Si se tiene en cuenta que 50% del consumo de energía en los hogares de la Argentina es para climatizarlos, no superar los 400kw/h para mantener los subsidios estatales y lograr mantener un confort térmico en ellos se convierte en un nuevo desafío para los argentinos, ya que las temperaturas interiores de las viviendas deben ser equilibradas para proteger a los habitantes de los efectos nocivos del frío o calor extremo.
Teniendo en cuenta los resultados del Barómetro de Hogares Verdes y Saludables, estudio realizado por Argentina Green Building Council (AGBC), ONG líder regional en el desarrollo y gestión de estrategias que buscan acelerar la sustentabilidad y fomentar la transformación en el sector de la construcción del país, con el propósito de conocer la calidad de los hogares en el país y el cumplimiento de los requisitos necesarios para contribuir positivamente en la salud de las personas, se pone en alerta la incidencia de la climatización dentro de un hogar y el problema ahora de tener temperaturas confortables dentro de él, para evitar no sólo problemas de salud sino no superar los 400kw/h de energía.
Según estos resultados, obtenidos de las respuestas de 25.000 argentinos encuestados, más de 36% percibe disconformidad térmica tanto en verano como en invierno; para casi 29% sus hogares son muy fríos en invierno y para casi 17% son muy calurosos en verano. “La conservación de una temperatura de confort supone que las construcciones no sean costosas de calentar ni de enfriar, ni tengan moho y hongos en las paredes o condensación en las ventanas. Lo cual determina establecer parámetros adecuados de eficiencia energética y de aislación en techos, muros y pisos”, comenta Paula Altavilla, presidente del AGBC.
Los controles de temperatura en los sistemas de calefacción, refrigeración y ventilación deben ser fáciles de usar y comprender, lo que permite a los usuarios ajustar las temperaturas y las tasas de ventilación de acuerdo con sus preferencias. La incidencia de la aislación térmica eficiente en techos, muros y pisos es muy alta porque mejora la calidad de vida de los ocupantes de la vivienda, mientras optimiza el ahorro de energía y así reduce el valor de la factura energética. Asimismo, los sistemas de climatización deben calificar como de eficiencia energética clase A.
Según los resultados del estudio, 78% no tiene ventanas de doble vidrio, que ayudan a evitar filtraciones de temperatura; 50% tiene un equipo de aire acondicionado pero lo usa alternativamente para calefaccionar la vivienda, lo que refleja que el sistema primario de calefacción no satisface la temperatura de confort térmico. Finalmente, 13% de los encuestados respondió que tiene sistemas de medición individual de consumos de calefacción, lo cual permite distribuir los costos de este servicio con base en los consumos reales, posibilita la gestión energética, tiene mejor requerimiento de gas y menor costo de instalación.
En este sentido, habría que considerar si las viviendas actuales disponen de las condiciones necesarias para colaborar con la salud y bienestar de sus habitantes relativas al confort térmico, sin necesidad de superar los 400Kw/h impuestos por las nuevas medidas y así no pagar la tarifa plena.
En Argentina, 3,5 millones de hogares –alrededor de un tercio de la población del país- no tienen una vivienda adecuada. La mayoría de los edificios del país está construida con prácticas y códigos de edificación con mínimos estándares de seguridad y calidad ambiental interior y habitabilidad para garantizar la para protección del frío, del calor y la humedad. El mismo estudio mostró que uno de cada cinco hogares argentinos es de calidad de materiales insuficiente o parcialmente insuficiente. “Si tan sólo 1,7% de las viviendas deficitarias se renovaran adecuadamente cada año, el número de hogares con humedad podrían reducirse a la mitad para 2050”, concluyó Altavilla.