El trabajo como herramienta de progreso social parece haber quedado relegado a otros tiempos de la Argentina. Esto es así ya que el fenómeno de los trabajadores pobres sigue creciendo, alcanzando hoy al 17,9% de los asalariados formales y al 45,2% de los informales, según un informe de Fundación Capital. Medido desde 2017 se observa un aumento de 6,7 puntos para los primeros y 11,4 puntos porcentuales para los segundos.
La inflación, el deterioro de las condiciones de trabajo y el estancamiento económico se encuentran en la base del problema, una constante que conspira contra la generación de empleos de calidad. Con una inflación que apunta a quebrar la barrera de los tres dígitos en enero (rompiendo una barrera psicológica innegable) el temor por un estallido social se siente en el aire.
“En este marco, el poder adquisitivo de los trabajadores volverá a presentar una baja el próximo año (-2,9% en el nivel general y -24,6% vs. 2017), con el empleo sin dinamismo y donde continúan ganando protagonismo los puestos de menor calidad. En este contexto, se advierte un incremento en la ‘brecha de pobreza’, al tiempo que la asistencia social se muestra cada vez menos eficiente para garantizar un acceso mínimo a los bienes y servicios básicos”, señaló el informe.
Con una caída continua en el poder adquisitivo de las familias, el país sumó 4,4 millones de pobres en los últimos cuatro años (poco menos del 10% de la población). Así, Argentina tiene 15,3 millones de personas bajo la línea de pobreza (datos al primer semestre de 2022), alcanzando al 36,5% de la población.
Si bien este indicador mejoró frente al máximo registrado durante la pandemia (42%), se sigue ubicando por encima de los niveles pre pandemia (35,4%), incluso con una actividad económica que ya recuperó el terreno perdido en 2020.
“El dato más preocupante es el incremento de la brecha de pobreza. Esto es la diferencia entre el ingreso total familiar promedio del hogar pobre y la canasta básica total promedio, la cual ya se amplió en 2,4 puntos (37,9% vs 35,5% en 2017). De este modo, quienes son pobres se encuentran cada vez más lejos de salir de esa situación”, apuntó la fundación.
“A partir de los datos de la EPH para el segundo trimestre de 2022, se observa que de los 8,4 millones de asalariados formales, 1,5 millones pertenecen a un hogar pobre. Es decir que la incidencia de la pobreza en los trabajadores registrados es del 17,9%. En el caso de los asalariados informales el porcentaje se eleva al 45,2%, alcanzando a 2,2 millones de un total de 4,9 millones de personas. Este fenómeno de trabajadores pobres viene creciendo en los últimos años como resultado del deterioro en los salarios reales y la baja calidad de los nuevos puestos de trabajo, como se mencionó previamente”, detalló el informe.
Esto significa que 600.000 asalariados formales cayeron en la pobreza en sólo cinco años.
En un contexto de caída continua en el poder adquisitivo de los salarios y de baja calidad en la creación de puestos de trabajo, tener empleo no garantiza estar por encima de la línea de pobreza, con 1,5 millones de asalariados registrados que no llegan a cubrir una Canasta Básica Total (CBT) para sus familias.
Hacia adelante, en línea con una actividad mediocre en 2023, una inflación consolidada en un escalón superior y un alto nivel de incertidumbre, la dinámica del mercado laboral continuará presentando un deterioro, con salarios que no le ganarán la carrera a los precios y la creación de empleo de calidad muy deteriorada.
El estado de situación social que enfrentará la próxima administración, cualquiera sea el signo político de la misma, muestra importantes desafíos de cara a la implementación de un necesario programa integral de estabilización y crecimiento, que tendrá poco tiempo para mostrar resultados positivos