jueves 21, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Un cisne negro asoma en el horizonte financiero

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Por Diego Dequino (*) 

La caída significativa en los mercados financieros globales de ayer fue producto de un conjunto de circunstancias. El jueves se produjo un anticipo, con datos negativos en el último balance que presentó la empresa Intel en función de las regulaciones que tiene en el mercado que cotiza, que es el de Nueva York. Este indicador produjo una caída del orden de 25% del valor de esta tecnológica y ello, si bien representa un dato muy específico, en rigor puso una sombra sobre todo el mercado de la producción de microchips, muy ligado al desarrollo de la tecnología de inteligencia artificial.

Luego, el viernes se conoció el dato de desempleo en Estados Unidos que, a contramano de lo que se imaginaba, aumentó por encima de lo previsto y esto puso una presión sobre la decisión que ya había tomado la Reserva Federal de no bajar las tasas para el mes de septiembre. 

¿Esto qué significa? Que esta suba en el desempleo, ligada a una métrica que se utiliza para seguir el resultado la macroeconomía estadounidense, sugiere serios indicios de que EEUU podría estar entrando en una recesión, con lo cual iría a contramano de la visión que venía teniendo la Reserva Federal, que no veía riesgo inminente de una recesión y había postergado la baja de tasa de interés para fortalecer la liquidez de los mercados financieros. Y -en tercer término- de manera relativamente sorpresiva este lunes el Banco Central de Japón decidió interrumpir una política de más de dos décadas de tasa de interés que era cero o negativa, subiendo 0,25% porcentual. Esto en sí no fue sorpresivo pero sí la manera en que ocurrió, porque no estaba previsto por los mercados. La decisión produjo una revaluación del yen con relación al dólar del orden de 20 por ciento, aproximadamente, y el efecto colateral que produjo esta medida es que está anticipando que esta política de ir subiendo la tasa de interés sería una política en marcha pero es un dato muy diferente al que venía ocurriendo desde hace más de dos décadas, con lo cual todo el financiamiento que había otorgado Japón a través de esta política monetaria muy laxa empezaría un proceso de corrección. Esto lo que ha hecho es que muchos fondos de inversión que estaban apalancados en yenes hayan tenido que recalcular su rentabilidad y sus planillas, con lo cual empezaron a desarmar muchas posiciones especialmente en las zonas de inversión especulativa y ahí se linkea al sector de las tecnológicas ligada a esta novedad que es el desarrollo de los chips y la inteligencia artificial.

Esta suba en la tasa de interés de Japón, como mencionaba en el párrafo anterior, ha comenzado a “secar” el apalancamiento barato que se obtenía de la emisión laxa que tenía o la política laxa monetaria que tenía el Banco Central de Japón y esto ha ocurrido de forma relativamente rápida, lo que produjo una caída muy fuerte en muchos papeles que cotizan en otras bolsas del mundo. Corregir el valor del yen, entre otros, ha tenido que rehacer sus posiciones de caja progresivamente para reducir esa deuda para que le cierren sus planillas del prorrateo financiero de la inversión.

El orden de la magnitud del ajuste es muy grande porque en el caso de Japón tiene una monetización líquida de alrededor de entre quince billones y veinte billones de dólares y, en el caso de las tecnológicas, en los últimos veinte meses han acumulado ganancias que están en el orden de los tres billones o cuatro billones de dólares, con lo cual estos movimientos son de una magnitud muy significativa y han producido esta baja en los mercados.

En el caso de Argentina es muy posible que en los próximos 90 días nuestra economía esté muy agredida y muy sometida a estrés porque este tipo de cisnes negros suelen tener este efecto en en las economías reales en tiempo que van de los noventa a cien días.

Por último, Argentina -en situación de estrés financiero- con este cisne negro se enfrenta con dos condiciones diferenciales respecto a situaciones anteriores, con un resultado fiscal contenido, situación que no le genera una necesidad inmediata de apalancamiento y, por otro lado, la oferta de peso está muy contenida por la política muy restrictiva el Banco Central. Las contras son dos: por un lado, la economía está en recesión y -además- con niveles de pobreza sumamente altos.

(*) Economista

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