El presidente Alberto Fernández admitió que los Derechos Especiales de Giro (DEG) que el Fondo Monetario Internacional (FMI) girará al país en agosto próximo por más de cuatro mil millones de dólares “tal vez tengamos que usarlos para pagar deuda”.
De esta manera, el jefe de Estado reconoció una alternativa que ya había deslizado la vicepresidente Cristina Fernández el sábado último, cuando había reconocido esa posibilidad.
“No vamos a poder destinar los 4.300 millones de dólares que recibiremos del FMI a recuperar la economía”, se lamentó la vicepresidente, tras lo cual lo justificó en el hecho de que “en 2018 se tomó una deuda de 45.000 millones de dólares”, que actualmente se está renegociando.
La admisión de Cristina en el marco de su discurso en la presentación de listas del Frente de Todos de cara a las próximas elecciones primarias, fue entonces ratificada por el Presidente en declaraciones anoche al canal C5N.
Se van Arroyo y Rossi
En paralelo, el jefe de Estado confirmó que dejarán el gabinete los ministros de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, y su par de Defensa, Agustín Rossi, en ambos casos por presentarse como candidatos legislativos en las próximas elecciones primarias.
En el caso de Arroyo, trascendió que el intendente de la ciudad bonaerense de Hurlingham, Juan Zabaleta, del círculo más estrecho de Alberto Fernández, quien viene de enfrentar a La Cámpora en la interna municipal, será su reemplazante.
No trascendió quién llegará en reemplazo de Rossi cuya salida será ciertamente traumática por su reticencia a acordar una lista común con el gobernador peronista Omar Perotti en Santa Fe.
La incógnita sobre la sucesión de Arroyo irrumpió en el Gabinete el sábado por la tarde, cuando se confirmaron las versiones sobre la candidatura del ministro para las PASO en la lista por la Provincia de Buenos Aires. Hasta último minuto no se sabía a ciencia cierta si el titular de la cartera continuaría en su cargo, después del fuerte desgaste al que se había visto sometido durante la pandemia en medio de la crisis económica, entre presiones que llegaban a su despacho desde La Cámpora y las filas de los movimientos sociales, que apuntaban en su contra por la gestión de las ayudas sociales.