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Con 41% de cosecha sin vender, productores temen perder US$1.200 millones por retenciones “de 2015”

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Ante la inminencia de cambio de signo político del gobierno nacional, el estudio Farías estimó la cantidad de toneladas de granos que aún hay sin comercializarse y cómo se verían afectados los agricultores si hubiere alteraciones en el esquema de derechos de exportación debido a las necesidades del Fisco

Ante la inminente posibilidad de cambio de signo político de gobierno nacional, debido a los resultados de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto pasado, el estudio Farías estimó, sobre la base de la cantidad de toneladas de granos sin comercializar, la potencial pérdida que podrá llegar a sufrir el conjunto de los productores de soja, trigo y maíz frente a una eventual vuelta al esquema de retenciones de 2015, último año de gobierno de Cristina Fernández.
El informe liderado por el economista Ramiro Farías indicó que si en el día de hoy se volviera al viejo esquema de retenciones, los productores perderían un monto cercano a US$ 1.200 millones debido a que aún resta comercializar 41% de su producción.
De acuerdo con los datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, al 18 de septiembre pasado los productores habían entregado a industrias y a exportación 87,8 millones de toneladas de soja, maíz y trigo, equivalentes a 66% de la producción total de la campaña 2018/2019. Sin embargo, “considerando la mercadería que aún está pendiente de fijaciones, resulta que el productor posee 41% de su producción”, indicó el informe difundido ayer.

“En la faz comercial, lo mencionado supone un alto riesgo ante escenarios que contienen la posibilidad de un alza en las retenciones como forma de ‘hacer caja’ para cerrar el ‘bache’ fiscal, cambiario y financiero del país, ya sea por la eliminación del tope de cuatro pesos por dólar en los derechos de exportación fijados por el gobierno actual, o por el retorno a las alícuotas vigentes durante los últimos años del gobierno de Cristina Fernández”, agregó.
En efecto, así surge de aplicar el diferencial de precios según el cultivo del que se trate.
Según el detalle del trabajo, soja y maíz son los cultivos que presentan “los mayores riesgos”, ya que aún resta decidir el precio de prácticamente 52 millones de toneladas, entre ambos.
Un trabajo realizado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) coincidió en el análisis y agregó que una soja con 35% de retenciones (actualmente tiene el equivalente a 25%), y trigo y maíz con 23% (hoy es 7%), impactarían además en una menor área sembrada, que se reflejaría en menores exportaciones -aunque con un poco más de consumo interno-.
Para la BCBA, el trigo puede ser el cultivo que más sufra, con un achique de 9,9% en la cosecha y 14,2% en exportaciones. El maíz, en tanto, podría perder 8,4% en toneladas y 11,6% en comercio exterior.

“En general, sumando estos cultivos más la soja, que sería la que menos baje en producción, pero la que más se detenga en exportaciones, la cosecha se derrumbaría 5,6”, estimó la entidad bursátil.
Ante esta situación, el estudio Farías consideró que “la posibilidad de tomar coberturas flexibles en los mercados de futuros, locales y externos, merece la atención de las empresas. También existe un gran abanico de instrumentos financieros en el mercado de capitales para combinar con lo anterior, o para realizar inversiones tras la venta de la producción”.
Asimismo, considerando que “hay un gran número de productores a quienes estas inversiones les resultan esquivas”, enumeró algunas alternativas tradicionales y/o relativas al negocio agropecuario que pueden resultar de interés como mecanismos para evitar posibles pérdidas de capital.

Alternativas de inversión
Farías aclaró que la enumeración de opciones debe entenderse en términos de análisis patrimonial, “buscando activos que quedaron rezagados respecto al valor de los granos y no en términos de rentabilidad de las actividades coln que estos activos se hallan relacionados, teniendo presente que por lo general el valor de dichos activos está relacionado directamente con la tasa de rentabilidad que la actividad presenta (alta rentabilidad, alto valor; baja rentabilidad, bajo valor)”.

Al respecto, ejemplificó que “la cantidad de soja y maíz que hoy se necesita para construir una casa en Córdoba, sin considerar gastos de comercialización, es de 400 toneladas y 745 toneladas, respectivamente, cuando históricamente eran necesarias 820 toneladas de soja o 1.550 toneladas de maíz, es decir que actualmente se necesita 52% menos producción para realizar esta inversión, siendo una de las mejores relaciones de los últimos siete años”.
“Ello puede estar relacionado con el freno que vive la actividad de la construcción desde mayo de 2018, momento en que comenzaron los movimientos bruscos en el tipo de cambio, inestabilidad financiera y agravada con las restricciones cambiarias impuestas tras las PASO”, analizó Farías.
Sin embargo, evaluó que eso “puede ser una oportunidad”, y recordó que luego de la crisis 2001-2002 comenzó a ocurrir una suerte de boom inmobiliario, especialmente en localidades del interior relacionadas a la actividad agrícola.
“En este sentido, ciudades cabeceras como Río Cuarto o San Francisco, cuyos departamentos lograron producciones récord y que poseen gran base agroindustrial, pueden ser lugares donde concretar operaciones”, opinó.

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