ESCUCHARLa situación de la vitivinicultura se agrava día a día. En los últimos cuatro años, el precio de la uva recibido por el productor subió entre 10 y 15%, mientras los costos se incrementaron 80% en promedio, según un informe de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea).
“Las empresas trabajan a pérdida, y las que tienen la posibilidad de financiarse subsisten, como para poder llegar vivas y con capacidad de reacción al momento en que las variables económicas vuelvan a hacer rentable el negocio”, se indicó.
En este contexto, muchas unidades de negocio decidieron recortar la producción a una superficie menor para reducir costos, pero con este proceder puede perderse calidad, lo que disminuye el ingreso y acelera la espiral negativa.
“Estas decisiones tienen un impacto directo en la economía cuyana, que contrata menos mano de obra, compra menos insumos y agrega menos valor, lo que da como resultado una caída en la actividad económica”, se explicó.
La situación de las bodegas es delicada porque los industriales no pueden exportar vinos a causa de los altos costos internos.
Debido a la caída en las exportaciones, la mercadería queda en el país y el consumo interno no logra absorberla. La menor venta de vinos acrecienta el stock en las bodegas y, por lo tanto, baja la demanda por la uva, lo que repercute en los precios que recibe el productor.
