Un estudio elaborado por el Ieral pone de manifiesto las desigualdades en el porcentaje que tributan los trabajadores bajo diferentes regímenes. Autónomos, los más perjudicados. A partir de $15 mil de ingresos, conviene ser monotributista
Un trabajo realizado por el Instituto de Estudios de la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), dependiente de la Fundación Mediterránea, evaluó los diferentes regímenes impositivos bajo los cuales los trabajadores pueden tributar al Estado, y pone de relieve las profundas desigualdades que suceden a partir del cruce del nuevo piso de 15 mil pesos no imponible para el impuesto a las Ganancias.
“Un rasgo distintivo de nuestro sistema tributario es la aplicación continua de soluciones parciales y transitorias, ante la carencia de un diseño adecuado”, reza el informe, anticipándose al análisis que demuestra llamativos saltos en la carga fiscal.
El trabajo de Ieral comienza efectuando una comparación en la manera como afecta el impuesto a las Ganancias a un trabajador de acuerdo con la forma en que desempeña su actividad. Puede ser asalariado o trabajar de manera independiente. En este último caso puede estar adherido al régimen simplificado del monotributo o bien aportar de manera autónoma.
La medición sobre la presión tributaria que soporta cada trabajador según su nivel de ingreso se la hace bajo las cargas y topes que rigen para el año en curso y se toma el caso de un trabajador soltero y sin hijos (ver gráfico).
Si el trabajador tiene un ingreso mensual de $10.000 no tributará, en caso de que sea asalariado. Si es monotributista con ingresos de $10.833, soportará una presión tributaria de 1,94% de sus ingresos. Pero si se trata de un autónomo, la alícuota efectiva es de 11,32%.
Bajo esta premisa, para ese nivel de ingreso un trabajador autónomo paga 5,8% veces más que un monotributista, mientras que un asalariado no paga.
La primera conclusión es que “resulta claro que un trabajador independiente elegirá ser monotributista para niveles de ingresos inferiores al límite de $400.000 anuales, y estará obligado a contribuir como autónomo para niveles de ingresos superiores”, según el informe.
La ecuación se modifica una vez “vencido” el techo de $15 mil, que constituye la cuarta categoría de Ganancias. El trabajo toma el ejemplo de un trabajador con ingresos de $17.500 mensuales. En este caso, como autónomo pagaría 3,2 veces lo que corresponde tributar como asalariado, y 6,9 veces lo que pagaría como monotributista. Llevando el ejercicio al límite de $400 mil anuales de ingresos, en este caso -concluye el informe- “la carga impositiva sobre el monotributista es de 4,8% de sus ingresos, sube a 16,9% para el asalariado y sube aún más para el autónomo, llegando a 26,5%”.
Con ello, el trabajo del Ieral concluye que “la falta de criterios rectores” en las continuas modificaciones de los esquemas impositivos conduce a “tratamientos tributarios que penalizan la eficiencia económica”, y señala que tampoco “responden a los objetivos de una mayor equidad vertical (que contribuyan más los de mayores ingresos) ni horizontal (aquellos en una situación similar deberían ser alcanzados de la misma manera)”.
Variación anual
– Al considerar la evolución en el tiempo de la tributación de un trabajador soltero con ingresos estables en términos reales (de 15.000 pesos a valor actual), se tiene una notable disparidad en la carga anual, tanto para asalariados como para monotributistas.