Por el Arq. Carlos Martín (*)
Para realizar una aproximación al comportamiento humano ante una situación de emergencia es imprescindible establecer con claridad algunas definiciones.
En el ámbito de la higiene y seguridad en el trabajo se considera como incendio a un fuego descontrolado. La Real Academia Española en su diccionario dice que incendio es “fuego grande que destruye lo que no debería quemarse”. Esta frase allana el camino hacia una conceptualización más precisa: le da dimensión al fuego, éste debe ser grande. Destruye, convierte en cenizas, lo que no debería quemarse, hace una ponderación: lo que se quemó, era valioso. Obviamente, el valor superior es la vida humana, pero aun en el caso de no haber sufrido pérdida de éstas, siquiera heridos, las pérdidas materiales conllevan una carga emocional importante pues desaparece el lugar donde una persona habita con todo lo que esto implica. De allí la gran importancia que tiene entender la conducta humana en éstas situaciones.
La mayoría de las personas no ha tenido la experiencia de hallarse ante una situación de peligro inminente y, cuando esto ocurre, algunas toman decisiones que incrementan al peligro para ellas y también para los demás. Así, los comportamientos que se producen van desde una actitud de calma hasta un verdadero pánico.
Los estudios sobre una conducta específica se han interesado por analizar, fundamentalmente, tres conductas: ante las alarmas, la evacuación del edificio, y las emociones experimentadas durante el incendio.
Dentro de las reacciones más frecuente: de 10 a 25% de las personas permanece unido y en calma; 75% manifiesta conducta desordenada, desconcierto y 10 a 25 % muestra confusión, ansiedad, paralización, gritos histéricos y pánico.
En los incendios residenciales se ha observado una gran tendencia de las personas a comprobar la existencia del incendio tras haber sido avisadas.
En cuanto a los actores determinantes de las reacciones más frecuentes, se destaca el nivel de formación. Los conocimientos previos sobre el tema que posea una persona afectarán sus reacciones.
Sexo: Las mujeres tienden a avisar a otros y salir inmediatamente del edificio. Los hombres son propensos a luchar contra el incendio o minimizar el peligro.
Edad y condiciones físicas: resulta más que evidente que la reacción que pueda tener un anciano con limitaciones motrices será diametralmente opuesta a la de un joven con buena condición física.
En conclusión, conocer cómo se comporta una persona ante las situaciones de emergencia es de fundamental importancia para orientar las acciones preventivas.
Sería deseable que los responsables de la seguridad contra incendios consideren en cuanto a aspectos tales como el diseño de los edificios, la instalación de sistemas de seguridad, la implementación de planes de emergencia y la elaboración de normativas, los resultados aportados por las ciencias sociales y los integren en sus respectivos campos de acción si se quiere optimizar la seguridad de las personas ante los incendios.
(*) Especialista en Higiene y Seguridad en el Trabajo Docente y Miembro del Isase del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Córdoba.