El desplome de los ingresos, sumado a los niveles de deterioro de la recaudación como resultado de la crisis económica agravada por la sanitaria, resultaron en un escenario complicado. Déficit en las cuentas públicas, reestructuración de la deuda con acreedores privados en moneda extranjera y un mayor endeudamiento con los organismos multilaterales completan el cuadro de situación.
En 2020, la irrupción de la pandemia alteró los planes de todos los agentes de la economía. El Estado nacional no quedó exento de este cimbronazo y en su rol de brindar respuesta a miles de familias, empresas y otras entidades del sector público, debió asistirlas frente al desplome de sus ingresos. Su propia recaudación que también se vió fuertemente deteriorada por la pandemia por Covid-19. “De esta manera, el déficit de las cuentas públicas se disparó, alcanzando récords negativos de 6,4% del Producto -sin considerar el pago de intereses- y de 8,3% -incluyendo las rentas de la deuda”, advirtió un informe de Ecolatina.
En este marco se dio la reestructuración de la deuda con acreedores privados en moneda extranjera, que recién se alcanzó en el tercer trimestre del año. Si a este escenario se le agrega la situación con los organismos multilaterales, el mapa se complicó, porque las negociaciones con el fondo estaban en stand by y los pagos al Club de París estaban demorados. Por este motivo, gran parte del bache fiscal se cubrió con emisión monetaria, aunque los títulos en pesos se refinanciaron en su totalidad (el rollover de estas Letras y Bonos fue de 119%). “Así, la asistencia del Banco Central al Tesoro en utilidades y adelantos alcanzó los 7,3 puntos del Producto Bruto Interno (PBI)”, explica el informe.
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