Por Keith Bradsher * y Joy Dong ** para The New York Times
Las personas chinas acaudaladas sacaron cientos de miles de millones de dólares del país este año, aprovechando el fin de las precauciones por covid que sellaron casi por completo las fronteras durante casi tres años.
Ahora que pueden volar de nuevo a Tokio, Londres y Nueva York, los viajeros chinos compran departamentos en Japón e invierten en cuentas en Estados Unidos o Europa, que pagan intereses más altos que en China, donde las tasas son bajas y sigue cayendo. La salida de dinero indica, en parte, el malestar existente en China por su vacilante recuperación tras la pandemia, así como por problemas más profundos, como la alarmante desaceleración del sector inmobiliario, principal depósito de riqueza de las familias. Para algunas personas, también es una reacción a los temores sobre la dirección de la economía bajo el liderazgo de Xi Jinping, que tomó medidas enérgicas contra las empresas y reforzó la influencia del gobierno en muchos aspectos de la sociedad.
En algunos casos, los residentes chinos están improvisando maneras de eludir los estrictos controles gubernamentales sobre las transferencias de dinero al extranjero. Compraron lingotes de oro lo suficientemente pequeños como para esparcirlos discretamente por el equipaje de mano, así como grandes cantidades de divisas extranjeras. Los bienes inmuebles también son una opción. Los chinos se convirtieron en los principales compradores de apartamentos en Tokio, que cuestan 3 millones de dólares o más, y a menudo pagan con efectivo.
En total, se calcula que este año salieron de China unos 50 mil millones de dólares al mes, principalmente de hogares y empresas del sector privado.
Los expertos dijeron que el ritmo probablemente no representa un riesgo inminente para la economía del país, de 17 billones de dólares, en gran parte porque las exportaciones de muchos de los principales productos manufacturados son fuertes, lo que devuelve un flujo constante de efectivo. Una amplia operación para enviar los ahorros familiares a otra parte podría ser motivo de alarma.
Las salidas de dinero a gran escala desencadenaron crisis financieras en las últimas décadas en América Latina, en el sudeste asiático e incluso en la propia China, a finales de 2015 y principios de 2016.
Hasta ahora, todo indica que el gobierno cree tener la situación bajo control. La salida de dinero de China debilitó la moneda (renminbi) frente al dólar y otras divisas. Esa debilidad ayudó a mantener las exportaciones del país, que sostienen decenas de millones de empleos.
El flujo de dinero que sale de China “es muy manejable”, dijo Wang Dan, economista jefe para China en la oficina de Shanghái del Hang Seng Bank. Los legisladores siguen recurriendo a algunos de los límites a la salida de dinero que impusieron para frenar la crisis monetaria hace ocho años. Otras restricciones que se hicieron entonces, como el escrutinio de las exportaciones e importaciones para detectar estrategias encubiertas de transferencias internacionales de dinero, se dejaron sin efecto y no se volvieron este año, a pesar de que se reanudaron las salidas de dinero.
La salida de dinero de China igualó aproximadamente la entrada por los grandes superávits comerciales del país. Para consternación de muchos países, sobre todo europeos, está exportando cada vez más paneles solares, autos eléctricos y otros productos avanzados, incluso cuando reemplazó más importaciones por producción nacional.
El valor del renminbi cayó a principios de año a su nivel más bajo en 16 años. Durante gran parte de los dos últimos meses, se mantuvo en torno a los 7,3 por dólar, antes de subir un poco en la última semana.
La oleada de dinero que salió de China hace ocho años fue provocada por una caída en la bolsa de valores y un intento fallido de devaluar la moneda de forma controlada. El banco central tuvo que gastar hasta 100 mil millones de dólares al mes de sus reservas de divisas extranjeras para apuntalar el renminbi.
China parece haber gastado unos 15 mil millones de dólares al mes desde mediados de año para estabilizar su moneda, según datos del banco central. “No hay nada que sugiera que sea desordenada”, dijo Brad Setser, especialista en finanzas internacionales del Consejo de Relaciones Exteriores. “La escala de la presión sigue siendo mucho menor que en 2015 o 2016”.
Las salidas de 2015 y 2016 reflejaron los esfuerzos de las grandes empresas estatales por trasladar fuertes sumas de dinero al extranjero. En la actualidad, el gobierno ejerce un control político más estricto sobre y no dio indicios de una urgencia por movilizar dinero de su parte.
En cambio, las empresas privadas y los hogares estuvieron trasladando dinero al extranjero. Pero gran parte de la riqueza de la gente está anclada a inmuebles, que no pueden venderse fácilmente.
Al mismo tiempo, las empresas ilegales de cambio de moneda de Shanghái, Shenzhen y otras ciudades que solían convertir el renminbi en dólares y otras divisas extranjeras fueron cerradas por redadas policiales hace ocho años. Los reguladores cerraron casi todos los viajes de apuestas a Macao, una región de administración especial. Los viajes le permitían a los chinos adinerados comprar fichas de casino con renminbi, apostar una parte en el bacará o la ruleta y convertir el resto en dólares.
Pekín también prohibió la mayoría de las inversiones extranjeras en hoteles, torres de oficinas y otros activos de escaso valor geopolítico. El arquitecto de las restricciones a la inversión extranjera en China, Pan Gongsheng, fue ascendido en julio a gobernador del banco central, el Banco Popular.
Los hogares y las empresas siguen arreglándoselas para enviar dinero al extranjero. Una tarde reciente, las sucursales del Banco de China y del China Merchants Bank en China continental vendían lingotes de oro un 7 por ciento más caros que sus afiliados en la adyacente Hong Kong. Esa diferencia de precios indica que, dentro de China, existe una gran demanda de oro, que puede trasladarse fácilmente fuera del país.
Otro truco que están utilizando los residentes de China continental es abrir cuentas bancarias en Hong Kong y luego transferir dinero para comprar productos de seguros que se asemejan a certificados de depósito bancario. Según la Autoridad de Seguros de Hong Kong, las primas de las nuevas pólizas de seguro vendidas a los habitantes de China continental que visitan Hong Kong fueron un 21,3 por ciento más altas en el primer semestre de este año que en el primer semestre de 2019, tras casi desaparecer durante la pandemia.
(*) Jefe de la corresponsalía de Pekín del Times.
(**) Reportera desde China continental y en Hong Kong.