viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

El triple impacto de 3C Construcciones escala y se multiplica

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Ese sistema productivo de instalación en comunidades vulnerables logró la fabricación de 25 unidades; mediante su presencia en el municipio de La Para, de Córdoba, planea otras 30, destinadas a un plan de viviendas. Certificará la “aptitud técnica”, lo que permitirá masificar la tecnología y acceder a sistemas de financiamiento internacional y crediticio.

Por Laura Pantoja – [email protected]

3C Construcciones SAS, proyecto de triple impacto creado por Lucas Recalde consistente en la implementación de sistemas constructivos a partir del reciclado de residuos y la integración al trabajo de personas en situaciones de vulnerabilidad. La iniciativa ya tiene en su haber 25 experiencias llevadas adelante mediante la construcción de casas, prototipos,ampliaciones y salones. A su vez, el municipio de La Para, provincia de Córdoba, implementará el sistema, con el cual proyecta construir 30 casas más.
Asimismo, con el objetivo de que el proyecto pueda escalar a otras dimensiones, la empresa sumó al empresario desarrollista Juan Pablo Cmet, de Galp Construcciones.
Así lo adelantó el nuevo socio a El Inversor y la Construcción, y recordó los inicios de la empresa y sus avances y planes.

– ¿Podría recordarnos los inicios del proyecto?
-3C Construcciones surge a partir de la inquietud del empresario y emprendedor cordobés Lucas Recalde, socio de la firma Viró Eventos, de salones de fiesta El Rosal y Villegas, quien desde hace siete años empieza a interesarse en crear modalidades de empleos en su empresa para la gente que nadie quería emplear (personas en situaciones vulnerables, madres solteras, personas en conflicto con la ley, etcétera). A raíz de eso empieza a estudiar el “desarrollo Local” como alternativa económica. De esas inquietudes surge pensar el diseño de tecnologías “intermedias” (de bajo costo de implementación) que permitan generar empleos sostenibles en comunidades vulnerables, que las entramen con el resto de la comunidad. Hace tres años orienta la búsqueda en sistemas constructivos que, cumpliendo con las premisas anteriores, se generen a partir del aprovechamiento de residuos. Es en ese momento cuando arma la sociedad con su empleado Federico Brunas y la arquitecta Victoria Páez Molina.

– La primera experiencia surgió en Salsipuedes ¿no?
– Sí, inventa y patenta entonces el sistema “3C”, cuya primera casa prototipo de dos pisos se construye hace dos años y medio en Salsipuedes. A partir de eso, con la prueba de que el sistema permite construcciones sólidas, rápidas, más económicas y de mejor eficiencia energética que los sistemas tradicionales, empieza a buscar experiencias de cómo implementar este sistema en comunidades en las cuales se genere desarrollo local.

– Así nació la alianza con el padre Mariano Oberlín…
– La primera comunidad en la que se implementó exitosamente una “microplanta 3C” es la Fundación Yayaicú, que dirige el padre Oberlín en barrio Müller. Ahí, luego de dos años de trabajo, le ha permitido a la fundación autoconstruir cinco casas para su propia obra y empezar a hacer obras por encargo para terceros. Esto permite generar ingresos genuinos para la fundación y emplear a chicos en tratamiento.

– Entiendo que había proyecciones de llevar el sistema a la construcción de un plan de viviendas ¿verdad?
– El municipio de La Para es el primero que contrata el sistema, hace ya casi un año. Esa comuna es referente nacional en el tratamiento de sus residuos urbanos. Eso ha permitido que este año esté planeando lanzar la construcción de las casas de su Programa Municipal de Vivienda -Promuvi- usando sus propios residuos plásticos con esta tecnología. A partir de eso es que se decide convertir este invento en una empresa de triple impacto y es cuando me sumo yo con el objetivo de encontrar maneras de escalar el sistema.

– ¿Cómo define el producto que generan?
– El producto no son ladrillos ni casas. Es un sistema productivo de muy sencilla instalación en comunidades vulnerables. Se usan prensas que no requieren agua y con una utilización ínfima de energía eléctrica transforman grandes cantidades de residuos plásticos y de madera en “Blocks 3C”, que son paneles plásticos insertos en bastidores de madera, que se montan con mucha facilidad en estructuras de entramado de madera. Esto permite construcciones más livianas, más eficientes y más rápidas, de la misma solidez y terminación que una construcción tradicional (una vez montada la estructura, se revoca de ambos lados), pero con una eficiencia energética mucho mayor -una casa 3C consume un tercio de energía que una tradicional-.

– Es decir, ustedes no salen a construir casas…
– No, no salimos a construir casas ni a comercializar los bloques -salvo prototipos y nuevas pruebas o construcciones especiales, como el salón de usos múltiples de muestra que hicimos el mes pasado en la Residencia de Olivos, Buenos Aires-, sino a implementar el sistema en comunidades tales como municipios, ONG con presencia en sectores vulnerables, cooperativas, entre otros. El objetivo es generar pequeñas comunidades productivas que den empleo sostenible y un impacto positivo en la comunidad.

– ¿Cuántas experiencias han llevado adelante y en qué cantidad de viviendas se traduce?
– A la fecha hay construidas y en construcción más de 25, entre casas completas y ampliaciones, y salones comunitarios, entre otros. La dimensión es indistinta: se puede construir cualquier cantidad de metros cuadrados con este sistema productivo. En la actualidad está por salir un CAT (certificado de aptitud técnica) de esta tecnología, que va a permitir masificarla; los municipios podrán por ejemplo acceder a sistemas de financiamiento internacional, o a particulares de créditos hipotecarios. Por eso hoy estamos enfocados en que se instalen muchas microplantas productivas del sistema 3C, para que aprovechen y alimenten esa demanda.

– Se puede decir que la solución cumple con el triple impacto…
– Decimos que es una solución de triple impacto para las comunidades porque, por un lado, soluciona el problema de la disposición final del plástico; por otro lado, genera empleo y entramado social para sectores vulnerables; y finalmente impacta positivamente en la necesidad de vivienda, con construcciones un poco más económicas pero sobre todo más eficientes. Y todo esto genera un círculo virtuoso de negocios dentro de las comunidades.

– ¿Podría resumir las bondades de esta tecnología?
Es una tecnología productiva limpia (no contamina) y que limpia (utiliza residuos). Es un sistema que entrama personas vulnerables al sistema productivo y a los distintos actores de la sociedad. Las construcciones 3C tienen beneficios económicos en su costo y sobre todo en la eficiencia energética posterior. El proceso 3C reduce a menos de la mitad la huella de carbono de un proceso de construcción tradicional: construir una casa con este sistema equivaldría en huella de carbono a plantar 130 árboles de bosque nativo.

– ¿Hay más planes de vivienda en marcha o en carpeta?
– Este año en La Para se van a iniciar las primeras cinco casas del Promuvi, y se plantean 30 para el año que viene.

La experiencia en La Para
El año pasado, la empresa firmó con La Para el convenio de transferencia de tecnología y brindó a los empleados de la localidad el conocimiento que vienen desarrollando desde hace dos años para construir la vivienda modelo y luego avanzar con otras casas.
“Lo que ofrecemos es una tecnología, un modo de construir. Hicimos la capacitación para la primera casa y desde allí la comunidad trata sus problemáticas ambientales y sociales como más le convenga. Pero, con el trabajo que viene realizando, va a poder ver el círculo completo de reciclado articulando lo social, lo ambiental y lo económico”, dijo oportunamente Lucas Recalde.

El municipio se provee de su propio material, ya que 85 por ciento de los aproximadamente cuatro mil vecinos realiza la separación en origen, y lo reciclable se recolecta los martes y los jueves. Este proyecto de separación ya lleva 15 años y varios cambios de intendencias.
La capacitación, junto con las herramientas para poder montar una fábrica de ladrillos, tiene hoy un costo aproximado de medio millón de pesos y los resultados pueden empezar a verse en dos o en tres meses. En el municipio se han construido cinco casas y la proyección es generar 30 más, según adelantó Cmet.

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