Según el Indec, la desocupación alcanzó 13,1% de la PEA, en tanto que esta última -según advirtió la consultora Ecolatina- cayó casi 19% en su participación en el mercado de trabajo, lo que significa que más de 2,5 millones de personas dejaron de trabajar o de buscar activamente una ocupación
La desocupación creció 2,5 puntos porcentuales durante el segundo trimestre del año y se ubicó así en 13,1% de la Población Económicamente Activa (PEA), la tasa más alta desde el segundo trimestre de 2004, cuando todavía la economía se recuperaba de la crisis originada por la salida de la convertibilidad.
De este modo, según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), de un total de 45,4 millones de habitantes y una PEA de 11 millones de personas, 9,5 millones están ocupadas y 1,4 millón se encontraban sin ocupación a finales de junio.
Además, la tasa de desocupación demandante se ubicó en 5%, contra el 9,2% de igual período del año anterior, y la desocupación no demandante subió hasta 4,6% contra el 3,9% del segundo trimestre de 2019.
Además, el Indec informó que el desempleo también se ubicó por encima de la medición del primer trimestre, cuando había llegado a 10,4%.
Este aumento en la tasa de desocupación ocurrió a la par de una caída del Producto Bruto Interno (PBI) que, afectado por la cuarentena decretada para combatir la pandemia de coronavirus, fue de 19,1% interanual durante el segundo trimestre, y de 16,2% respecto al primero.
Con base en los números informados por el Indec, la tasa de desocupación del segundo trimestre no resultó mayor debido a que menos gente salió a buscar trabajo a raíz de las restricciones fijadas para la circulación.
Las que más y las que menos
La ciudad de Mar del Plata, con 26%, fue el centro urbano que mostró el mayor índice de desocupación del país, seguida por Ushuaia con 22%, Santa Fe con 20,3%; Córdoba con 19,1%; Rosario con 17,9%; Mendoza con 15,3% y Salta con 13,9%.
En contrapartida, las menores tasas de desempleo se registraron en la ciudad de La Banda (Santiago del Estero), con 1,8%; Viedma-Carmen de Patagones, con 2,4%; San Luis con 2,6%; y Rawson-Trelew con 3,8%.
Esto último se reflejó en la tasa de actividad, calculada como porcentaje de personas en condiciones de trabajar sobre el total de la población, que bajó a 38,4% en el segundo trimestre frente a 47,7% del período anterior.
Al respecto, una análisis de la consultora Ecolatina refirió que “si nos guiamos por la dinámica de la PEA, se observa que entre abril y junio la participación en el mercado de trabajo cayó casi 19% interanual, por lo que más de 2,5 millones de personas dejaron de trabajar o buscar activamente empleo en los 31 aglomerados urbanos”.
Asalariados informales y cuentapropistas, los más afectados
El análisis de la consultora subrayó que la magnitud de la caída es comparable a su heterogeneidad. “En base a los datos del Indec, los empleados de establecimientos estatales aumentaron 5% en el segundo trimestre, en contraposición al deterioro de 26% interanual de los trabajadores privados. El costo de la caída del PBI recayó sobre estos últimos: si bien la elasticidad empleo total-producto fue levemente superior a uno (por cada punto de caída del PBI se perdió un poco más que un punto de empleo), la elasticidad empleo privado-producto llegó a 1,35”, indicó, y agregó: “Asimismo, si asumimos que los trabajadores estatales son asalariados registrados, se pueden analizar las distintas dinámicas dentro del sector privado, del cual surgen tres categorías: asalariados privados registrados, asalariados privados no registrados y cuentapropistas”.
Según la consultora, en el primer caso la caída fue de 9,5% interanual (casi el doble que lo registrado por el Sistema Integrado Previsional Argentino -SIPA-). Esto implica que dentro de las otras dos modalidades se encuentran aquellos que sufrieron más el impacto de la crisis. El empleo informal cayó así 43,5% interanual, y los cuentapropistas mostraron un deterioro de casi 30% interanual.
“El empleo público registrado no se vio afectado por la cuarentena/pandemia y el empleo privado formal cayó menos que el desplome del PBI gracias a la protección oficial (doble indemnización, prohibición de despido sin causa justa y programa ATP)”. Sin embargo, “quienes poseen peores condiciones de trabajo, salarios en promedio más bajos y/o menos estables fueron los que sufrieron el mayor impacto de la cuarentena”, destacó Ecolatina.
“El principal paliativo del Estado -decisión acertada del Ejecutivo- para compensar parte del desplome de los ingresos laborales provenientes de la informalidad, fue el IFE, mientras que los estratos medios (en los que cobran mayor relevancia los cuentapropistas y monotributistas) apenas percibieron créditos blandos”, cerró.
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