismas ideas, pero sin perseguir el objetivo principal de instauran una nueva tendencia dentro de la arquitectura.

-¿ Hay precursores en el mundo?
– Se comienza a hablar de la arquitectura altruista como otro movimiento dentro de la arquitectura, a partir de que el arquitecto japonés Shigeru Ban ganó el premio Pritzker de Arquitectura este año. No obstante, podemos citar ejemplo de otros arquitectos conocidos como el caso de Norman Foster, quien intervino en la recuperación de las Escuelas de Arte de Cubanacán, Cuba; diseñadas junto a los arquitectos Ricardo Porro, Roberto Gottardi y Vittorio Garatti, que consideraron muy importante la recuperación por su valor arquitectónico, cultural y social para Cuba. También podemos citar al chileno-portorriqueño Fernando Rojas, incansable en la búsqueda de una arquitectura verde para Puerto Rico.

-¿Cuándo comenzaron ustedes y qué fue lo que prendió la llama en este sentido más social de la arquitectura?
– Quinua Arquitectura nació en el año 2003 a partir de la idea de que nuestra formación como arquitectos nos da muchas más herramientas que para tan sólo asumir la posición pasiva de esperar un cliente y resolver su proyecto o bien formar parte de la gran estructura de algún estudio de arquitectura reconocido o alguna empresa desarrollista.

-¿Por dónde comenzaron?
– Nos parecía que podíamos tomar una posición proactiva, es decir, generar nosotros los medios y recursos para poder intervenir en la realidad. Pensamos en los espacios que con mayor urgencia necesitaban de una intervención, que fuera posible lograrla con nuestros conocimientos y recursos como arquitectos. Llegamos a la conclusión de comenzar por dos frentes, por un lado, con comunidades marginadas tanto rurales como urbanas, emergentes de una realidad con tanta desigualdad social, y por otro lado, con la problemática ambiental, en crisis por el explosivo desarrollo de la sociedad consumista.

-¿Cuáles fueron los primeros pasos?
– Abordamos el trabajo con comunidades por medio de lo que se denomina tecnología social; es decir, adaptamos los recursos tecnológicos para que puedan ser empleados por cualquier persona sin ninguna preparación particular y con el único fin de mejorar su condición de vida. Buscamos la simplificación de los sistemas tecnológicos para que no requieran ninguna sofisticación, tanto en su uso, mantenimiento y replicabilidad. Trabajamos para mejorar en algunos casos o crear -en otros- procesos productivos partiendo de los saberes propios de cada comunidad. Desde la disciplina, aportamos diseño para lograr distintos tipos de productos y aumentar las posibilidades de venta, como así también, para abarcar la mayor cantidad de nichos de mercado.

-¿En qué casos concretos se han aplicado éstas propuestas?
– Con la comunidad de Copacabana desarrollamos un sistema productivo en base a la materia prima obtenida del reciclado de residuos (PET de botellas), con la aplicación de una técnica artesanal trasmitida a través de muchas generaciones. En 2009, con la Comunidad Comechingona del Pueblito, en La Toma de la ciudad de Córdoba, se buscó a través de la cerámica – expresión por excelencia de las culturas – fortalecer la identidad y crear fuentes de trabajo para una marginalidad (ver todos los proyectos en cuadro)

-¿ Y en materia ambiental?
– Con respecto a la construcción natural o bioarquitectura, se buscó generar hábitats más saludables teniendo en cuenta todo el espectro que lo involucra, buscamos utilizar materiales con poca huella carbono, tanto en su producción como en su transporte. También simplificamos los procesos para posibilitar la autoconstrucción, como así también, evaluamos los costos de la construcción del hábitat, no solamente del objeto, sino de su acondicionamiento tanto para el calor como el frío, en pos de su máximo aprovechamiento del agua y su mantenimiento en el tiempo.

-¿Juega algún papel el Estado en estas causas sociales?
– Todas estas acciones parten desde un posicionamiento ideológico-político, de un compromiso para con la sociedad. Tratamos de resolver problemas que en muchos casos le corresponden al Estado, pero -aclaramos- no buscamos reemplazarlo sino poner de manifiesto su ausencia.

-¿Cómo consiguen los recursos económicos para avanzar con estos proyectos? Como estudio ¿cómo pueden hacer rentable su negocio para que esta causa sea sustentable en el tiempo?
– Al principio fue todo a pulmón, pero luego comenzamos a gestionar fondos en ONG nacionales, fundaciones y hace poco, como producto de todo un camino realizado, nos llamaron del BID/Fomin para hacernos una propuesta de financiamiento. Si bien en muchas oportunidades no ha quedado otra opción que el trabajo voluntario, bregamos para que cada persona que colabora en nuestros proyectos, reciba una retribución justa. Esto se debe a que las acciones voluntarias terminan siempre teniendo una acotación en su duración en el tiempo, y como en este contexto se trata de encontrar soluciones reales, con la figura del voluntariado o el mero altruismo, no alcanza. Por otra parte, para sostener estas acciones en el tiempo, Quinua también se aboca al desarrollo de proyectos tradicionales, son las ganancias que nos permiten continuar en este camino.

-Está visto que semejantes causas no pueden ser tratadas unidireccionalmente…
– El profesional se tiene que correr del lugar que a lo largo de la historia, la sociedad y su propia formación le han impuesto: el de la persona que tiene el conocimiento y aporta las soluciones. En estos procesos, nos debemos sentar a trabajar de manera horizontal, aportando conocimientos y escuchando los aportes que realizan todas las partes intervinientes del proceso, para luego tomar las decisiones en forma colectiva. Más aún, para que puedan evolucionar a través del tiempo, en forma paralela, debemos emprender tareas de investigación y docencia para capacitar nuevos actores. Recordemos que en los ámbitos tradicionales de la educación, estos temas y visiones no se fomentan ni se desarrollan en ningún espacio. El modelo autista por el que cada institución cree que sola puede resolver tales problemáticas, tampoco funciona. Parte de nuestro trabajo es realizar un mapeo de todas las instituciones, organizaciones y actores relacionados al tema, para activar vínculos con la mayor cantidad de ellos. Como en la mayoría de los casos siempre contamos con los mínimos recursos, la formación de redes de acción es una forma de potenciarlos.

-Comentaron que su empeño forma parte de una postura política-ideológica… va más allá entonces de una mera acción de Responsabilidad Social ¿verdad?
– La responsabilidad Social está muy ligada a acciones que realizan las empresas por la comunidad; nosotros no somos una empresa, somo un grupo de arquitectos. La diferencia radical está en que éstos programan no formar parte de un área específica de nuestro estudio, al contrario, constituyen nuestra razón de ser. Es por ello que consideramos que, todo lo que se denomina arquitectura altruista, debería dejar de ser conceptualizado como un movimiento o una tendencia, para pasar a formar parte de la currícula en la formación de todo arquitecto.

Secuencia de la construcción de una casa ecológica

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Para mayor información: sitio web / fan page

Viviendas, barrios, manos hacedoras
Algunos de los proyectos que llevó adelante el estudio:

– Manos Hacedoras del Norte: tiene como lugar de acción el noroeste de la provincia de Córdoba, donde se trabaja con las comunidades de Cesteros de Copacabana y Deán Funes, en combinación con los emprendimientos de tejedores de lana de oveja. Actualmente cuenta con la financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por medio del programa Por América. Tiene como objetivo el trabajo sobre tres líneas: el fortalecimiento comunitario, la agricultura de subsistencia y el desarrollo de la producción artesanal, como fuente de generación de ingresos.

– Quinua Arquitectura integra desde el año 2002 el Equipo Técnico de la Fundación Pro-Eco San Miguel, con el cual se desarrollaron e implementaron los siguientes proyectos:

– Eco-barrio Villasol, formación de un Barrio Ecológico Productivo autosustentable “Ecobarrio Villa Sol”, ubicado en Salsipuedes, con construcciones ecológicas realizadas con esfuerzo propio y ayuda mutua.

– Eco-fábrica para la industria de la Construcción (2005-2014). Creación de un centro experimental de promoción, investigación, información, capacitación y apoyo para la producción sustentable y solidaria de materiales o sistemas constructivos.

– Viviendas Sociales ecológicas (2009). Con el apoyo privado se buscó desarrollar un prototipo de vivienda social utilizando tecnologías y energías alternativas. Se construyeron dos prototipos en la ciudad de Río Ceballos, provincia de Córdoba.

– Quinua, junto al estudio THEM, funda el Taller de Tecnología Social MACHINA TOSCA. Es un centro de trabajo, investigación, desarrollo y promoción de la tecnología popular y sus usos. Los proyectos que se desarrollan son:

– En_trama® Un proyecto de acompañamiento y apoyo de un proceso de transferencia destinado a artesanos de la localidad de Copacabana, en el norte de la provincia de Córdoba. Mediante el rescate de una tecnología popular (cestería) se busca brindar una alternativa laboral que complemente las actividades productivas tradicionales que se desarrollan en la región.

– Prensapapel. Es un proyecto que desarrolla la tecnología para producir paneles rígidos a partir del papel reciclado. El objetivo principal es aumentar el beneficio directo de los recolectores informales de residuos (cartoneros). Se pretende “agregar valor” a la materia prima (papel o cartón) transformándola en producto (paneles acústicos o divisorios) mediante un proceso que incorpora tecnología simple.

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