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Economistas coinciden en que la “salida” del país pasa por un cambio en la concepción del Estado

FUNDACIÓN PENSAR. Lucas Navarro, Marcelo Capello y Jorge Colina disertaron de manera virtual.
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Marcelo Capello, del Ieral; Lucas Navarro, de la Bolsa de Comercio, y Jorge Colina, de Idesa, compartieron su visión del futuro, en un encuentro organizado por la Fundación Pensar Córdoba. Gasto público, competitividad, comercio exterior y leyes laborales, entre los conceptos desarrollados

Un cambio en la concepción del Estado que lleve a que se priorice en todo sentido la competitividad del sector privado; políticas que favorezcan la integración comercial de Argentina al mundo y cambios en las leyes laborales que hagan posible que crezca el empleo formal son las ideas que desarrollaron los economistas Marcelo Capello, presidente del Ieral de la Fundación Mediterránea; Lucas Navarro, titular del Instituto de Economía de la Bolsa de Comercio de Córdoba (BCC), y Jorge Colina, presidente del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), en un encuentro virtual organizado por la delegación local de la Fundación Pensar.

“Economía argentina, una mirada desde el interior del país” fue el disparador para que Franco Moccia, presidente de la Fundación Pensar, recordara que el país “atraviesa una de las crisis más grandes de su historia” y que, para sortearla, hacen falta “ideas nuevas, disruptivas, que permitan encarrilar el país en un sendero de crecimiento sostenido”.

Por su parte, Capello aseguró que para ello “se necesita una nueva concepción del Estado”.

“Argentina está inmersa en el estancamiento desde hace cinco décadas. Desde 1970, el producto bruto sólo creció 15%”, dijo, para agregar que en desde entonces, 76% del tiempo el país tuvo un resultado fiscal deficitario. También indicó que 71% de esos años tuvo déficit en la cuenta corriente; que en 2020 se logró el segundo salario real formal del sector privado más bajo de los últimos 50 años; y que de las últimas cinco décadas, 25 años registraron índices de pobreza por sobre 25%, y ahora sería igual o superior a 40%.

“Evidentemente nos equivocamos y debemos hacer otras cosas”, sintetizó, para explicar que hace tiempo que el Estado fija su gasto y el sector privado debe acomodarse a él, cuando en realidad se requiere de un “Estado que primero se fije en lo que necesita el sector privado para ser competitivo, tomar empleo e invertir, y luego fije su nivel de gastos”.

“Hay que ser desarrollista en lo productivo, ortodoxo en lo fiscal y brindar igualdad de oportunidades en lo social”, resumió.

“En Argentina no hay continuidad de políticas macro y microeconómicas. Es como moverles el arco a los empresarios todo el tiempo. Así no se va a generar aumento en las exportaciones, aumento del empleo ni baja en la pobreza”, refirió.

A su entender, el Estado debe generar políticas de competitividad sistémica de un modelo exportador que atienda lo regional y que mejore los indicadores de crédito, de impuestos,  laborales, en trámites burocráticos y en la logística.

Navarro coincidió en que Argentina tiene una baja orientación hacia la economía internacional y en que tiene muy poca integración a cadenas globales de valor. 

“Es de los países más cerrados de la región y del mundo. Participa con sólo 0,25% del total de las exportaciones mundiales”, dijo, y recordó que ese indicador en la década del 50 era 10 veces mayor. “Además, no somos autosuficientes ya que 82% de las importaciones corresponde a insumos y bienes de capital”, explicó. 

Para fundamentarlo, comparó la economía exportadora de Argentina con la de Chile e indicó: “En 2018 había 9.526 empresas exportadoras argentinas. En 2002, es decir, 16 años antes, eran 12.913, es decir, murió 26%. En cambio, en Chile eran 6.118 en 2002 y en 2018 sumaban 8.156. Si lo miramos en función de los productos exportados, Argentina exportaba en 2002 casi 4.000 productos y en 2018 exportaba 1.717. En cambio, Chile exportaba hace 18 años 3.324 productos y 3.650 en 2018”.

“¿Por qué?”, cuestionó, y se respondió: “Los factores macroeconómicos son fundamentales pero nuestra baja integración también obedece a los elevados aranceles a las importaciones que se trasladan a precios, a los impuestos a las exportaciones (somos de los pocos países del mundo que cobran impuestos a los sectores más competitivos); a los elevados costos burocráticos y a los pocos acuerdos comerciales que tenemos, que nos ponen en desventaja en relación con países vecinos”. 

A su entender, para lograr una mayor apertura con crecimiento económico y generación de empleo es necesario: mejorar el contexto macroeconómico, avanzar en acuerdos comerciales cuidando los intereses del país, eliminar impuestos a las exportaciones, aumentar y agilizar el reintegro de impuestos, mejorar la prefinanciación de exportaciones, reducir costos administrativos y burocráticos al comercio, potenciar la formación y capacitación de recursos humanos y profundizar las políticas de internacionalización de las economías regionales mediante clusters o consorcios de exportación.

Mercado laboral

Colina, abocado más a lo social, refirió que en el mercado laboral argentino sólo uno de cada tres trabajadores tiene un empleo formal privado. “No importa el crecimiento económico del país, siempre dos tercios de los trabajadores están excluidos, o porque están desempleados o porque trabajan ‘en negro’ o porque, estando en edad de trabajar, no lo hacen y en muchos casos viven de planes sociales”, explicó, y destacó: “No creamos que con crecimiento económico vamos a incluir a la gente”.

Al mismo tiempo, se refirió al deterioro del salario formal. “Un trabajo ‘en blanco’ en el sector privado ya no te asegura que te salvás de ser pobre”, refirió, para detallar que en agosto pasado, el promedio del salario formal igualó la canasta básica para una familia tipo. 

“¿Por qué tanta decadencia laboral?”, cuestionó, y respondió: “Porque los empresarios van a contratar a un trabajador sólo cuando la ecuación entre la facturación y los costos de entrada, empleo y salida de éste a su empresa sean favorables”; y, según aseguró, “la legislación no ayuda a eso”. 

Así, detalló que los costos laborales no salariales son de 48%, es decir, 48% más de lo que el trabajador se lleva finalmente de bolsillo. “Hay que buscar elementos para darles racionalidad a los costos del empleo”, dijo, y agregó: “Hay que cambiar las leyes laborales, no desprotegiendo al trabajador sino asegurando la competitividad de la empresa para que ésta pueda generar trabajo”.

Para cerrar, Gustavo Santos, presidente Fundación Pensar Córdoba, indicó: “Los desafíos por delante son enormes. La incertidumbre con la que vive nuestro país hace inviable cualquier cosa”.

Comentarios 1

  1. Ramon Manzur says:

    Claro un concepto de estado como el de N Argañaraz evasor y socio de uds..Quieren un Pais que uds puedan seguir esquilmandolo como con mugricio

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