Argentina ya es formalmente un régimen de alta inflación

Según algunas estimaciones, el aumento generalizado de los precios llegará a 75% en el año. Qué implica esa categoría.

El debate sobre la forma que habría que usar para definir el régimen inflacionario que existe en Argentina está abierto desde hace unos meses, por la falta de coincidencia en definir sus características lo prolongó en el tiempo. Con la perspectiva de los datos de inflación que se esperan para julio, algunos analistas creen que no se puede dilatar la definición de la economía argentina como un "régimen de alta inflación".

La turbulencia política desatada por las internas en el Gobierno se convirtió en el marco necesario para aportar incertidumbre a la economía. La renuncia de varios ministros tras la derrota electoral de las PASO del año pasado abrió una etapa que tuvo su último capítulo con la reciente dimisión de Martín Guzmán al Ministerio de Economía.

El salto de los precios que acompañó a la incertidumbre generada por la salida de uno de los funcionarios preferidos del Presidente sería el último indicio de que la economía argentina cumpliría con todos los requisitos necesarios para ser considerada un “régimen de alta inflación”. En primer lugar, tiene una inflación anual superior a 50%. En segundo orden, la inflación mensual es superior a cinco por ciento; en el tercero, lleva dos o más años de inflación por encima de 40% y, finalmente, tiene el doble de la inflación promedio de los últimos 10 años.

La economía argentina cumple con los cuatro requisitos de un “régimen de alta inflación”: una inflación anual superior a 50%; una inflación mensual superior a 5%; dos o más años de inflación por encima del 40%; tener el doble de la inflación promedio de los últimos 10 años.

Los últimos datos oficiales son de mayo, que ubican la inflación anual estimada en torno a 60%, pero con los aumentos de julio (que algunas consultoras ubican en alrededor de 8%), casi con seguridad la inflación oficial medida por el Indec trepará a 64% anual. El último relevamiento de Ecolatina detectó subas en 55 de 60 rubros relevados tras la salida de Guzmán.

Esta situación de cambios bruscos en los precios empuja al cambio en las conductas de los actores económicos, que modifican su horizonte temporal para la toma de decisiones. Si los aumentos de precios pueden alcanzar la suma de hasta 10% en el día por un evento político como la renuncia de un funcionario, proyectar decisiones un año hacia adelante parece algo muy difícil de hacer.

A este respecto, países de la región muestran inflaciones anuales similares a la inflación mensual de Argentina, disminuyendo la relevancia del contexto internacional como justificación de los aumentos de precios que sufren los consumidores casi a diario. Esta situación se explica mejor, entonces, por la necesidad de los productores y consumidores de cubrirse ante la incertidumbre de la suba de los precios, tratando de cubrirse a través de la compra de bienes o divisas.

Así, los aumentos de precios se vuelven sumamente sensibles, ya sea al incremento de los precios internacionales, al tipo de cambio o bien a algún evento que genere incertidumbre en la economía. Básicamente, los aumentos de precios se vuelven sensibles a todo.

Otro rasgo distintivo de los regímenes de alta inflación es que la gente deja de medirla por su magnitud (qué tan elevada es) sino por su velocidad (qué tan rápido se ajustan los precios). En este último caso, una forma interesante de ver la situación es cómo se van cerrando las paritarias (en su magnitud) y cómo se van reclamando bonos, cláusulas gatillo o renegociaciones (la velocidad de la depreciación del salario).

Es por esto último que proyectar un año hacia adelante se vuelve obsoleto, lo que queda en evidencia a partir de las proyecciones que se vienen haciendo desde principio de año respecto a qué inflación se espera para este 2022, que ha crecido en 20 puntos (de 55% a 76%, según el relevamiento de expectativas del Banco Central), modificando todo el universo de toma de decisiones.

Lo que se observa detrás de este cambio es que las consultoras prevén que la inflación mensual se va a ubicar en torno a 4,5% mensual de ahora hasta fin de año. De esta manera, se “incorporó” una inflación externa, pese a que los precios de los commodities siguen su tendencia a la baja. Esto es una muestra de que la inflación ya se encontraría en un escalón superior, el de la alta inflación, especialmente por el elevado componente inercial que tiene la inflación: tras un shock que eleva el nivel de la inflación se actualizan rápidamente los salarios, los alquileres, las tasas de interés, que lo mantienen en el tiempo.

Volvemos, entonces, al lugar donde empezamos. El hecho de que la economía haya entrado en un régimen de alta inflación representa un gran desafío para la nueva gestión, que en lo inmediato debe tratar de contener las expectativas, atravesadas por la fuerte incertidumbre, tanto económica como política, en particular las tensiones que se observan hacia adentro de la coalición gobernante.

Expectativas

Ayer se conoció el relevamiento que la consultora Latin Focus realizó a bancos y consultoras durante el último mes. Los datos representan una alarma para las decisiones del gobierno, por cuanto son un indicador sobre las expectativas del mercado para lo que resta del año.

El promedio de inflación minorista que presentó la consultora se ubica en 73,5% anual, con el extremo más bajo de las estimaciones en 55,4% según la empresa suiza de servicios financieros UBS, y el más alto de 94,3% según la Fundación FIEL. Esa dispersión también es una muestra de la incertidumbre que acompaña al sector privado, y representa las dudas respecto a la gestión del gobierno y su capacidad de llevar certezas para la toma de decisiones.

Por su parte, la consultora Seido relevó un aumento de precios del 2,5% para la semana, ubicando la inflación mensual esperada en 8%, teniendo en cuenta también el impacto de las subas en los precios regulados (como energía o transporte).